Si el presente es de lucha, elfuturo es nuestro
- Ernesto Guevara, “Che”
La revolución no es una decisión antojadiza, es una responsabilidad histórica de la humanidad en este momento.
La revolución no es una decisión antojadiza, es una responsabilidad histórica de la humanidad en este momento. Esta enorme tarea requiere de fuerza, energía e inteligencia, no es algo que se hace en el tiempo libre ni se hace sin dedicar todos los recursos por alcanzarla.
Para hacer revolución es necesario pensarse completamente por fuera del sistema, es repensarse como ser humano. Un revolucionario o una revolucionaria es un ser excepcional que ha roto los atavíos heredados y es capaz de llevar a otros y otras a ese mismo estado.
Expuesto esto hay que decir que tradicionalmente se ha dicho que en la primera línea de la revolución deben estar los y las jóvenes, pues el hecho de que la juventud no sea revolucionaria se sentencia como una contradicción hasta biológica, nos encanta repetir la frase pero no siempre es tan fácil llevarla a la práctica.
Se dice que las y los jóvenes por naturaleza somos rebeldes, pero el sistema ha sabido aprovechar esa rebeldía llegando al punto casi de patentarla como un producto más. La rebeldía es provechosa para el control social por que se complementa con distracción. La juventud al igual que la sociedad en general normalmente pasa entretenida en problemas superficiales, individuales y difusos.
Cuando se quiere organizar a la juventud aparece la rebeldía patentada capitalista y escuchamos argumentos como “yo puedo solo” o el nada importa en el que solo queda aprovechar el brillo de esos años despreocupados por mientras duren o mientras nos alcance la inevitable realidad.
Ser joven es una condición humana, no implica conciencia de algo ni identificación, es solamente un periodo en la vida. Lo que sí es cierto es que en la juventud el ser humano tiene sus niveles más altos de rendimiento, piensa más rápido, aprende más fácilmente, critica más fuerte, se siente inconforme y tiene la seguridad que la historia está en sus manos y si así lo piensa él o ella ha acertado, por que al menos su historia personal en ese momento si está en sus manos.
Cualquier persona adulta o anciana vive paso a paso las consecuencias de las decisiones de su juventud. Entonces la juventud no es el futuro etéreo o romántico del mundo, en la juventud está el proceso de construcción de las sociedades, en especial la de Honduras en la que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas son menores de 30 años, el futuro será la consecuencia de las decisiones y de los aciertos de este presente de construcción colectiva.
La tarea revolucionaria entonces está en organizar a la juventud como actor fundamental de un proceso que debe incluir a las personas de todas las edades. Error seria sentarse a esperar que los y las jóvenes caigan por cuenta propia en la conclusión de que su rebeldía biológica debe desencadenarse en un proceso revolucionario.
Hay que decir las cosas por su nombre ya que una cosa es fomentar una revolución individual y liberar a los y las rebeldes, y otra es desarrollar un proceso de revolución histórica en la que las y los rebeldes logren desbaratar las estructuras del sistema y poner sobre sus pies un nuevo ordenamiento político, moral, ideológico, económico, cultural, personal, colectivo e internacional que cambie la vida de las personas en un Estado Nación y en todo el planeta. Debemos cambiar el mundo por completo. Pero debemos empezar en alguna parte, debemos empezar en el barrio, en el aula, en el trabajo, en el campo, en las calles y todos los espacios donde llevemos a cabo nuestra vida, esa misma que queremos cambiar.
En Honduras a pesar de lo que algunos quieran olvidar ha existido un proceso de lucha sin interrupción, este proceso de lucha en ocasiones ha contado con fuerte presencia de la juventud y en otros no tanto.
Todas esas jornadas anteriores se encontraron en la plataforma del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) que se convirtió en la respuesta popular ante el desgaste de la clase dominante. La oligarquía logro mantenerse en el poder a través de las armas, argumento del cual aun como pueblo en resistencia carecemos.
Esta nueva generación ha vencido a la oligarquía hondureña en todos los demás campos, ya lo hizo en términos políticos enfrentando cada una de las mentiras sobre las cuales se acomodaba su estado de gobierno (por que llamarlo de derecho, seria validar sus crímenes históricos), se les venció en términos históricos pues se demostró que el pueblo de Honduras si se puede levantar y si puede pensarse distinto, ahora se busca vencer en el campo electoral y el proceso ya se ha iniciado con la creación del Partido LIBRE.
La toma de las calles no es una estrategia política, es una tarea permanente que como resistencia y sobre todo como juventud no podemos olvidar. La estrategia sigue siendo la misma, y es la desestabilización del régimen en el corto plazo usando todos los medios posibles, a mediano plazo es necesario consolidar un planteamiento propio para la administración del poder en beneficio real de las mayorías y a largo plazo la estrategia debe seguir siendo desarrollar un proceso revolucionario que pueda barrer con todos los remanentes del sistema actual. Se dice fácil, pero no lo es, es un compromiso en el que solo la entrega total podrá dar resultados concretos.
Ninguna tarea puede ser menospreciada pues no hay trabajo que quede sin consecuencia, pero si no está articulada con una estrategia y un esfuerzo multidisciplinario y multisectorial poco daño le causara a la columna vertebral del capitalismo y al estado de dominación actual.
Sin la organización de barrios el “performance” es solo una pequeña bocanada de aire en medio de un océano, pero la defensa organizada contra la avanzada de los cuerpos represivos sin el arte es solo un dialogo violento sin sentido, en otras palabras no solo es de atreverse a tirar la piedra, si no saber por qué se tira, a quien se le está tirando y saber tirarla con estilo, fuerza y precisión.
Los y las jóvenes deben asumir un trabajo de interconectores de esos diversos focos de resistencia y lucha popular actuales y los de siempre para ir elaborando el tejido social de un pueblo verdaderamente revolucionario.
Debemos ir entendiendo que sin plataformas en las que esos esfuerzos se conozcan y se coordinen seguiremos padeciendo de los vicios de siempre que nacen del prejuicio, de la falta de compromiso, del romanticismo, de la poca formación y hasta del complejo personal que nos hace primero desconfiar del compañero y la compañera que del sector agresor histórico, y que nos motiva a atacarnos primeros dentro de la trinchera para alcanzar victorias más cercanas, más posibles y más inmediatas.
La labor del joven o la joven revolucionaria es exactamente la misma que la de un o una revolucionaria de cualquier edad: Debemos apuntar a lo imposible hasta volverlo inevitable, hasta que lo imposible y es futuro sea nuestro. La única diferencia es que debido a las características biológicas del joven o la joven se tiene mucha mayor esperanza, por parte de la humanidad, en que tenga éxito.
Los Necios
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