voselsoberano.com | Jueves 13 de Enero de 2011 18:51
A medida que nos despertamos a la pesadilla de la nueva Casa de Representantes controlada por los republicanos, los liberales del Congreso tienen ante ellos una prueba inmediata en el frente de América Latina. En la actualidad, los fanáticos de la derecha y representantes del sur de la Florida, Ileana Ros-Lehtinen y Connie Mack, controlan la Comisión de Asuntos Exteriores y el Subcomité sobre el Hemisferio Occidental, respectivamente, y Honduras es una prioridad en sus agendas. Ellos están desafiando a la administración de Obama porque consideran que ha actuado suavemente con Manuel Zelaya, el presidente de Honduras democráticamente electo que fue derrocado en un golpe de Estado militar el 28 de junio de 2009. También han atacando la renuencia inicial del gobierno de otorgar al régimen de facto su apoyo incondicional.
Ros-Lehtinen y Mack están muy conscientes que Honduras importa muchísimo como un campo de pruebas vulnerables para la ampliación del dominio de Estados Unidos en el hemisferio. Es por ello que los presidentes de casi todos los países de América Latina cerraron filas inmediatamente para condenar el golpe de Estado, conscientes de que podrían ser fácilmente las próximas fichas en la caida del dominó; por eso mismo Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela y muchos otros países siguen oponiéndose a la readmisión de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Mientras nos preparamos contra los ataques de los congresistas de la Florida al gobierno de Obama, es importante tener claro lo peligroso que han sido las políticas de Obama en Honduras. Gracias a un cable de Wikileaks, sabemos que Hugo Llorens, el embajador de Estados Unidos en Honduras, informó al Departamento de Estado en julio de 2009 que "no hay duda de que los militares, la Corte Suprema y el Congreso Nacional conspiraron el 28 de junio en lo que constituyó un ilegal e inconstitucional golpe de Estado." Sin embargo, la secretaria de Estado Hillary Clinton evitó usar la frase "golpe militar", regañó a Zelaya cuando intentó regresar a su país y evitó una condena completa al presidente de facto Roberto Micheletti, tratándolo como Zelaya en condiciones de igualdad en las negociaciones.
El cable filtrado de Llorens pone aún más en tela de juicio a la administración de Obama con su entusiasta abrazo al actual presidente Porfirio "Pepe" Lobo, surgido de una falsa elección en noviembre 2009, que fue dirigida por los golpistas y boicoteada por la mayoría de la oposición y los observadores internacionales. Desde el golpe, los Estados Unidos han construido dos nuevas bases militares en Honduras (en Gracias a Dios y en la isla de Guanaja), han incrementado la ayuda para capacitar la policía y, más recientemente, el 27 de diciembre, anunció que aviones no tripulados operarán conjuntamente en la base de la fuerza aérea de Palmerola.
Mientras tanto, el gobierno sucesor del golpe continúa con su feroz represión de la oposición. El 15 de septiembre, día de la Independencia de Honduras, la policía y los militares invadieron una estación de radio de la oposición, le lanzaron al interior gas lacrimógeno y arrojaron gas lacrimógeno y golpearon a una manifestación pacífica. El 15 de noviembre, paramilitares supuestamente al servicio de Miguel Facussé, un oligarca rico que fue clave en el respaldo al golpe de Estado, asesinaron a otros cinco campesinos activistas en el Valle del Aguán, lugar que permanece bajo ocupación militar. El 8 de enero, Juan Ramón Chinchilla, comunicador y un prominente representante del Frente Nacional de Resistencia en el Valle del Aguán, fue secuestrado y torturado por las fuerzas paramilitares. Él se escapó después de dos días, pero no José Luis Sanabria, un maestro activista en la resistencia, que fue secuestrado el 30 de diciembre en Florida, Copán, y encontrado muerto dos días después. Todo esto continúa prácticamente con impunidad. Como Eduardo David Ardón escribió recientemente en el diario hondureño El Tiempo, "el terrorismo de Estado tiene luz verde para ejercer todo tipo de violencia y cometer crímenes de todo tipo, sin ser juzgados o investigados."
El Departamento de Estado, no obstante, quiere desesperadamente legitimar el gobierno de Lobo a nivel internacional, especialmente a través de su readmisión en la OEA. Además quiere revivir el corrupto sistema bipartidista de Honduras para que el país puede simular un proceso electoral democrático. El elefante gigante en la sala es, sin embargo, Zelaya, el presidente depuesto exilado en la República Dominicana y sigue siendo el gran símbolo de la Resistencia al golpe de Estado, que une al amplio movimiento por la justicia social que desde entonces se ha levantado. Los grupos de derecha de Honduras quieren a Zelaya en la cárcel; los Estados Unidos lo quiere de regreso en Honduras, liberado de las acusaciones falsas contra él. Lobo tiene miedo, sin embargo (con razón) que el culto a la personalidad de Zelaya es tan inmenso que en el momento que él ingrese al país, la capacidad de Lobo para gobernar, siendo ya marginal, se evaporará.
Ahora los representantes Ros-Lehtinen y Mack están elevando las apuestas, poniendo a Honduras en la parte superior en su larga lista de la ultra-derecha de cosas por hacer en América Latina, para retroceder la ola de gobiernos de izquierda-centro-izquierda que llegaron al poder democráticamente en los últimos quince años (Ros-Lehtinen ha hecho llamados públicos para asesinar Fidel Castro.) Ambos visitaron Honduras después del golpe de Estado para demostrar su apoyo a la dictadura de Micheletti. El 5 de enero, en uno de sus primeros actos como presidente del Comité de Asuntos Exteriores, Ros-Lehtinen escribió a Arturo Valenzuela, secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, y dijo que estaba "profundamente preocupada" por los informes que los Estados Unidos presiona al gobierno de Honduras para que retire los cargos contra Zelaya, y exigió que los funcionarios de EE.UU. dejarán de interferir en los procesos judiciales de Honduras.
Mack, por su parte, ha indicado que quiere llevar a cabo nuevas audiencias sobre Honduras. Él también quiere impulsar el diálogo para resituar a Zelaya como un criminal. "Lo que ocurrió en Honduras no fue un golpe de Estado" e insiste. "al día de hoy todavía estamos castigando a Honduras por hacer lo que nosotros esperaríamos que todos los países de América Latina hicieran." En respuesta al cable de filtrado de Llorens afirmando que sin duda fue un golpe de Estado, Mack ha pedido la renuncia del Embajador y prometió investigar.
La oscura figura detrás de gran parte de la espiral pro golpista en Washington es el cabildero Lanny Davis, viejo confidente de Hillary Clinton. Davis se vio obligado recientemente a dimitir de representar a Laurent Gbagbo, el fuerte hombre vicioso que actualmente aterroriza Costa de Marfil--alimentando las crecientes críticas que “el Sr. Davis se ha convertido en una especie de testaferro del lado oscuroâ€�, como bien lo describió New York Times. Poco después del golpe de Estado en Honduras, Davis trabajó para un grupo selecto de sus patrocinadores para vender el golpe de Estado en los Estados Unidos. Ahora ha firmado un contrato con Lobo en el que ofrece una "respuesta rápida" contra las críticas al régimen en los medios de Estados Unidos.
Los liberales del Congreso enfrentan un desafío inmediato y desalentador en Honduras. Ellos están bajo una tremenda presión por cerrar filas detrás de Obama contra el resurgimiento del Partido Republicano, en este frente y en muchos otros. ¿Van a ayudar a la Casa Blanca a calmar a Ros-Lehtinen y Mack, suavizando su línea con Lobo? ¿O será que se afirmarán y pedirán el fin del apoyo de Estados Unidos para el régimen represivo? El 19 de octubre, veinte y nueve miembros del Congreso se unieron al representante Sam Farr en la firma de una carta a Clinton pidiendo que Estados Unidos cese la asistencia a Honduras y que deje de presionar a la OEA para readmitir a Honduras. ¿Seguirá creciendo su número o habrá algún senador demócrata que alce su voz contra los actuales abusos a los derechos humanos en Honduras?
En el terreno, la Resistencia está viva y bien, a pesar de la terrible e implacable represión. Pero para que el pueblo hondureño reconstruya su país desde abajo, con su propia y amplia visión de la justicia social, necesitan desesperadamente que los progresistas en los Estados Unidos los respalden, y se opongan a las políticas represivas en América Latina-ya sea la versión Obama o la agenda aún más aterradora de la derecha.
Traducción libre Voselsoberano.com
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