Al contrario que ocurre con nuestra antítesis ideológica –la derecha-, en donde la doctrina se encamina a potenciar la individualidad, la atomización social, y de hecho a la desconstrucción o acotación de la Voluntad Colectiva que se encamine a la transformación o reemplazo del capitalismo; cuyo único afán es potenciar el libre mercado y conseguir el máximo beneficio en base a la lógica errónea de que la actividad económica es propia de la condición humana, de la sociedad, y por ello ajeno al estado, obviando a voluntad que éstas son partes indisolubles del estado, por tanto, el mismo debe de incidir activamente en ese aspecto, y no al contrario -la desregulación-. Es importante recordar que para establecer esa condición en la macro-estructura supraestatal, el sistema se vale de los aspectos legislativos del estado y finalmente coercitivos… En ese sentido, sus intelectuales se limitan a la creación de directrices que permitan la pervivencia del sistema –especialmente en el plano político económico-, las mismas son reproducidas a través de un sistema educativo que las inculca como verdad única, y que observa a la exclusión como parte integral de la condición humana y por ende irresoluble para el sistema. La incuestionabilidad de estas directrices se perpetua a través de la toma de los valores culturales efectuado desde los medios de comunicación de masas, y con ello no solo evitan la vuelta a estados de organización social anteriores, sino que también impiden las novísimas propuestas encaminadas a transformar el sistema.
En el caso de la izquierda, el proceso es distinto, pues la toma hegemónica de la cultura, implica el desarrollo de ideólogos orgánicos que definan lo teórico, y de hecho lograr la cohesión de la Voluntad Colectiva en torno a una idea de transformación social, a una idea revolucionaria, entendida como aquella que rompe definitivamente con el pasado para dar lugar al nacimiento de un nueva realidad acorde a las propuesta del colectivo que se encuentra en la vanguardia del movimiento y que de hecho pretende encaminarse hacia la hegemonía…; y con ellos desencadenar las transformaciones sociales que deriven en una nueva realidad que rompa definitivamente con el pasado… O lo que es lo mismo, la izquierda, para desarrollar sus propuestas transformadoras requiere necesariamente de la implicación del colectivo; salvo en las visiones eurocentristas de la “izquierda” intoxicada que ha hecho propias las características del sistema en el que se ha convertido en elemento integral y necesario para la supervivencia del mismo; aquello que conocemos como la “Izquierda” Imperialista, hoy muy visible en el caso libio.
Ocurre que en el socialismo -teoría aún en desarrollo y de tránsito a un sistema más igualitario- como planteamientos teóricos que en realidad da respuestas a contradicciones nacidas en el seno de países capitalistas industrializados y no a países con características económicas pre-capitalistas, ha requerido de la construcción de esos ideólogos orgánicos mencionados, con el fin de que funcionen como guía del movimiento en construcción, pero dadas las características incluyentes y plurales del socialismo -pues se pretende involucrar al universo de los sectores sociales-, la figura de éste intelectual individual resulta en necesaria por cuanto permite entender y plantear al movimiento directrices a desarrollar en un momento primo, pero a su vez son insuficiente, pues en última instancia representan las visiones particulares de unos sujetos –más o menos informados- insertados en un proceso de transformación social plural; es decir, hasta este momento la pertenencia al proceso del ciudadano común apela únicamente al sentimiento del necesario cambio de una realidad profundamente injusta en la que se encuentra inmerso. El ejemplo genuino es quizás el primer ejercicio del socialismo aplicado, en donde las transformaciones se impulsaron desde estamentos burocráticos, que a la postre implicó un divorcio con la base social y la Voluntad Colectiva que terminó fragmentándose. Esto no quiere decir, que el mismo sea erróneo o que carece de importancia –como así se ha planteado desde los sectores revisionistas-, sino al contrario, pues al tratarse del primer ensayo ideológico de socialismo aplicado al estado, éste sembró las bases de las posibilidad real de que otro modo de organización social y de relaciones inter-clases es posible, y que el mismo sólo será exitoso en la medida en que el conjunto social actúe en post de la transformación de la realidad que les atenaza.
En el nuevo proceso que está en marcha en Latinoamérica, se está readaptando la teoría a la realidad y características de cada nación que lo practica; entonces podemos asumir que el Socialismo Teórico y el Socialismo Burocrático han dado lugar al nacimiento de un Socialismo Idiosincrático¹, uno que persigue el dominio de la justicia social acorde a las características socioculturales de la sociedad que los ejercita. En ese sentido, la teoría y los ideólogos siguen resultando en preponderante para el desarrollo del mismo, pero con un nuevo sujeto que resulta de involucrar a las bases, que de hecho se ha integrado en torno a una voluntad colectiva de transformación social… Esta característica -no es nueva- es uno de los grandes baluartes del Socialismo Cubano –en donde cada ciudadanos es elector y elegible, entre otros aspectos-, y de hecho debemos de reconocer en él a uno de los pilares fundamentales de la revolución, pues el estado cubano ha conseguido que cada ciudadano, sea sujeto social y político, a través de convertirlos en partícipes directos de la política y organización del estado…
Esa organización ciudadana ha sido integrada en la realidad social de los miembros del ALBA, y aunque podemos considerar que falta mucho trabajo y tiempo para conseguir los resultados obtenidos en la isla, constituye en sí misma el embrión de la construcción del Ideólogo Colectivo –parafraseando al Hombre Colectivo² ideado por Karl Marx-; o lo que es lo mismo, con la integración activa del ciudadano común en el proceso, nos estamos asegurando alcanzar puntos ideológicos fuera del alcance de visiones individuales -es el caso de la integración en torno a la Voluntad Colectiva de transformación-, y que sólo pueden ser entendidos y planteados desde la pluralidad de los sujetos implicados en el proceso, dando una nueva dimensión a los aspectos culturales e ideológicos del Socialismo y a su punto de llegada, el Marxismo.
PLOMO.
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¹ Con Socialismo Idiosincrático me refiero a la aplicación de socialismo acorde a las características individuales de la sociedad que lo practica, que de hecho significa una ruptura efectiva con el desarrollismo lineal…, así pues, incluso el desarrollo es entendido y practicado dependiendo de la visión particular de cada pueblo respecto al mismo.
² Marx explica que hay una parte del trabajo que no puede ser atribuido a un solo sujeto, sino al conjunto de los trabajadores, al Trabajador u Hombre Colectivo.
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