Era el 6 de diciembre de 1914, cuando Emiliano Zapata y Francisco (Pancho) Villa hacían su entrada triunfal a la Ciudad de México, capital de la nación homónima. Era un acto de victoria y conquista revolucionaria.
Pancho Villa (in the Presidential chair) chats with Emiliano Zapata at Mexico City. Tómas Urbina is seated at far left, Otilio Montaño (with his head bandaged) is seated to the far right. |
Zapata, a quien se le conocía como “El caudillo del Sur”, y Villa, “El Centauro del Norte”, habían firmado dos días antes el Pacto de Xochimilco, con el cual se consolidaba la alianza entre el Ejército Libertador del Sur y las tropas de la División del Norte, con el fin de promover y hacer cumplir las reformas agrarias, así como llevar a un civil a la presidencia de la República.
Fue un momento fundamental de la Revolución Mexicana, que se había iniciado en 1910 y que llegaría a su fin en 1920.
Los luchadores sociales, junto con sus fuerzas campesinas y militares, recorrieron entonces las calles de Ciudad de México, hasta llegar al Palacio Nacional, donde meses antes había estado Venustiano Carranza, quien huyó hacia Veracruz para instaurar su gobierno.
Era el pelotón compuesto por los hombres de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur; dos fuerzas que se unieron en alma, corazón y armas.
Algo más de 50.000 hombres se concentraron en Chapultepec, y a las 11:00 de la mañana empezaron a avanzar por el Paseo de la Reforma, de acuerdo con un relato del investigador Alejandro Rojas, quien precisa que la jornada culminó cuando Villa, acompañado por Zapata, se sentó en la silla presidencial.
Para la investigadora Elsa Aguilar Casas, históricamente “la ruta de las guerra de México tenía como meta final la Ciudad de México”, por lo que toda fuerza armada debía buscar la manera de llegar a este simbólico lugar, que era sinónimo de la victoria. Era “el acto que legitimaba el triunfo”.
Durante la estancia de estas fuerzas en Ciudad de México, Villa ordenó cambiar el nombre de la calle de Plateros por el de Francisco I. Madero, con lo que demostraba su afecto y respeto a quien fuese su compañero de lucha.
Camino pedregoso
Para llegar a Ciudad de México, los zapatistas y villistas tuvieron que trazarse un camino y una lucha que se vio sumida en sangre, guerra, esperanza y victoria.
Luego del asesinato de Francisco Madero I., quien gobernó México durante 1911 y 1913, y del vicepresidente José María Pino Suárez por parte del general Victoriano Huerta, en México se desarrolló una lucha en contra de Huerta por la traición y el golpe de Estado que había dirigido.
Con el pasar del tiempo, la gestión gubernamental y fuera de la constitución de Huerta se hizo imposible de sostener, pues durante la dictadura militar disolvió al Congreso de la Unión y desconoció la Carta Magna, así como arreció la lucha que había iniciado en 1910 contra los zapatistas, pero que fue “detenida” en 1911 cuando formó parte del gobierno de Madero.
Para contrarrestar el terror instaurado por Huerta, las fuerzas revolucionarias impulsaron a Venustiano Carranza, quien fungió como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo.
Los cuerpos contrarios a Huerta aupaban el constitucionalismo frente a la dictadura, que se vio disuelta en 1914 cuando Huerta huyó de la capital y posteriormente presentó ante el Congreso su renuncia. Esto marcó el triunfo del Ejército Constitucional.
No obstante, los conflictos internos, tanto políticos como ideológicos, arreciaron.
“Si bien habían llegado a un acuerdo para conseguir la caída de Huerta, apenas alcanzado ese objetivo, las dificultades entre Villa y Carranza, y entre Zapata y Carranza se hicieron cada vez más delicadas”, relata Aguilar Casas en su texto “Villa y Zapata en la Ciudad de México”.
Es entonces cuando tiene lugar una reunión entre todas las fuerzas patriotas en la ciudad de Aguascalientes, donde Carranza recibió el rechazo de los zapatistas y villistas por no haber reconocido el Plan de Ayala, que contemplaba la reforma de las normas agrarias, la libertad, la justicia y la ley, y con la cual se desconoció el gobierno del presidente Francisco I. Madero (1911-1913), a quien se le acusó de traicionar las causas campesinas.
Para entonces fue imposible generar un acuerdo de desarrollo del país.
Zapata y Villa pactaron la unión de sus ejércitos e iniciaron así la guerra contra Carranza, quien era apoyado por el general Álvaro Obregón y que partió a Veracruz donde tenía el respaldo de invasores norteamericanos.
Con esta unión, la fuerzas zapatistas y villistas consiguieron entrar a Ciudad de México.
“En correcta formación, / alineada, estricta, justa / que a la ordenanza se ajusta / y a militar prescripción, / cada tupido escuadrón / desfiló bizarramente y pudo mirar la gente que la entrada presenciaba, / cómo el soldado marchaba / alta llevando la frente”, señala un poema de autoría anónima.
Posterior a este hecho histórico que marcó a la Revolución Mexicana, los ejércitos de Villa y Zapata se enfrentaron a Carraza durante 1915 y 1916.
Carranza, quien en 1917 fue electo presidente constitucional, promulgó la Carta Magna, en la que establecía el reparto agrario, con lo cual la causa zapatista perdió fuerza.
El 10 de abril de 1919, Zapata fue asesinado tras una orden autorizada por Carranza. Mientras tanto, Villa fue asesinando en una emboscada el 20 de julio de1923.
“Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado”, se recuerda hoy de las palabras de Zapata.
Adrián Durán / AVN
Los hermanos mexicanos comemorarán un gran centenario el 6 de diciembre de 2014!
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