por Amaru Barahona Portocarrero
Los “tranques”, o bloqueos de vías, violentan múltiples derechos humanos. Sirven también como base para organizar, desde allí, incendios y saqueos de bienes públicos y privados; ataques a cuarteles de policía; y asesinatos salvajes motivados por el odio, o que responden a cálculos sombríos para inculpar, con el apoyo de los medios, a la policía y al gobierno.
Actualmente, se encuentran totalmente controlados por pandillas tradicionales convertidas en “maras”. Su conversión en “maras” significa que, desde inicios del golpe en curso, fueron armadas y financiadas, y por ende organizadas, merced a la labor coordinada de un binomio siniestro: el MRS (movimiento de renovación sandinista) y la “comunidad de inteligencia” USA (las 15 agencias que, incluyendo la CIA, conforman el Consejo de Seguridad Nacional).
Al comienzo de la asonada, participaron en los “tranques” campesinos del norte de Nicaragua. Originarios de la zona donde, durante la guerra de los 80, tuvo hegemonía la “Contra”. Campesinos que fueron “contras”. Sin embargo, esta participación duró poco. Rápidamente, la intuición de clase de este sector develó los hilos de la conjura, y se retiró de los “tranques” anunciando públicamente sus razones: “los tranques están perjudicando la economía campesina…” Este sector campesino, fue el único estrato social popular no mercenario ni lumpen que se involucró, fugazmente, en el movimiento. Hoy, el dominio absoluto de los “tranques” es lumpen mercenario y, agregaría, tenebroso.
¿Cómo se sostienen económicamente los “tranques”? Hay un abastecimiento logístico, técnico – material, que ha estado a cargo del binomio MRS – “comunidad de inteligencia” USA (armas, operadores políticos, francotiradores, operadores de videos, comunicadores mediáticos, etc.). Los obispos y curas, y algunos empresarios de medio pelo, han estado suministrando prendas y comidas. Pero esto no es suficiente. ¿De dónde proviene el dinero líquido para pagar a los mercenarios? Inicialmente, Piero Cohen Montealegre, integrante del gran capital, estuvo sosteniendo financieramente a las “maras”. Sin embargo, esto no podía ser por mucho tiempo. Uno de los atributos de la oligarquía nica es su extrema tacañería. Carlos Pellas, por ejemplo, dueño de la mayor fortuna de Nicaragua y, posiblemente, de Centroamérica, no ha puesto ni un centavo para sufragar el golpe. Aunque ha colaborado poniendo su hospital a disposición de los conjurados. Lo cierto es que hoy, Cohen Montealegre ya suspendió su flujo de aporte monetario.
Entonces, en el momento en que se avecinaba una crisis, la “comunidad de inteligencia” USA realizó su trabajo y estableció el puente: la mafia del narcotráfico mediada por el MRS, se convirtió en la fuente de abasto financiero para el pago de las “maras”. Y el puente opera hasta el día de hoy.
En Nicaragua, no sólo se fundaron las “maras”. También se estableció un vínculo financiero demoníaco entre la mafia narco y las “maras”. Este maridaje infame es una estructura que permanecerá para largo.
Su expansión, desde Nicaragua hacia el sur es cuestión de tiempo.
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