Por Sergio Ferrari - ALAI
El próximo 6 de noviembre se realizarán elecciones generales en Nicaragua, país centroamericano que motorizó en los años ochenta uno de los movimientos de solidaridad internacional más activos de la historia contemporánea.
Como entonces, hoy, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) sigue siendo uno de los principales actores políticos y su candidato, el actual Presidente Daniel Ortega, aspira a la reelección.
Sin embargo, algunas de las antiguas personalidades sandinistas de los ochenta se sitúan en la oposición abierta. Lo que dibuja un escenario particular donde cuatro alianzas tratan de disputar la hegemonía al partido en el Gobierno.
Entrevista con William Grigsby, militante sandinista, director de la Radio La Primerísima – entre las de más audiencia de Nicaragua- y agudo analista político de la región centroamericana.
P: Las últimas encuestas pre-electorales le asignan una cómoda victoria al candidato de la Alianza “Unida, Nicaragua Triunfa”, el actual presidente Daniel Ortega. ¿Coincide con esa lectura?
William Grigsby (WG): El ambiente general en el país anticipa que Daniel Ortega ganará las elecciones. Pienso, incluso, que podría darse una abrumadora mayoría lo que le permitiría obtener los dos tercios -de los 90 diputados- que integran el parlamento. Resultado que facilitaría incluso una futura reforma de la Constitución. De esta tendencia están conscientes los otros cuatro partidos, todos de derecha, que compiten en las elecciones. Así como también los grandes empresarios y Gobiernos como el de Estados Unidos. No obstante el FSLN no se confía de este pronóstico y sus activistas siguen haciendo su trabajo casa por casa en todas las comunidades de los 153 municipios de los 17 departamentos y regiones del país. La verdad definitiva se conocerá el 6 de noviembre cuando los ciudadanos nicaragüenses se pronuncien en las urnas.
P: La oposición denuncia la ilegalidad de las elecciones. Para ella Daniel Ortega no estaba autorizado para un segundo mandato consecutivo, habiendo ya ejercido el gobierno en los años ochenta.
R: En un Estado de derecho es el Poder Judicial quien determina, en última instancia, cuándo una norma afecta derechos fundamentales de uno o varios ciudadanos. En Nicaragua, la Corte Suprema de Justicia determinó que no se puede aplicar la prohibición de la reelección presidencial para alguien que ya ejerció dos períodos antes. La Corte entendió que impedir que Daniel Ortega sea candidato vulneraría los principios esenciales de la propia Constitución, que priman sobre cualquier otra norma jurídica. La cuestión es que la oposición en Nicaragua solo se somete al imperio de la Ley y a los fallos judiciales, cuando le conviene. En última instancia la legitimidad de un nuevo mandato del candidato sandinista, en términos políticos, dependerá sobre todo de la forma en que la ciudadanía se exprese electoralmente. Y pienso que el voto será contundente.
P: La misma oposición habla de “clientelismo” de parte del poder para explicar la posible victoria electoral del sandinismo...
R: La mayoría de los nicaragüenses saben que hoy viven mucho mejor que hace cinco años. Solo por citar un ejemplo: en un país en el cual el 78% de la población vive con 2 dólares diarios o menos, hasta enero de 2007 la educación y la salud se pagaban. Hoy son absolutamente gratuitas. Otros indicadores en estos cinco años: el país ha doblado el monto de sus inversiones; el salario mínimo se duplicó; creció el empleo; se resolvió la crisis de energía eléctrica y se amplió de un 56 a un 70% la cobertura de ese servicio; 80 mil mujeres del campo son ahora productoras de leche y carne; 217 mil mujeres ha recibido micro-créditos sin interés. Además, el analfabetismo se redujo del 32 al 4%; el Estado creó una red nacional de distribución de alimentos básicos, con cuatro mil puestos que los venden a precios más favorables que el mercado privado; 481,537 productores agrícolas de todos los tamaños, fueron sujetos de crédito. Adicionalmente, en cuatro años, el Gobierno entregó 1,397 millones de dólares en créditos para la agricultura. Hoy 152 mil empleados públicos reciben un bono mensual de 700 córdobas (ndr: en torno de 35 dólares estadounidenses) como complemento salarial. Esas son, entre muchas otras, las razones por las cuales, pienso, que el electorado plebiscitará masivamente al FSLN.
P: Diversos partidos o agrupaciones que en su origen eran parte del Frente Sandinista hoy apoyan a Fabio Gadea, uno de los candidatos de la derecha. Incluso Edmundo Jarquín, dirigente del Movimiento de Renovación Sandinista, es el candidato a vicepresidente de esa lista. ¿Cómo se comprende la actitud de la disidencia sandinista?
WG: El MRS es ya hoy una fracción de derecha que ha renegado del sandinismo para inscribirse entre las fuerzas más reaccionarias de la sociedad nicaragüense. La mayoría de sus militantes que no son más de 150, ocupó posiciones privilegiadas en los años 80 como miembros del FSLN. Luego, cuando el FSLN fue oposición, se dedicaron a hacer negocios. Su motivación actual para aliarse con Fabio Gadea es más personal que política. Es un sector que odia personalmente a Daniel Ortega y busca la venganza política porque ya no controla al FSLN como sucedió hasta 1994.
P: Centroamérica vive una situación muy especial de su historia. La ex guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional es hoy Gobierno en El Salvador. La resistencia hondureña que apoya al ex presidente depuesto Manuel Zelaya ha demostrado su fuerza estos últimos meses y aspira a ganar las próximas elecciones. ¿Cuál podría ser el impacto del resultado electoral en Nicaragua del próximo 6 de noviembre en este contexto regional?
WG: En términos históricos, Nicaragua siempre ha jugado un papel clave en toda la región. Lo que aquí ocurre influye a los otros cinco países centroamericanos. La integración económica entre estos países, con economías que dependen mucho la una de las otras, está por encima de cualquier divergencia ideológica en cualquiera de los gobiernos, como se ha demostrado estos últimos cinco años. El FSLN ha jugado un papel de estabilidad y consenso en la región, como quedó demostrado con la reacción mundial contra el golpe militar contra el presidente Manuel Zelaya en 2009 y su posterior retorno a Honduras. Insisto: el sandinismo es un elemento que aporta activamente a la estabilidad regional.
P: Para concluir, América Latina atraviesa un proceso casi generalizado de consolidación democrática con predominancia progresista. ¿Cuál es la relación hoy entre lo que vive Nicaragua y esa coyuntura continental?
WG: Entre los siglos XVIII y XX, Europa parió los cambios que aún hoy repercuten en gran parte del planeta. El siglo XXI es de América Latina. Europa no sólo envejece como población sino en sus ideas. Tiene crisis de paradigmas y de valores. En cambio, América Latina vive una ola de revoluciones nacionalistas y progresistas, que rompen los moldes de la ortodoxia marxista o de los revisionistas socialdemócratas. La mayoría de los países latinoamericanos han iniciado caminos diferentes con un mismo propósito: acabar con la pobreza y procurar el desarrollo con equidad social. Los sandinistas integran esa corriente de Nuestra América. En tanto, en Europa y en Estados Unidos el poder hace exactamente lo contrario. Quiere salvar el capitalismo produciendo más pobres, profundizando las diferencias sociales, reduciendo el Estado y privilegiando la mafia financiera que dirige sus sociedades. Hemos emprendido caminos antagónicos y solo la historia podrá colocar a cada quien en su lugar.
William Grigsby (WG): El ambiente general en el país anticipa que Daniel Ortega ganará las elecciones. Pienso, incluso, que podría darse una abrumadora mayoría lo que le permitiría obtener los dos tercios -de los 90 diputados- que integran el parlamento. Resultado que facilitaría incluso una futura reforma de la Constitución. De esta tendencia están conscientes los otros cuatro partidos, todos de derecha, que compiten en las elecciones. Así como también los grandes empresarios y Gobiernos como el de Estados Unidos. No obstante el FSLN no se confía de este pronóstico y sus activistas siguen haciendo su trabajo casa por casa en todas las comunidades de los 153 municipios de los 17 departamentos y regiones del país. La verdad definitiva se conocerá el 6 de noviembre cuando los ciudadanos nicaragüenses se pronuncien en las urnas.
P: La oposición denuncia la ilegalidad de las elecciones. Para ella Daniel Ortega no estaba autorizado para un segundo mandato consecutivo, habiendo ya ejercido el gobierno en los años ochenta.
R: En un Estado de derecho es el Poder Judicial quien determina, en última instancia, cuándo una norma afecta derechos fundamentales de uno o varios ciudadanos. En Nicaragua, la Corte Suprema de Justicia determinó que no se puede aplicar la prohibición de la reelección presidencial para alguien que ya ejerció dos períodos antes. La Corte entendió que impedir que Daniel Ortega sea candidato vulneraría los principios esenciales de la propia Constitución, que priman sobre cualquier otra norma jurídica. La cuestión es que la oposición en Nicaragua solo se somete al imperio de la Ley y a los fallos judiciales, cuando le conviene. En última instancia la legitimidad de un nuevo mandato del candidato sandinista, en términos políticos, dependerá sobre todo de la forma en que la ciudadanía se exprese electoralmente. Y pienso que el voto será contundente.
P: La misma oposición habla de “clientelismo” de parte del poder para explicar la posible victoria electoral del sandinismo...
R: La mayoría de los nicaragüenses saben que hoy viven mucho mejor que hace cinco años. Solo por citar un ejemplo: en un país en el cual el 78% de la población vive con 2 dólares diarios o menos, hasta enero de 2007 la educación y la salud se pagaban. Hoy son absolutamente gratuitas. Otros indicadores en estos cinco años: el país ha doblado el monto de sus inversiones; el salario mínimo se duplicó; creció el empleo; se resolvió la crisis de energía eléctrica y se amplió de un 56 a un 70% la cobertura de ese servicio; 80 mil mujeres del campo son ahora productoras de leche y carne; 217 mil mujeres ha recibido micro-créditos sin interés. Además, el analfabetismo se redujo del 32 al 4%; el Estado creó una red nacional de distribución de alimentos básicos, con cuatro mil puestos que los venden a precios más favorables que el mercado privado; 481,537 productores agrícolas de todos los tamaños, fueron sujetos de crédito. Adicionalmente, en cuatro años, el Gobierno entregó 1,397 millones de dólares en créditos para la agricultura. Hoy 152 mil empleados públicos reciben un bono mensual de 700 córdobas (ndr: en torno de 35 dólares estadounidenses) como complemento salarial. Esas son, entre muchas otras, las razones por las cuales, pienso, que el electorado plebiscitará masivamente al FSLN.
P: Diversos partidos o agrupaciones que en su origen eran parte del Frente Sandinista hoy apoyan a Fabio Gadea, uno de los candidatos de la derecha. Incluso Edmundo Jarquín, dirigente del Movimiento de Renovación Sandinista, es el candidato a vicepresidente de esa lista. ¿Cómo se comprende la actitud de la disidencia sandinista?
WG: El MRS es ya hoy una fracción de derecha que ha renegado del sandinismo para inscribirse entre las fuerzas más reaccionarias de la sociedad nicaragüense. La mayoría de sus militantes que no son más de 150, ocupó posiciones privilegiadas en los años 80 como miembros del FSLN. Luego, cuando el FSLN fue oposición, se dedicaron a hacer negocios. Su motivación actual para aliarse con Fabio Gadea es más personal que política. Es un sector que odia personalmente a Daniel Ortega y busca la venganza política porque ya no controla al FSLN como sucedió hasta 1994.
P: Centroamérica vive una situación muy especial de su historia. La ex guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional es hoy Gobierno en El Salvador. La resistencia hondureña que apoya al ex presidente depuesto Manuel Zelaya ha demostrado su fuerza estos últimos meses y aspira a ganar las próximas elecciones. ¿Cuál podría ser el impacto del resultado electoral en Nicaragua del próximo 6 de noviembre en este contexto regional?
WG: En términos históricos, Nicaragua siempre ha jugado un papel clave en toda la región. Lo que aquí ocurre influye a los otros cinco países centroamericanos. La integración económica entre estos países, con economías que dependen mucho la una de las otras, está por encima de cualquier divergencia ideológica en cualquiera de los gobiernos, como se ha demostrado estos últimos cinco años. El FSLN ha jugado un papel de estabilidad y consenso en la región, como quedó demostrado con la reacción mundial contra el golpe militar contra el presidente Manuel Zelaya en 2009 y su posterior retorno a Honduras. Insisto: el sandinismo es un elemento que aporta activamente a la estabilidad regional.
P: Para concluir, América Latina atraviesa un proceso casi generalizado de consolidación democrática con predominancia progresista. ¿Cuál es la relación hoy entre lo que vive Nicaragua y esa coyuntura continental?
WG: Entre los siglos XVIII y XX, Europa parió los cambios que aún hoy repercuten en gran parte del planeta. El siglo XXI es de América Latina. Europa no sólo envejece como población sino en sus ideas. Tiene crisis de paradigmas y de valores. En cambio, América Latina vive una ola de revoluciones nacionalistas y progresistas, que rompen los moldes de la ortodoxia marxista o de los revisionistas socialdemócratas. La mayoría de los países latinoamericanos han iniciado caminos diferentes con un mismo propósito: acabar con la pobreza y procurar el desarrollo con equidad social. Los sandinistas integran esa corriente de Nuestra América. En tanto, en Europa y en Estados Unidos el poder hace exactamente lo contrario. Quiere salvar el capitalismo produciendo más pobres, profundizando las diferencias sociales, reduciendo el Estado y privilegiando la mafia financiera que dirige sus sociedades. Hemos emprendido caminos antagónicos y solo la historia podrá colocar a cada quien en su lugar.
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