El Partido Nacional Republicano, ante las elecciones autonómicas y locales del 22 de mayo, propugna no votar. Concebimos que la lucha política discurre al margen de los cauces de representación que nos concede el juancarlismo y sus corifeos.
Rechazamos nuestra participación en los comicios a los que nos convocan periódicamente. No somos compinches de la estafa a la que son sometidos nuestros compatriotas: se nos hace creer que regimos nuestros destinos mediante un voto que, exclusivamente, sirve para alimentar la dinámica antinacional, antisocial y antidemocrática auspiciada por el vigente régimen, además de procurar el modus vivendi a sus huestes.
El juancarlismo ha vuelto a convocar a los españoles a una de sus pantomimas. El régimen desempolva la maquinaria electoral y pone a las fracciones de su partido único, el PPSOE junto a CiU y PNV en sus cotos particulares, a competir por el reparto del pastel autonómico y municipal en un pulso que ya mira a las próximas generales previstas para 2012. En
Otras formaciones, como candidaturas de independientes, reformistas y anti-sistemas, persiguen las migajas. Toda esta participación marginal embellece la férula de la oligarquía del PPSOE bajo el discurso pluralista: los pobretones también pueden participar en el convite de los amos. Pero la liga sólo la juegan el Madrid y el Barça.
De igual a igual, nos invitan a depositar el voto junto a los separatistas y los emisarios de ETA, ahora legalizados bajo la marca Bildu; a los esbirros de la izquierda y la derecha del capital que nos imponen los dictados y planes de ajuste de Merkel y Sarkozy; y a los parásitos de los oligopolios económico-financieros y demás clientelas encumbradas por la monarquía de los banqueros.
Los cinco millones de parados, el endeudamiento impagable que nos sitúa a las puertas de la debacle, el deterioro imparable de las condiciones económico-sociales no se conjuran en los parlamentos y consejerías de las trece comunidades autónomas llamadas a celebrar elecciones ni en ninguno de los más de ocho mil ayuntamientos esparcidos por la geografía nacional. Antes bien, toda esta estructura contribuye de manera decisiva a la sangría del gasto y el déficit público.
Resultan irrisorias todas aquellas opciones que concurren a estas elecciones y se autoproclaman regeneracionistas o aquellas otras que, desde presupuestos radicales, presentan sus candidaturas anti-sistema: aspiran a insertarse en la herrumbre autonómica o a aprobar las partidas para las fiestas patronales de sus pueblos.
La gravedad de la situación que vivimos exige una alternativa global: la República unitaria, democrática y socialista que reclama España no puede surgir de las urnas –sean estatales, autonómicas o locales– de quienes nos han llevado a un desastre sin precedentes y a la demolición de España.
Es hora de ventilar soluciones que ayuden a desbrozar el camino hacia nuestra liberación nacional-democrática:
- Un combate por la soberanía nacional que niegue el reconocimiento de la deuda, que recupere una moneda y una política monetaria propias, que rompa con la Unión Europea y el FMI.
- La socialización de bancos y cajas y su unificación en una banca pública, con potestades de banco emisor, que ordene y canalice el crédito y asegure los depósitos de los pequeños ahorradores.
- La socialización de todos los sectores estratégicos, empezando por el energético, con recurso a la construcción de centrales nucleares más grandes, potentes y seguras.
- La demolición del Estado de las autonomías, cupos y fueros. La racionalización y concentración de municipios.
- La supresión de subvenciones públicas a partidos, sindicatos, patronales, iglesias y montajes clientelistas de la partitocracia reinante.
- La defensa del sistema público de pensiones.
- Una fiscalidad basada en la imposición directa y progresiva.
- La creación de una institución pública dotada de potestades necesarias para la expropiación de las viviendas hoy en manos de los bancos, promotoras e inmobiliarias, y la adquisición masiva de suelo para la constitución de un parque público de viviendas en régimen de alquiler no superior al 20% del salario.
Ya basta de actuar de sicarios del imperialismo de turno: ¡Por nuestra dignidad nacional! ¡Ni un soldado español para la intervención en Libia! ¡España, fuera de la OTAN! ¡Fuera las bases yanquis del territorio nacional!
La abstención activa que preconizamos, no es un llamamiento a realizar un ejercicio nihilista y apolítico, sino un acto deliberado contra los parapetos pseudo-democráticos de la oligarquía juancarlista. Pero es un jalón más en un curso que ha de desembocar en la potenciación de un partido de nuevo cuño, como el Partido Nacional Republicano, y en la acción directa de masas: manifestaciones, marchas, concentraciones y ocupaciones de las sedes e instituciones dirigidas a desbordar la monarquía parlamentaria de Juan Carlos I.
El 22 de mayo ¡NO VOTES!
ESPAÑA, REPÚBLICA, SOCIALISMO
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