miércoles, 9 de febrero de 2011

Sandino: Vigencia de su Ideario programático revolucionario. Por Pablo E. Barreto


*El Pensamiento Vivo del General Sandino sigue siendo camino luminoso de los revolucionarios sandinistas, que sueñan con transformar el sistema capitalista dominante en una sociedad socialista de justa distribución de las riquezas nacionales


*Han transcurrido 77 años desde que Sandino fue asesinado en las calles de Managua por el gobierno criminal yanqui, Anastasio Somoza García y la Guardia Nacional o ejército de ocupación norteamericana desde 1934 hasta julio de 1979


*Pablo E. Barreto Pérez


“… Mis actos se encaminan a defender con lealtad y sin ambición personal el decoro de mi Patria”.


Juro que no quiero recompensa personal alguna”. “Queremos probar a los pesimistas que el patriotismo no se invoca para alcanzar prebendas y puestos públicos; se demuestra con hechos tangibles ofrendando la vida en defensa de la soberanía de la patria, pues es preferible morir antes que aceptar la humillante libertad del esclavo”.


Esta lucha está completamente desligada de todo interés económico, y por el dinero se siente el más profundo desprecio en los campamentos de nuestro Ejército”.


Nuestro Ejército es el más disciplinado, abnegado y desinteresado en todo el mundo terrestre, porque tiene conciencia de su alto papel histórico. No importa que plumas rastreras nos den el calificativo de “bandidos”.


Estas ideas de corte histórico trascendental, escritas con sencillez diáfana y profunda, durante el fragor de más de 500 combates libertarios, heroicos y legendarios, de rechazo heroico y valiente a los invasores criminales yanquis y sus cómplices vendepatrias liberales y conservadores, en Nicaragua, muestran el desinterés absoluto por prebendas y cargos públicos por parte de Sandino y de los miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, lo cual era totalmente contrario a lo que buscaban “Chema” Moncada Tapia, Emiliano Chamorro Vargas, Adolfo Díaz Resinos y resto de basuras vendepatrias al servicio descarado del gobierno criminal y empresas trasnacionales opresoras y explotadoras de Estados Unidos.


En esta nueva etapa revolucionaria, la segunda etapa de la Revolución Popular Sandinista (comenzada en 2007), al retomar el poder político y gubernamental el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y mientras celebramos los 50 años de fundación del FSLN, vale la pena recordar una partecita del Ideario Patriótico y Revolucionario de Sandino, con el fin de fortalecer la conciencia política e ideológica de todos los que seguimos ese camino luminoso del General de Hombres Libres, para combatir con argumentos fuertes y claros a los enemigos o adversarios del proceso revolucionario, quienes actúan en coro, encabezados por el gobierno gringo, los oligarcas locales, partidos derechistas vendidos, medios informativos al servicio de la oligarquía local y de Estados Unidos, algunos Organismos No Gubernamentales y unos pocos intelectuales arrastrados (por dinero) ante los opresores del capitalismo o imperialismo salvaje.


Leyendo y releyendo escritos del General Sandino, en nombre del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, me encuentro numerosas ideas suyas, entresacadas de sus planteamientos programáticos de lucha antiintervencionista y antiimperialista, entre las cuales menciono las siguientes:


Defensa de la Soberanía Nacional, Defensa del Decoro y Dignidad de la Patria mancillada por invasores extranjeros y vendepatrias, Nacionalismo, Antiintervencionismo, Antiimperialismo, Independencia Nacional, Anticolonialismo, Clasismo, Centroamericanismo, Latinoamericanismo, internacionalismo proletario (obreros, campesinos medios y pobres e intelectuales honrados) Unidad de los nicaragüenses y de los pueblos latinoamericanos, contra los opresores imperialistas yanquis y las oligarquías locales vendidas y traidoras; Conciencia patriótica elevada y revolucionaria , puso como principio fundamental de lucha la Abnegación y el Sacrificio extremo hasta la muerte por la Patria agredida por los yanquis genocidas; igualmente puso como principio fundamental el de que civiles armados defendieran la libertad de la Patria y su Soberanía Nacional con las armas en la mano; solidaridad militante entre los seres humanos nacionales y entre los pueblos contra los opresores extranjeros y nacionales, y asimismo convenció a los miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de que era necesario luchar con alegría por la libertad y soberanía de la Patria.


Además, abogó y defendió la Unidad Centroamericana, la Unificación de América Latina contra el gobierno criminal norteamericano, defendió el llamado Sueño Supremo de Simón Bolívar, precisamente de ver unidos y en cooperación plena a nuestros pueblos en un Frente Continental Único contra los invasores norteamericanos y europeos; abogó por la justicia socioeconómica a favor de los pobres y oprimidos y por el uso de nuestros Recursos Naturales centroamericanos y latinoamericanos a favor del bienestar social, económico, cultural y político de los pueblos de América Latina.


Inclusive, en el Ejército defensor de la Soberanía Nacional y en el General Sandino son notorísimos: la valentía sin vacilaciones, la audacia humana ante las dificultades, genialidad militar nata y popular; sencillez, sabiduría popular, aprendizaje de los secretos de las montañas, valles, cañadas, cúspides de volcanes; algunos soldados y jefes (generales y coroneles) aprendían a leer y escribir mientras andaban en campaña contra los invasores yanquis, y también aprendían el lenguaje de los indígenas del Norte de Nicaragua, en las Regiones del Río Coco y en el Norte de la Costa Atlántica; hizo popular la idea de “somos civiles armados para repeler la agresión militar de una potencia extranjera”.


El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional fue fundado el 2 de septiembre de 1927, en la cumbre del mítico Cerro del Chipote, en el corazón de las montañas segovianas, en cuyas cumbres elevadas se estrellaban nieblas y nubes frías, adonde acudieron centenares de campesinos medios y pobres, obreros de minas del Norte de Nicaragua, y unos cuantos intelectuales nacionales e internacionales, para estampar sus firmas en el acta de fundación de este glorioso ejército de combatientes patróticos, cuyo épico accionar legendario comenzaría a dejar huellas inmortales con más 500 combates que harían morder el lodo y el polvo de la derrota a los marines yanquis invasores y agresores, cuyos gobernantes de Estados Unidos se verían obligados a sacarlos precipitadamente en enero de 1933, al ser derrotados vergonzosamente por un ejército de campesinos y obreros, quienes sin entrenamiento de las academias militares gringas, sí contaban con el ardor patriótico de defensa de la Soberanía Nacional de Nicaragua.


Al conocer el Manifiesto de Sandino en la Mina de San Albino, los criminales o asesinos yanquis y sus cómplices locales de la Guardia Nacional, con Anastasio Somoza García al frente, fueron en busca del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, “para aniquilarlo”, “para matar a los “bandidos”, y de paso incendiaban poblaciones campesinas enteras y mataban a centenares de “sospechosos” de pertenecer al Ejército del General Sandino.


Allá por los caminos en los caminos entre hondonadas, cañones, precipicios profundos, montañas tupidas de bosques y árboles gigantes, entre cuyas ramas se colaban las nubes, el viento, el frío, el canto de los pájaros, el aullido de fieras; sí, allá les esperaba a los rubios criminales y sus cómplices la nuevecita modalidad guerrillera sandinista de la emboscada, el ataque sorpresa, la retirada rápida; una columna guerrillera enemiga que les esperaba en cualquier parte de senderos desconocidos, en medio de la maleza y que disparaba desde las copas (alturas) de los árboles, que esperaba que cruzaran el río, y cuando estaban en el agua, les disparaban una lluvia de plomo. Era la primera guerra de guerrillas librada o ejecutada en el Continente americano, concretamente contra un Ejército agresor e invasor del territorio nicaragüense.


La primera batalla guerrillera se registró el 9 de septiembre en un lugar llamado Las Flores, donde una columna de marines yanquis fue sorprendida en marcha de una guarnición a otra. Este tipo de accionar guerrillero, sorprendente, audaz, de golpes relámpagos, de retiradas veloces y ordenadas, se convertirían en los sistemas tácticos del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y del General Sandino como Comandante Supremo de aquel ejército de patriotas revolucionarios y antiimperialistas.


Los objetivos eran clarísimos y simples: causar el mayor número de bajas a los enemigos con la menor cantidad de tiros, apropiarse de las armas de los mismos enemigos, de sus municiones y de sus vituallas militares. No presentar nunca combates prolongados. Mediante esta táctica se registraron más de 500 combates en montañas, caminos y ciudades como Ocotal, en Nueva Segovia, donde uno de los primeros caídos fue Rufo Marín, cuando ya ostentaba el rango de coronel.


En innumerables ocasiones, los soldados criminales yanquis y sus jefes se quedaban esperando que el combate siguiera, mientras Sandino y los jefes de las columnas del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, ya iban lejos, se habían retirado. Esto les ocasionaba miedo profundo a los soldados rubios y sus cómplices de la Guardia Nacional. Enfrentaban el horror de las lluvias copiosas en las montañas, de los mosquitos que te comen el cuerpo, los suampos que te arrancan las botas, los ríos crecidos arrastrando árboles y piedras, las fieras hambrientas al acecho, y el terror de caer, de repente, en una emboscada mortal de los sandinistas, que, además, se movían con su “Coro de Ángeles” o niños ruidosos, también combatientes.


El Campamento del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional estaba en la altísima prominencia del Cerro Chipote, defendido por desfiladeros profundos, siempre cubiertos por neblina y nubes y adonde no llegaba ningún camino conocido. Allí se habían construido ranchos rústicos de palma, donde funcionaban talleres de refacción de armas, fabricación de municiones y bombas, sastrerías y zapaterías. Allí mismo funcionaba un sistema de correo hacia Danlí, Honduras, para que de inmediato se supiera de los combates fuera de Nicaragua.


De ese Campamento salían las columnas guerrilleras, jefeadas por los siguientes generales:


Pedro Altamirano, conocido como Pedrón, indígena de Jinotega, quien aprendió a leer y escribir durante la campaña militar contra los invasores. Era comandante de la columna número uno, la cual llegó a controlar los Departamentos de Matagalpa y Chontales.


Juan G. Colindres, también de Jinotega, comandante de la columna número siete. Operó en Nueva Segovia, en Estelí, en León y Chinandega.


José León Díaz. Era de El Salvador, y comandaba la columna número cinco, la cual operó en León y Chinandega.


Francisco Estrada, artesano de Managua. Fue el Jefe el Estado Mayor del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional. Era un joven de talento extraordinario, un estratega militar nato.


Pedro Antonio Irías, jinotegano. Era el comandante de la columna número tres, la cual puso a raya a los invasores yanquis y sus cómplices liberales y conservadores de la Guardia Nacional en Matagalpa, Jinotega y Zelaya o Costa Atlántica.


José María Jirón Ruano. Era guatemalteco. Fue militar de carrera, pues estudió en Potsdam, Alemania. Fue capturado y fusilado por los criminales gringos.


Miguel Ángel Ortez. Nacido en Ocotal, Nueva Segovia. Era un táctico militar nato. Se convirtió en general del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional cuando apenas tenía 25 años. En la lucha contra los invasores yanquis y sus cómplices trabó decenas de combates y emboscadas contra los agresores en territorio leonés: en Achuapa, en Telica, en Chichigalpa (Chinandega) y murió peleando en un combate en Palacagüina. Miguel Ángel Ortez se convirtió en una celebridad extraordinaria porque era el más joven de los generales del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y debido al combate de El Bramadero, donde los rubios invasores yanquis sufrieron una de las derrotas militares más terribles, de mortandad casi total de la columna de varios centenares de miembros del Ejército agresor norteamericano.


Abraam Rivera. Era jinotegano. Fue profundo conocedor de las regiones del Norte y del Río Coco, de sus pobladores y de sus lenguas indígenas, lo cual facilitó la comunicación entre el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y las poblaciones aledañas al Río Coco. Comandaba la columna número seis, la cual controlaba fundamentalmente el Norte de Zelaya y Cabo Gracias a Dios.


Carlos Salgado. Era de Somoto, capital del Departamento de Madriz. Comandaba la columna número dos, la cual se movía en distintas direcciones, era la más móvil, desde Zelaya Norte hasta León.


Juan Pablo Umanzor. Segoviano. Comandante de la columna número cuatro. Tenía control militar total en Nueva Segovia, donde puso a raya y aniquiló a centenares de invasores rubios y a sus cómplices conservadores, liberales y soldados de la Guardia Nacional o ejército de ocupación yanqui, jefeado por Anastasio Somoza García.


Hubo otros generales y coroneles del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional: Rufo Marín, caído en la batalla de Ocotal; Coronado Maradiaga, Juan Santos Morales, Enrique Somarriba, Ismael Peralta, Pedro Blandón, Juan Santos Morales, Agustín Farabundo Martí (salvadoreño), Sócrates Sandino (hermano del General Sandino) y Santos López, quien después se convertiría en el eslabón vital entre Sandino, Carlos Fonseca y el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Fue también conocida una mujer llamada Teresa Villatoro, salvadoreña, quien era parte de los combatientes en la cumbre del Chipote.


El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional tuvo en sus filas hasta 6,000 soldados. Esta fue su cantidad máxima en el pináculo de su lucha para expulsar a los agresores, cuando corría el año 1932.


Fueron más de 500 combates guerrilleros, casi todos exitosos, demoledores. El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional derribó, a punta de balazos, los primeros aviones de guerra del Ejército yanqui, antes de que fuesen llevados a ponerlos en uso durante la Segunda Guerra Mundial.


Al verse derrotados los marines yanquis y sus cómplices de la Guardia Nacional, el gobierno gringo retira sus tropas invasoras en enero de 1933. Sandino viene a Managua a firmar la paz con Juan Bautista Sacasa, el tío títere de Anastasio Somoza García.


A Sandino no le perdonaban haberlos puesto en ridículo y en evidencia de que un Ejército de obreros y campesinos, pobres pero con alma de patriotas revolucionarios, derrotaran vergonzosamente al Ejército más poderoso del Planeta.


Entonces, el gobierno criminal gringo, Anastasio Somoza García y su Guardia Nacional o ejército de ocupación yanqui, decidieron asesinar a Sandino. Aprovecharon que Sandino vino nuevamente a Managua, a Casa Presidencial, a reunirse con Juan Bautista Sacasa, invitado a una cena, a hablar de paz nuevamente y a denunciar que la Guardia Nacional estaba persiguiendo y matando a antiguos miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional en sectores como Wiwilí, donde los antiguos combatientes ya se habían desarmado, según los acuerdos de paz, y se dedicaban a organizar cooperativas agrícolas, a cultivar la tierra y otros menesteres acordados con el gobierno liberal de Sacasa. Sandino vino a Managua acompañado de los generales Santos López, Francisco Estrada, Juan Pablo Umanzor y de su hermano Sócrates Sandino, quien ostentaba el grado de coronel.


Sandino no estaba equivocado en sus apreciaciones de que la Guardia Nacional era un ejército de ocupación o interventor, dejado instalado por el gobierno criminal gringo, cuyos jefes, Anastasio Somoza García y la misma Guardia Nacional consideraban un peligro a Sandino y a su Ejército defensor de la Patria.


Sandino, Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor fueron capturados por esta banda de asesinos en la bajada de la Loma de Tiscapa, en Managua, el 21 de febrero de 1934. De ahí los condujeron a las cárceles de El Hormiguero, ubicado en esquipa opuesta al Campo de Marte de la Guardia Nacional o ejército de ocupación yanqui. De este lugar fueron trasladados al llamado Aeropuerto Xolotlán, donde fueron asesinados, fusilados al amparo de la noche oscura y del terror que ya imponían los guardias genocidas somocistas, mancornados con el gobierno criminal de Estados Unidos.


Antes de la captura de Sandino, Estrada y Umanzor, los guardias somocistas genocidas ya habían matado a Sócrates Sandino en la casa de Sofonías Salvatierra, donde por la audacia aprendida en la montaña, Santos López había logrado evadir la lluvia de balazos en su contra. Escaló muros y abrió brechas en medio de la oscuridad de la Managua de 1934, para evadir a los asesinos del imperio o gobierno de Estados Unidos.


Al siguiente día, continuando el plan genocida de estos asesinos miserables y cobardes, continuaron la matanza en Wiwilí y otros sitios de Jinotega y Nueva Segovia, de casi todos los antiguos miembros del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional. Estaban ya desarmados y se dedicaban a organizar cooperativas agrícolas por instrucciones del General Sandino. Algunos historiadores y testigos presenciales afirmaron que fueron asesinados no menos de 3,000 campesinos patriotas, de aquellos que nunca se vendieron ni se rindieron ante los agresores de la Patria.



    Carlos Fonseca Amador, jefe de la Revolución Popular Sandinista, recogió el Ideario y planteamientos Programáticos del General Sandino, en cooperación con Santos López e investigaciones conjuntas con Angelita Morales Avilés, y armó el Programa Histórico del FSLN, enriqueció la teoría y práctica guerrillera de Sandino, con el fin de poner en función el plan político-militar de demolición del aparato estatal yanqui-somocista-oligárquico, para cambiar el sistema de opresión por otro de justicia social profunda, destinado a la construcción del socialismo en Nicaragua.


    Claro, el nuevo Ejército Revolucionario, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, tuvo que poner igualmente una cuota de sacrificio elevadísima, de Héroes y Mártires, de casi 50,000 seres humanos que entregaron sus vidas valiosas antes del 19 de julio de 1979, para que finalmente la Patria fuese libre de la opresión somocista y del gobierno criminal de Estados Unidos, es decir, concluir la obra iniciada por Sandino y el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, en 1927.


Han pasado 77 años desde que asesinaron vilmente a Sandino en las calles de Managua. Hablar de la obra revolucionaria del Padre de la Revolución Antiimperialista en América Latina, es muy largo. He querido escribir lo más esencial para que jóvenes y adultos, sandinistas y no sandinistas, tengamos conciencia plena del papel histórico que han jugado Sandino, el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y el Frente Sandinista en la Historia de Nicaragua, para que nuestra Patria ya no tenga, como hasta julio de 1979, a los verdugos del régimen sanguinario somocista, que asesinaban, robaban, torturaban, mantenían al país entero en terror sostenido, mientras hoy, en cambio, en libertad conquistada a balazos y con la sangre de casi 100,000 Héroes y Mártires (incluyendo los de la década del 80), luchamos con ideas políticas, ideológicas, económicas, sociales, científicas, culturales, medioambientales, etc., con el fin de cambiar el sistema capitalista dominante, injusto, por otro que nos permita distribuir la riqueza del país de manera justa, socialista.


Finalmente, cito al mismo Sandino: “…seré intransigente y no depondré mi actitud hasta no arrojar de mi patria y del poder a los invasores y traidores que por tantos años han traficado con la honra de la nación”.


“…la patria de la raza indohispana comienza desde las riberas del Río Bravo y termina en el confín Sur de la Tierra del Fuego”.


Ustedes están en la obligación de hacer comprender al pueblo de América Latina que entre nosotros no deben existir fronteras y que todos estamos en el deber preciso de preocuparnos por la suerte de cada uno de los pueblos de la América Hispana, porque todos estamos corriendo la misma suerte ante la política colonizadora y absorbente de los imperialistas yanquis”.


Pablo E. Barreto Pérez: periodista, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia Cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.


1 comentario:

  1. tenemos la obligacion moral de acabar con elcapitalismo cueste lo que cueste no podemos espera mas tiene que ser ahora ,sandino vive y los demas hombres y mujeres valerosa de nuestra america latina ..el turno ahora es nuestro viva puerto rico libre.

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