El rotativo de “la ràdio de Catalunya” machacaba ayer cada 10 minutos: Rohani ve, en unas elecciones democráticas sin injerencias exteriores, la clave para la paz en Siria. O sea: fuentes sionistas dicen de Rohani que éste achaca a una supuesta carencia de “proceso democrático”, el causar la “guerra”. Típico-tópico bien instalado: al pueblo sirio sin voz, no le quedó otra que tomar las armas.
Pero Rohani no dijo semejante cosa. No manifestó que las bases de conducción hacia la paz sean electorales, sino que se le debe dejar en paz a Siria para que el pueblo continúe decidiendo su sistema político, tal como ha hecho ya varias veces en estos años (elecciones al Parlamento, referéndum constitucional y, si dejan a Siria celebrarlas en relativa paz, elecciones presidenciales este 2014).
Rohani sabe de sobras que la cínicamente llamada “guerra” “siria”, lejos de obedecer a ausencias o a carencias democráticas y de Soberanía popular, obedece por el contrario al carácter popular de las fracciones políticas hoy dominantes (Bashar sí es del Pueblo), tanto como a la capacidad popular para definir y expresar su postura de masas. Democracia no es el ingrediente providencial que falta echarle a la receta de la paz. La Voluntad popular pretende ser interrumpidapor una “injerencia” que precedió a la “guerra” y la fundó a ésta. A la paz siria se llegará, bien por los tanques, los s-300 y los kalashnikovs sobre “la arena”, o bien por una tal alteración de la balanza internacional de fuerzas, que la “injerencia” se muera de sed por abandono (esto último a más largo plazo). En consonancia a esta realpolitik, no son urnas (ni falta que nos hacen; las tenemos) lo que Irán envía a Siria; sino ambulancias, material quirúrgico, vehículos de transporte y, también, arsenal ligero.
“A Dios rogando y con el mazo dando”. En Irán hay también elecciones, y la distribución poblacional de las voluntades electorales está clara. Por eso Rohani sabe que a su país tampoco le van a dejar en paz. A unos les pagan para tertuliar del “régimen de los Ayatollahs”. Mientras a otros, como en las últimas semanas, les pagan para atentar en Teherán, en Beirut contra la embajada o en Trípoli contra un denso barrio de población civil chií. Y a Rohani no le queda en “occidente” ni la palabra, tergiversada por radio para re-presentar, “por su boca”, como “guerra por la democracia” el acoso y derribo contra un pueblo y contra su Poder auto-conferido.
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