Lima. Por Tomás Borge, Radio la Primerísima. | 10 diciembre de 2010
La intervención de Mario Vargas Llosa en el acto de entrega del premio nobel de literatura en Estocolmo fue un espectacular homenaje a la egolatría. Recordó, una y otra vez, episodios de su vida personal, desde que aprendió a leer a los 5 años. Hizo llorar a su familia y a varios de los presentes recurriendo con buena literatura a sus cariños y respectivas reciprocidades.
En el Perú solo ha recibido elogios y en los enternecidos corazones de la derecha mundial, también. Todos los diarios –casi todos son de derecha en el Perú– y de otras latitudes, destacan sus insultos contra los países revolucionarios de América. Con inaudita falta de respeto llama payasos a los gobiernos de Bolivia y Nicaragua y se expresa con desprecio del Ecuador, Venezuela y Cuba.
Su discurso contrasta con otros, pronunciados en ese mismo recinto. El de Gabriel García Márquez, por ejemplo –a quien Mario Vargas odia– quien omitió el recuento de su vida y se refirió a las desdichas de este continente: son más de 120 mil los desaparecidos con motivos de la represión –dijo–, en aquella época de los gobiernos asesinos predominantes en América Latin –alguno de los cuales sobreviven– a los cuales añora el novelista peruano. Vargas, no ve, no quiere ver, ignora sin escrúpulos, la miseria de millones de seres humanos en el mundo – incluyendo los de su tierra natal– hace caso omiso de la corrupción política en varios países, incluyendo México, los Estados Unidos y otros.
Vargas Llosa es engreído, intolerante, ciego a las torturas de Guantánamo y de los asesinatos de obreros, campesinos y revolucionarios de distintas geografías.
El gobierno de Evo Morales, quien rescató la dignidad de la gran mayoría de su población, es despreciado por el premio nobel, en esencia, porqué lo domina el desdén hacia los indígenas y los pobres. El ciudadano Peruano–español solo ve con buenos ojos a los blancos y a los ricos. Tiene pavor y asco por los cholos de su tierra.
El gobierno de Daniel Ortega termino con el analfabetismo en Nicaragua, con los torturantes apagones que predominaron en gobiernos anteriores. Nicaragua es un país sin presos políticos, sin bombas lacrimógenas, es uno de los países más seguros del mundo, ha mejorado las condiciones de vida de miles de pobres, todo lo cual, por supuesto, incomoda al brillante novelista. Nicaragua es un país sin fines políticos, sin bombas lacrimógenas, es uno de los países más seguros del mundo.
Después de cada intervención este hábil escribiente demuestra ser un genio del lenguaje, un despistado político y un retardado mental ideológico.
En el Perú solo ha recibido elogios y en los enternecidos corazones de la derecha mundial, también. Todos los diarios –casi todos son de derecha en el Perú– y de otras latitudes, destacan sus insultos contra los países revolucionarios de América. Con inaudita falta de respeto llama payasos a los gobiernos de Bolivia y Nicaragua y se expresa con desprecio del Ecuador, Venezuela y Cuba.
Su discurso contrasta con otros, pronunciados en ese mismo recinto. El de Gabriel García Márquez, por ejemplo –a quien Mario Vargas odia– quien omitió el recuento de su vida y se refirió a las desdichas de este continente: son más de 120 mil los desaparecidos con motivos de la represión –dijo–, en aquella época de los gobiernos asesinos predominantes en América Latin –alguno de los cuales sobreviven– a los cuales añora el novelista peruano. Vargas, no ve, no quiere ver, ignora sin escrúpulos, la miseria de millones de seres humanos en el mundo – incluyendo los de su tierra natal– hace caso omiso de la corrupción política en varios países, incluyendo México, los Estados Unidos y otros.
Vargas Llosa es engreído, intolerante, ciego a las torturas de Guantánamo y de los asesinatos de obreros, campesinos y revolucionarios de distintas geografías.
El gobierno de Evo Morales, quien rescató la dignidad de la gran mayoría de su población, es despreciado por el premio nobel, en esencia, porqué lo domina el desdén hacia los indígenas y los pobres. El ciudadano Peruano–español solo ve con buenos ojos a los blancos y a los ricos. Tiene pavor y asco por los cholos de su tierra.
El gobierno de Daniel Ortega termino con el analfabetismo en Nicaragua, con los torturantes apagones que predominaron en gobiernos anteriores. Nicaragua es un país sin presos políticos, sin bombas lacrimógenas, es uno de los países más seguros del mundo, ha mejorado las condiciones de vida de miles de pobres, todo lo cual, por supuesto, incomoda al brillante novelista. Nicaragua es un país sin fines políticos, sin bombas lacrimógenas, es uno de los países más seguros del mundo.
Después de cada intervención este hábil escribiente demuestra ser un genio del lenguaje, un despistado político y un retardado mental ideológico.
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