Los patrones de protesta que protagonizaron personajes como Ghandi o el mismo Jesucristo, muy admirado por el PP, encajan perfectamente en la modificación del Código Penal que ha propuesto el gobierno, que pretende incluir la resistencia pasiva dentro del delito de “atentado a la autoridad”. Hasta ahora, este tipo de delito implicaba acometimiento, empleo de fuerza, intimidación grave o resistencia grave.
Según el artículo 550, “son reos de atentado los que acometan a la autoridad, a sus agentes o funcionarios públicos, o empleen fuerza contra ellos, los intimiden gravemente o les hagan resistencia activa también grave, cuando se hallen ejecutando las funciones de sus cargos o con ocasión de ellas”. Ahora la resistencia pasiva también estaría dentro del paquete.
Para gobernar hay dos caminos. Uno de ellos es el que considera que la delincuencia y el conflicto social se combaten terminando con las causas que provocan la desigualdad o la injusticia. Otro es el que cree que para conseguir este fin, no hace falta preocuparse por la justicia social, o al menos puede quedar en segundo plano, ya que la clave está en endurecer la represión, es decir, aumentar el gasto en defensa, en seguridad y endurecer del código penal.
Éste último camino es el que parece haber tomado el Gobierno de Mariano Rajoy, que hoy ha anunciado que quiere modificar el Código Penal para que la resistencia pasiva sea también considerada como “atentado a la autoridad”, es decir, como un delito. La acampada del 15-M será un delito, sentarse en el suelo con las palmas hacia arriba y gritar “éstas son nuestras armas”, también. Lo más curioso es ver cómo el gobierno lucha contra la “espiral de violencia” prohibiendo las formas de protesta no violentas.
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