Tegucigalpa. Red Morazánica de Información
Fernando Anduray, coordinador de la Unión Cívica Democrática y uno de los más conocidos líderes de la extrema derecha hondureña, denunció la manipulación de los actuales dirigentes del Partido Nacional en la convención llevada a cabo en la ciudad de San Pedro Sula los días 12 y 13 de marzo pasados.
El pleito interno de poder se evidenció desde el mismo inicio de la convención, cuando las corrientes internas del partido se enfrentaron para determinar quien presidiría la reunión, llegando incluso a golpearse e insultarse. Lo que finalmente se resolvió por una negociación a puertas cerradas en la que varias tendencias se unieron para hacer causa común contra Juan Orlando Hernández, actual Presidente del Congreso Nacional de facto y a quien se menciona como el favorito de la embajada de Estados Unidos.
Fernando Anduray, a quien también se conoce por su participación en los cuerpos de choque del Partido Nacional denominados como la "mancha brava", acusó de "traición a los principios de partido" a quienes el fin de semana condujeron un evento que había generado expectativa por la gran división interna que aflora dentro de la institución política.
"Porfirio Lobo no quiere ganar las próximas elecciones", "el gobierno se concentra en el regreso de Mel Zelaya", "el Partido salió divido" fueron algunos de los comentarios que Anduray exteriorizó en un programa televisivo, donde discutió fuertemente con otros dirigentes del Partido Nacional.
El encuentro, fue inusitadamente llevado a cabo en la ciudad de San Pedro Sula, donde el Partido Nacional ha sido históricamente débil y donde goza de repudio de una parte de población que recuerda la masacre llevada a cabo en 1944 donde murieron más de 50 personas, la mayoría de ellas mujeres y que fue ordenada por el dictador Tiburcio Carías Andino, a quien el Partido Nacional reivindica como uno de sus máximos referentes.
Una convención sin propuestas que hace prever el empeoramiento de la crisis
La convención de la derecha hondureña fue un evento de claro proselitismo electoral en el que los protagonistas fueron los precandidatos presidenciales que gozan del favor de grupos empresariales. Los convencionales no conocieron previamente agenda, no debatieron y no tuvieron oportunidad de participar. Todas prácticas comunes en los partidos tradicionales hondureños.
El resultado final de la asamblea es incierto, pues debido a las fuertes contradicciones no hubo oportunidad de lanzar oficialmente las candidaturas, como era la intención de al menos dos corrientes internas. Asimismo, se hace manifiesto que no hay ninguna corriente hegemónica que pueda imponerse por la fuerza, lo que podría empeorar la situación de un partido que carece completamente de mecanismos para dirimir sus conflictos internos con métodos democráticos y legítimos.
El insulto, un recurso común en la lucha interna del Partido Nacional
Desde la propia instalación de la convención, las barras de cada corriente vociferaron insultos contra sus contrarios. Acusaciones como ?ladrón?, ?chambero? o ?traidor? se repitieron y crearon un ambiente de extrema tensión.
Esta práctica es muy común en el Partido Nacional y ha llegado incluso a acusaciones criminales interpuestas ante los órganos de justicia. En las elecciones internas llevadas a cabo en el año 2005, los actuales precandidatos presidenciales Ricardo Álvarez y Miguel Pastor se acusaron mutuamente y de manera pública de narcotraficantes, ladrones y contrabandistas. Pastor llegó incluso a relacionar a su entonces contrincante Porfirio Lobo con el ametrallamiento y quema de un bus donde fallecieron 28 personas.
Las candidaturas internas que se mencionan son las de Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa y presidente del Partido Nacional; Miguel Pastor, ministro de SOPTRAVI; María Antonieta Bográn, designada presidencia, Óscar Álvares, ministro de seguridad y Juan Orlando Hernández, presidente del Congreso.
Fernando Anduray, coordinador de la Unión Cívica Democrática y uno de los más conocidos líderes de la extrema derecha hondureña, denunció la manipulación de los actuales dirigentes del Partido Nacional en la convención llevada a cabo en la ciudad de San Pedro Sula los días 12 y 13 de marzo pasados.
El pleito interno de poder se evidenció desde el mismo inicio de la convención, cuando las corrientes internas del partido se enfrentaron para determinar quien presidiría la reunión, llegando incluso a golpearse e insultarse. Lo que finalmente se resolvió por una negociación a puertas cerradas en la que varias tendencias se unieron para hacer causa común contra Juan Orlando Hernández, actual Presidente del Congreso Nacional de facto y a quien se menciona como el favorito de la embajada de Estados Unidos.
Fernando Anduray, a quien también se conoce por su participación en los cuerpos de choque del Partido Nacional denominados como la "mancha brava", acusó de "traición a los principios de partido" a quienes el fin de semana condujeron un evento que había generado expectativa por la gran división interna que aflora dentro de la institución política.
"Porfirio Lobo no quiere ganar las próximas elecciones", "el gobierno se concentra en el regreso de Mel Zelaya", "el Partido salió divido" fueron algunos de los comentarios que Anduray exteriorizó en un programa televisivo, donde discutió fuertemente con otros dirigentes del Partido Nacional.
El encuentro, fue inusitadamente llevado a cabo en la ciudad de San Pedro Sula, donde el Partido Nacional ha sido históricamente débil y donde goza de repudio de una parte de población que recuerda la masacre llevada a cabo en 1944 donde murieron más de 50 personas, la mayoría de ellas mujeres y que fue ordenada por el dictador Tiburcio Carías Andino, a quien el Partido Nacional reivindica como uno de sus máximos referentes.
Una convención sin propuestas que hace prever el empeoramiento de la crisis
La convención de la derecha hondureña fue un evento de claro proselitismo electoral en el que los protagonistas fueron los precandidatos presidenciales que gozan del favor de grupos empresariales. Los convencionales no conocieron previamente agenda, no debatieron y no tuvieron oportunidad de participar. Todas prácticas comunes en los partidos tradicionales hondureños.
El resultado final de la asamblea es incierto, pues debido a las fuertes contradicciones no hubo oportunidad de lanzar oficialmente las candidaturas, como era la intención de al menos dos corrientes internas. Asimismo, se hace manifiesto que no hay ninguna corriente hegemónica que pueda imponerse por la fuerza, lo que podría empeorar la situación de un partido que carece completamente de mecanismos para dirimir sus conflictos internos con métodos democráticos y legítimos.
El insulto, un recurso común en la lucha interna del Partido Nacional
Desde la propia instalación de la convención, las barras de cada corriente vociferaron insultos contra sus contrarios. Acusaciones como ?ladrón?, ?chambero? o ?traidor? se repitieron y crearon un ambiente de extrema tensión.
Esta práctica es muy común en el Partido Nacional y ha llegado incluso a acusaciones criminales interpuestas ante los órganos de justicia. En las elecciones internas llevadas a cabo en el año 2005, los actuales precandidatos presidenciales Ricardo Álvarez y Miguel Pastor se acusaron mutuamente y de manera pública de narcotraficantes, ladrones y contrabandistas. Pastor llegó incluso a relacionar a su entonces contrincante Porfirio Lobo con el ametrallamiento y quema de un bus donde fallecieron 28 personas.
Las candidaturas internas que se mencionan son las de Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa y presidente del Partido Nacional; Miguel Pastor, ministro de SOPTRAVI; María Antonieta Bográn, designada presidencia, Óscar Álvares, ministro de seguridad y Juan Orlando Hernández, presidente del Congreso.
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