¡Noticia! Nos la ha dado la propia vicepresidente del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría: “A lo largo de este mes de marzo sacaremos un Código de Buen Gobierno que incidirá en el tema de las incompatibilidades de los altos cargos.
¡Noticia! Nos la ha dado la propia vicepresidente del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría: “A lo largo de este mes de marzo sacaremos un Código de Buen Gobierno que incidirá en el tema de las incompatibilidades de los altos cargos.
El problema no es la Ley, es como se aplica. Por eso, en el documento que prepara este señor, vamos a incidir en ese asunto e incluiremos propuestas novedosas” y eso que el Gobierno acaba de aprobar la entrada de Elena Salgado en Chilectra. Este señor, que estaba al lado de Saénz de Santamaría era José Luis Ayllón, secretario de Relaciones del Gobierno con las Cortes y mano derecha de la vicepresidenta, que no quería soltar prenda. “Lo estamos elaborando, no puedo desvelar nada, pero incluiremos algunas ideas que van a repercutir en las Incompatibilidades para Altos Cargos”.
Ocurre, sin embargo, que los de Zapatero ya hicieron un Código de Buen Gobierno y que también lo tienen las grandes empresas, pero no es vinculante habitualmente. pese a todo, recopilemos la historia que da mucho juego.
LA PASARELA DE POLITICA A ECONOMÍA Y DE ECONOMÍA A POLÍTICA
La pasarela entre poder político y poder económico se ha vuelto a poner de moda tras el fichaje de la vicepresidenta Elena Salgado por la eléctrica Endesa, para Chilectra, la filial de distribución en Chile. La bronca es que Salgado ficha cuando no han transcurrido ni tres meses después de haber dejado el cargo de vicepresidenta de Economía del Gobierno Zapatero. El truco para eludir la ley de Incompatibilidades de los Miembros del Gobierno y de los Altos Cargos es que Endesa Chile es una empresa extranjera, pero como reconoce uno de los expertos en esta ley “es absurdo, porque el principal accionista de Endesa Chile es Endesa”.
La iniciativa de Salgado ha caído fatal en las filas del PSOE y entre sus antiguos compañeros de Gobierno. No entienden “qué necesidad tenía de ello. ¿No podía haber esperado un poco, guardar las formas?Dicen que ni siquiera va a cobrar 60.000 euros” comentaba un ex ministro que se sentaba con ella en el Gobierno. De puertas afuera los comentarios son mucho más contenidos, como el que nos ha hecho la número dos de Rubalcaba, Elena Valenciano: “No dudamos de la legalidad de la decisión de la ex vicepresidenta, pero políticamente creemos que ella debería de haber esperado un tiempo razonable”. Y punto. Ni a ella, ni a la portavoz parlamentaria Soraya Rodríguez, les apetece hablar más del asunto, aunque sus caras no disimulan la contrariedad.
EL ANTECEDENTE TIMMERMAN
Pero aquellos polvos trajeron estos lodos. No vamos siquiera a remontarnos a los nombramientos de Aznar como consejero externo de Endesa ni de FelipeGonzález por Gas Natural, justo en los tiempos en que se estaba jugando con el futuro de la primera eléctrica española que ha terminado en manos italianas. España ni siquiera es el país donde más tráfico de influencias se da entre la clase política y la económica. Japón es el caso más descarado. En Europa son famosos los casos del canciller alemán Gerhard Schröder por la petrolera rusa Gazprom. O situaciones a la inversa, como son los casos de “los chicos de Goldman Sachs, el presidente del Gobierno italiano Mario Monti, o el gobernador del BCE, Mario Dragui. Por no hablar del ministro de Economía español, Luis de Guindos, que presidió Lehman Brothers España y dejó el consejo de Endesa hace dos meses, cuando fue nombrado para la cartera económica por Mariano Rajoy y qué al preguntarle por la Ley de Incompatiblidades y su posible reforma, nos contestado que “ni he tenido tiempo de pararme a pensarlo. Bastante tengo con los bancos”. Y sí, debe de tener bastante, porque a menudo nos despacha en el Congreso con el mismo latiguillo, los bancos.
Guindos aparte, os refrescamos la memoria con algunos hitos sucedidos en España en materia de tolerancia con los políticos y su destino a las empresas privadas. Un caso similar al de Elena Salgado fue el de Alfredo Timmerman, el ex jefe de gabinete de Aznar que fichó por Telefónica con la excusa de que era para su filial, Telefónica Internacional quien le contrataba para una delegación en Nueva York. El Ministerio de Administraciones Públicas que dirigía Jordi Sevilla tuvo que tragarse el expediente que preparaba a Timmerman, porque el presidente Zapatero ya había pactado con Aznar la salida de Timmerman. Zapatero paro el expediente de incompatibilidades argumentando que “alguna vez nos pasará a nosotros” y el Gobierno socialista tragó con el caso Timmerman, como luego con el de David Tagüas, exdirector de la oficina económica de Zapatero, que se marchó a la patronal de las constructoras.
EL CORAZÓN DE ORO DE ALIERTA
Si hay un presidente de multinacional española que tiene el corazón de oro y no sabe decir que no a los fichajes de los políticos, ese es César Alierta, de Telefónica. Sobre la operadora española como “un Inem de lujo para los políticos” se han escrito ríos de tinta. Desde Zaplana y Javier de Paz, hasta el actual caso del yerno del Rey, Iñaki Urdangarín -aunque no se trate exactamente de un político- todos han tenido o tienen su butaquita en la compañía.
Pero mientras Alierta tiene la fama de pastelear con la clase política a pares, otros cardan la lana y eso es lo que ha estado pasando en los últimos tiempos con el actual presidente de Endesa, Borja Prado, quien ha posibilitado el fichaje de Salgado, que no es ni el primero ni el único. Prado -hijo de Manuel de Prado y Colón de Carvajal, el fiel amigo del Rey y decían que asesor económico-era consejero delegado de Endesa desde el año 2007, y llegó a la presidencia en sustitución de José Manuel Entrecanales (de Acciona y los Entrecanales de toda la vida), quien a su vez llegó a la cúpula de Endesa tras la batalla del Gobierno de Zapatero y el ministro de Industria, Miguel Sebastián, contra Manuel Pizarro y la opa de Gas Natural, Eon, Enel…En fin, uno de los culebrones empresariales más tristes de la vida española, que ha terminado con la primera eléctrica en manos italianas, y con el citado Prado como presidente, una vez que Entrecanales ganó sus 1.700 millones en plusvalías y se marchó.
A lo que ibamos, que el cuento es largo. Desde que Borja Prado llegó a la cúpula de Endesa se ha empeñado en rodearse de políticos de renombre. A saber, Prado cuenta con José María Aznar como asesor personal para América Latina, con Miguel Roca, consejero de la eléctrica (y de ACS y a veces actúa de correa de transmisión entre ambos grupos); el ex vicepresidente económico y antecesor de Salgado, Pedro Solbes que fichó por Enel en una operación directa de la cúpula en Italia de esa multinacional, que es propietaria de más del 90% de Endesa tras haber ganado la histórica OPA. Y ahora Salgado para Chilectra. Por ahora. La diversidad de fichajes ideológicos del hijo del diplomático Manuel de Prado obedece a eso precisamente, a la diplomacia y tener cubiertos todos los huecos, gobiernen los socialistas o los populares.
RAZONES PARA PAGAR A LOS POLÍTICOS
Pero no sólo las multinacionales eléctricas o de telecos juegan al paraguas político. Históricamente la gran banca ha practicado las mismas costumbres, desde el Santander, el BBVA o la Caixa. El caso que seguramente mejor recordarán algunos por lo reciente es el del ex vicepresidente Rodrigo Rato, que pasó por el Santander y la Caixa a su regreso del FMI y antes de aterrizar en Bankia.
¿Y los políticos metidos en las empresas son rentables? Hemos preguntado a tres ex directores de comunicación de grandes corporaciones españolas, que prefieren mantener el anonimato. Y las conclusiones más importantes son que los fichajes responden a tres tipos de razones. Una es la devolución de algún favor que el fichado ha hecho a esa empresa desde el Gobierno; otra, la espera de conseguir influencias en otros países, como es el caso de Latinoamérica o Europa, utilizando el nombre del político recién fichado. No es lo mismo que a Monti o a Cristina Kichner les llame Rato o Elena Salgado que un nombre que les resulta desconocido. Una tercera razón, que no es mencionada por la clase política y sí por estos expertos, es que “os guste o no, los mercados valoran a los consejos de administración y a la cúpula de una corporación. A más nombres rimbombantes, nota más elevada”.
Lo que esta claro es que cambiar el sistema será harto difícil, por más Código que se esfuerce en hacer Ayllón. Gaspar Llamazares (IU) explica que “a ninguno de los dos grandes partidos les conviene. Y sí, yo creo que les fichan por puro tráfico de influencias y raya en lo delictivo. En el caso de Salgado -como otros antes- es una burla a la ley de incompatibilidades. Luego se les llena la boca con la presencia de los políticos y los sindicatos en los consejos de las cajas de ahorro. Y todo esto contribuye al desprestigio de la clase política, que ya tenemos bastante encima”.
Total, la que has liado Elena Salgado por no esperar un poco más. Dentro de dos años ¿hubiera sido distinto?
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