Por Manuel Freytas (*)
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Hay una lógica contradictoria que baja desde el poder real del imperio USA, el lobby económico proisraelí que controla EEUU por encima de la Casa Blanca, que se proyecta sobre la estructura gerencial de los políticos locales, y se expande a la estructura gerencial política y a la propia sociedad norteamericana y europea.
El sistema de poder capitalista, nivelado a escala global, que controla Wall Street, la Reserva Federal, el dólar y el Complejo Militar Industrial norteamericano, es una estructura corporativa hegemónica conformada por no más de 200 bancos y empresas trasnacionales con asentamiento territorial y operativo en EEUU y la Unión Europea.
Empresas multinacionales industriales, bancarias, de servicios, armamentistas, petroleras, con vasos comunicantes en sus paquetes accionarios. Que a su vez compiten entre sí por el control de los mercados y los negocios a nivel mundial.
Ese poder, que hace lobby de influencias en la Casa Blanca, el Congreso y el Pentágono, y en toda la estructura del poder europeo y norteamericano, en cuanto a la resolución del conflicto con Siria, está dividido, no por causas políticas sino por razones estratégicas de intereses económicos.
El ataque unilateral, que compró el gerente Obama, está impulsado por el sector halcón, con intereses en las armamentistas, empresas de servicios y petroleras que extraen su rentabilidad comercial de la guerra, y no por el sector que hace negocios financieros y comerciales con Medio Oriente.
Este sector se beneficia más con la paz que con la guerra, evalúa críticamente la situación, y se da cuenta que los frentes de conflicto que puede detonar un ataque militar a Siria supera la implicancia regional y puede desatar una crisis internacional.
Esta dinámica contradictoria del poder económico imperial se refleja a su vez en el poder político gerencial. Y explica porqué un sector de los demócratas en el gobierno se unen a los republicanos para rechazar la operación militar unilateral de Washington.
La división de la clase política respecto del plan de ataque de Obama sólo refleja la división del poder económico frente al tablero sirio. Y toda esta dinámica del centro imperial USA, se proyecta a su vez a Europa y al resto de las potencias, emergentes y centrales.
Lo que explica porqué Obama, en la Cumbre del G-20, está siendo presionado por el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), las propias naciones aliadas, para que desista del proyecto de atacar a Siria sin aval de la ONU y del resto de las potencias nucleadas en la OTAN.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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