Omar Pérez Salomón| La pupila insomne | 19-4-2011
A pocos meses del triunfo de la Revolución Cubana, altos funcionarios de la Casa Blanca abogaron por una invasión a la isla. Basta recordar lo que confesó el vicepresidente de Eisenhower, Richard Nixon, en su libro Seis Crisis: “A principios de 1960, la opinión que yo había sostenido durante nueve meses se impuso por fin. La Agencia Central de Inteligencia recibió órdenes de proporcionar armas, municiones y adiestramiento militar a los cubanos que habían huido del régimen de Castro y que en esa época se hallaban desterrados en Estados Unidos y varios países de América Latina.”
A partir de entonces, los preparativos para organizar una fuerza mercenaria y derrocar el poder revolucionario pasaron a formar parte de la estrategia anticubana. En este sentido se puso en marcha un plan que incluía una campaña de propaganda y desinformación, utilizando medios radiales, prensa escrita y las agencias internacionales de noticias.
Durante el desembarco de la Brigada mercenaria en abril de 1961, Radio Swan transmitió información para ofrecer apoyo táctico a los mercenarios y creó estados de opinión en torno a los acontecimientos que estaban sucediendo, conformando una visión tergiversada de los hechos. En este sentido reportó:
“Los invasores están avanzando continuamente en todos los frentes. A través de Cuba, la gente se está uniendo a los invasores, junto con los rebeldes de la clandestinidad, las fuerzas de Castro se rinden en masa”.
Por su parte la agencia AP reportaba el 17 de abril desde Miami: “La mayor parte de la milicia de 400 mil hombres reclutada por Castro ya ha desertado y la batalla decisiva se realizará dentro de unas horas”.
Pero el puntillazo lo puso la UPI que divulgó la siguiente noticia el día 18 de abril: “Fuerzas invasoras aislaron hoy el puerto de Bayamo, en la costa sur de la provincia de Oriente”.
Cualquiera que conozca medianamente geografía de Cuba, sabe que la ciudad de Bayamo no está en la costa sur y no posee puerto.
El diario norteamericano Daily World publicó hace algunos años un artículo del periodista Edgard Boorstein titulado “Mentiras”, que relata:
“Cuando yo viví en Cuba en los primeros años de la Revolución, me sucedió enfrentarme con un sorprendente ejemplo de cuánto miente el ‘establishment’ norteamericano. Fue en 1961, durante la invasión de Bahía de Cochinos. Fui a casa a comer. Mis dos hijos y mi esposa escuchaban atentamente las noticias por radio. Girando el botón de la sintonía, dimos con ‘Radio Swan’, radioemisora caribeña controlada por Estados Unidos.
“El locutor sin referencia alguna a la Associated Press (AP), o a la United Press International (UPI), afirmó: ‘Los luchadores por la libertad atacaron el hotel Hilton (actual Habana Libre) durante la noche pasada y lo incendiaron. El hotel ardió toda la noche y ahora es un montón de ruinas humeantes’. Nuestra habitación, por una de sus ventanas permite ver precisamente dicho hotel. No había terminado el locutor de dar la noticia, mi familia y yo, sin hablar, miramos por la ventana. Por supuesto, el hotel estaba en su sitio como si nada hubiera ocurrido. Todos estallamos en carcajadas.”
Playa Girón asombró al mundo, pues en menos de 72 horas se logró derrotar a la poderosa maquinaria bélica norteamericana y su andamiaje propagandístico.
A propósito de aquellos hechos, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, expresó en junio de 1961: “Esa imagen deformada del mundo que hemos estado viendo es la imagen deformada que a su vez hoy tratan de transmitir al resto del mundo sobre la Revolución Cubana. Ustedes verán qué espacio le dedican a la Revolución Cubana diariamente, la UPI, la AP la prensa yanqui, y las estaciones de radio y de televisión yanquis. Le dedican a Cuba y a la Revolución Cubana, un gran espacio, el espacio destinado a matar el ejemplo, el espacio destinado a destruir la influencia del ejemplo cubano en otros pueblos, sobre todo en los pueblos latinoamericanos”. Han transcurrido cincuenta años pero la vigencia de tales palabras no ha disminuido un ápice.
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