martes, 6 de marzo de 2012

Nicaragua: Si Yáñez fuese decente

Si el señor Luis Yáñez como jefe de la misión de acompañamiento electoral de la Unión Europea hubiera sido un observador responsable y objetivo, y no una figura clave dentro de una conjura que estaba previamente preparada, su comportamiento habría sido radicalmente distinto.

Al llegar al país hubiese guardado un discreto silencio. Y antes de dar declaraciones que repetían exactamente el guión elaborado por el bloque de fuerzas que conspiraba con un diseño para sabotear el proceso electoral, hubiese investigado profesionalmente el proceso que le correspondía observar.

Se habían hecho encuestas, existían datos y abundantes testimonios que le hubiesen permitido percibir que la casi totalidad de empadronados contaba con cédulas y documentos supletorios para votar (cerca del 96 % de ciudadanos), y que los movimientos de reclamos respondían a una maquinación del PLI y del bloque de fuerzas que lo sustentaba (Estados imperiales, USA y la Unión Europea especialmente; grandes empresas mediáticas; cúpula reaccionaria de la Iglesia Católica; organismos financiados por los Estados imperiales) para provocar una atmósfera de caos y violencia, sabotear las elecciones y asignarle legitimidad a la trama de un fraude mediático largamente anunciado.

Existen fotos y videos donde aparecen los dirigentes de Ética y Transparencia, IPADE, Hagamos Democracia, en marchas políticas partidistas. Basta revisar una muestra de informaciones mediáticas para darse cuenta del empecinado partidismo político que define la praxis de estas organizaciones. Por último, es fácil averiguar sus fuentes financieras: la red constituida por la National Endowment for Democracy (NED), la Usaid y la cooperación gubernamental europea, canales que usan USA y la Unión Europea para financiar actividades en países con gobiernos que no son de su agrado.

En el Washington Post, Allen Weinstein, el primer presidente de la NED, define estas actividades como equivalentes a las actividades desestabilizadoras que realizaba la CIA hace 25 ó 30 años. Con un poco de objetividad, Yáñez podía comprender la gran irresponsabilidad en que hubiera incurrido el Consejo si acreditaba como observadores (o acompañantes) a organismos que carecen de la mínima imparcialidad, que despliegan una obstinada militancia partidista, y además poseen un perfil de entidades clientes al servicio de potencias con una tradición de injerencia en Nicaragua.

El caso del CNU es diferente. Es una instancia que se financia con presupuesto nacional y representa la institucionalidad de la autonomía universitaria, que en Nicaragua y en América Latina encarna las luchas y los ideales de defensa de la democracia, de resguardo de los intereses del bien común y de custodia de la soberanía nacional.

Pudo haberse percatado de que habiendo tenido más de un año para la acreditación de sus fiscales, el PLI concentró sus solicitudes para acreditar 24 mil 201 fiscales en el lapso de una semana antes de que venciera el término legal. Solicitó recurrentemente hasta 17, 554 cambios de fiscales ya incluidos en sus listas de acreditación.


Gran parte de estas solicitudes de cambio las hizo vencido ya el plazo legal para pedir acreditaciones o cambios de fiscales, es decir en el transcurso de las 72 horas antes del día de la elección. Frente a este comportamiento, el Consejo Electoral desplegó un esfuerzo que dio muestras de flexibilidad y consecuencia. Los nicaragüenses vimos en las fotos publicadas por los diarios de oposición cuando Eduardo Montealegre aparece, el día 5 de noviembre, satisfecho, recibiendo del CSE las últimas 9,554 sustituciones de credenciales de fiscales del PLI, y declarando que iba a utilizar su avioneta para repartirlas en todo el país.



Sin embargo, incluso después de ese día 5 de noviembre, el PLI continuó pidiendo cambios ilegales de acreditación mediante procedimientos violentos que dejaron una huella de destrucción en varios municipios del país. El recurso a la violencia no terminó aquí. Después de comunicados los resultados electorales, sin realizar ninguna apelación legal sobre supuestas anomalías, el PLI llamó a sus partidarios a la protesta violenta. Esta apelación a la violencia que contó con el apoyo implícito de los grandes medios, produjo resultados trágicos en algunos lugares. Yáñez lamentó la violencia pero se negó a establecer responsabilidades.



Y si Yáñez quería darnos lecciones desde un pedestal de modelo civilizatorio, hay en este sentido cosas mucho más interesantes que decir que esa tontería de "nosotros los españoles ni siquiera conocemos los miembros del Poder Electoral". Entre otras cosas, pudo habernos dicho que multitudes de europeos siguen concentrándose en plazas y manifestándose en las calles para gritar machacando una consigna: "Le llaman democracia, pero no lo es".



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