martes, 22 de marzo de 2011

Era verdad cuando decían que el sandinismo traería la guerra a Nicaragua.Por María Jesús Centeno Tercero




En la Campaña Electoral pasada muchos fueron los bombardeos hacia la Candidatura del Frente Sandinista de Liberación Nacional, decían que si este partido ganaba se desataría la Guerra en Nicaragua, y es que a nadie le gusta la guerra ¿verdad?, solo de pensar que habrá escasez de muchas cosas que necesitamos para vivir pues se nos contrae hasta el estómago, ya no se diga explosivos yendo y viniendo, soldados teniendo que dejar a sus familias para irse a la guerra, solo de pensar en las noches oscuras que también son parte de esos momentos tristes que hacen que las calles, casas, y hasta los corazones se pinten del color rojo de la sangre, nos llenamos de dolor.


Todo esto y más nos vendieron en los comerciales los candidatos antisandinistas, y déjenme decirles que de cierta manera tenían razón, ellos tenían razón cuando expresaron que el Sandinismo traería la guerra a Nicaragua, ya les contaré por qué.


Yo no vengo de un hogar de Sandinistas, considero que es mucho más fácil creer para quienes siempre respiraron las hazañas del general de hombres y mujeres libres, para quienes se sentaron en las piernas de los abuelos a escuchar cómo fue aquella gloriosa época de la alfabetización, para quienes ya nacieron con su sangre roja y negra de la revolución, yo no tuve esa oportunidad, lo comparo como aquél que se quiere hacer Católico cuando nunca en su casa le hablaron de esta religión, para dar un ejemplo. Es casi nadar contra la corriente, pero hoy recuerdo un refrán que me regaló una amiga Alemana: “Los peces que no nadan contra la corriente son los que están muertos” y si a esto le agregamos algo que leí por allí: “La revolución más difícil de enfrentar es la que emprendemos hacia nosotros mismos”, es fácil cuestionar a los demás, es fácil que te digan lo que tienes que hacer y solo hacerlo, es mucho más fácil a tener que vivir la fatiga del cuestionamiento de los demás por pensar por uno mismo, pero cuando nos damos a la tarea de adentrarnos en nuestro interior y cuestionarnos, eso, realmente requiere de una verdadera valentía.


En mi casa raras veces escuché hablar de lo que representa el ser Sandinista, me crié solo con mi mama quien se pasó toda la vida trabajando para dar de comer a 7 chigüines, (mis hermanos/as y yo), a ella se le hace difícil recordar la época de la guerra y prefiere no hacerlo, de ahí nadie más de mi familia pues nos compartió ni nos impregnó de esa convicción que en algún momento me hubiese gustado vivir.


Hoy no puedo expresar que soy Sandinista por razones congénitas, así quiero describir a aquellos que desde antes de nacer sabían que respirarían esa condición, se me hace difícil decir que soy Sandinista porque nunca he participado en manifestaciones de este partido, nunca he militado en este partido y nunca me he cobijado con la bandera de este partido. Sin embargo siempre he tenido la cosquillita de conocer cómo trabajan, de dónde vienen sus ideales que me enamoran, y hacia dónde van con esa ideología que ya está clara para muchos y que sigo persiguiendo como joven.
Al inicio afirmo que era verdad lo que nos decían: que el Sandinismo traería la guerra, pero déjenme decirles que se trata de una guerra de Reivindicación de derechos hacia los más necesitados, se trata de una guerra de Devolución de la Dignidad del Ser Humano, se trata de una guerra de Oportunidades de Superación para los diferentes Sectores Sociales, se trata de una guerra de promoción del deporte, de una guerra que impulsa a la juventud a querer mover montañas, les estoy hablando de una guerra cuyas armas son los lápices y cuadernos, de una guerra de casas nuevas para el pueblo, una guerra de calles mejoradas, de mujeres empoderadas y respetadas, de hombres trabajando por el bien común.

Una vez descrito y compartido mi concepto de guerra que estamos viviendo en la actualidad, quiero dejarles mi mensaje a ustedes Sandinistas que nacieron bajo esta condición y a quienes como yo en el camino nos dimos cuenta que no podemos ir por ahí entre “camagua y elote” como decimos en buen nicaragüense, a quienes nos inclinamos por esos bellos ideales de Revolución, quiero dejarles el mensaje de trabajar con honestidad desde donde nos toque hacerlo, de no ver nada más la oportunidad de aprovecharse de un partido, se trata de interiorizar verdaderamente los sentimientos y pensamientos de un Carlos Fonseca, de un Leonel Rugama, y el Amor incondicional hacia su patria de un Sandino que aún vive en el corazón de todos los que le creemos.

Entonces al parecer sí tenemos guerra en Nicaragua, (…) y si esta guerra va a seguir, hasta yo misma me atreveré a cargar con el fusil de la Esperanza.

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