http://prensabolivariana.wordpress.com/2013/04/06/confirmando-una-hipotesis-chavez-fue-asesinado-por-la-cia/
Por: Percy Francisco Alvarado Godoy
Tribuna Popular TP – CONTRAOFENSIVA IMPERIALISTA.-
El desarrollo acelerado de las tecnologías vinculadas a la guerra ha
tenido un auge acelerado en las últimas décadas, como resultado de
cuantiosas sumas de capital dentro de los Complejos Militares
Industriales y Centros de Investigación, particularmente en los Estados
Unidos. De tal forma, el empleo de armas biológicas a escala global dejó
de ser hipotético ultimátum para convertirse en una amenaza real y
preocupante.
La Humanidad actual olvida, por
ignorancia o a sabiendas, los peligros que ella misma genera mediante la
guerra biológica o el bioterrorismo, según quiera identificársele.
Empero, el uso irracional de microorganismos patógenos, toxinas o
sustancias dañinas contra la población o personas, con el objetivo de
generar enfermedad, muerte, pánico y terror, es un reto actual cada vez
más urgente. El peligro se hace mayor cuando esta actividad se
desarrolla en las sombras, fuera de la censura pública, por agencias
gubernamentales que cuentan con elevados presupuestos, falta de
escrúpulos y luz verde por parte de sus gobiernos. La CIA, el Pentágono
y el Mossad son, hoy por hoy, elocuentes ejemplos de ese desprecio de
la ética humanista.
Sin embargo, la guerra biológica no es
nueva. Data de la antigüedad y desde que algunos hombres miraron a sus
congéneres con odios animales y la cordura les cegó el alma, les
despobló el corazón de la nobleza y la ética, haciéndolos seres
inescrupulosos en la búsqueda de una pronta victoria.
Muchos ejemplos abundan. Como señala Héctor Carmona Casado en el sitio http://matap.dmae.upm.es,
la propia conquista del Nuevo Mundo por las naciones europeas fue, de
hecho, una forma de guerra biológica, en cuanto diezmó a miles de
indígenas con agentes infecciosos como la viruela. Él cita como ejemplo,
el siguiente: “gracias a la epidemia de viruela entre los soldados
del Imperio Inca, Francisco Pizarro, con sólo pocos soldados, fue capaz
de derrotar al ejército de 80 000 soldados de Atahualpa (siglo V).”
Adolf Hitler, durante la Segunda Guerra
Mundial, también empleó criminalmente este tipo de armas de destrucción
masiva. Relata el citado autor que: “Durante la Segunda Guerra
Mundial prisioneros en campos de concentración Nazis fueron expuestos a
Ricketsia prowazekii, al virus de la hepatitis A y Plasmodium spp, con
el objetivo de crear sulfonamidas y vacunas contra estas infecciones.
Sin embargo, no existe evidencia alguna de que estos experimentos fueron
llevados a cabo para la creación de armas biológicas por parte del
Gobierno de Adolf Hitler.”
No obstante, a pesar del detestable uso
de este tipo de arma a lo largo de la historia, han sido los Estados
Unidos quienes han hecho un uso más demencial de la misma.
- ¿Hay antecedentes de guerra bioterrorista en América Latina?
Existen muchos antecedentes que pueden
mostrar la falta de ética militar de EE UU, no tan solo en la fase de
investigación y prueba de las armas biológicas en otras naciones, sino
contra sus propios ciudadanos. En mi artículo “Cáncer inducido, ¿un arma
de la CIA?¨, expongo varios ejemplos, desde que el Pentágono convirtió a
Fort Detrick en su centro para el desarrollo de la investigación de las
armas biológicas:
1947- La CIA comenzó a estudiar el
Ácido Lisérgico (LSD) para emplearlo como arma biológica contra seres
humanos. En 1960, el Equipo Asistente Principal de la Inteligencia del
Ejército (ACSI), autorizó el empleo del LSD en Europa y en el Lejano
Oriente, para evaluar las reacciones en humanos. Ambos proyectos fueron
codificados como Tercera Oportunidad y Sombrero de Hongo,
respectivamente.
1953- La CIA inició el Proyecto MK
ULTRA, el cual se extendió durante once años de investigación, siendo
concebido para producir y probar drogas y microorganismos para controlar
la mente y modificar la conducta de los seres humanos, sin el
consentimiento de los mismos.
1965- La CIA y del Departamento de
Defensa comenzaron el Proyecto MK SEARCH, con el fin de manipular la
conducta humana a través del uso de drogas psicodélicas.
1966- La CIA inició el Proyecto MK
OFTEN, dirigido a probar los efectos toxicológicos de ciertas drogas en
los humanos y los animales.
1966- El Pentágono hizo quebrar varias
ampollas con la bacteria Bacillus Subtilis en las rejas de ventilación
del metro de Nueva York, exponiendo a más de un millón de civiles de
forma deliberada.
1967- La CIA y el Departamento de
Defensa implementaron el Proyecto MK NAOMI, sucesor del MK ULTRA,
diseñado para mantener, reservar y probar las armas biológicas y
químicas.
1970- La División de Operaciones
Especiales en el Fuerte Detrick, desarrolló técnicas de biología
molecular para producir retrovirus. (VIH).
1970- La CIA y el Pentágono
desarrollaron “armas étnicas”, diseñadas para eliminar grupos étnicos
específicos, susceptibles por sus diferencias genéticas y las
variaciones en el ADN.
1977- Audiencias del Senado, en la
Comisión Investigación Científica y de Salud, confirmaron la
contaminación deliberada por parte del Pentágono y la CIA de 239
poblaciones con agentes biológicos, entre 1949 y 1969, fundamentalmente
en San Francisco, Washington, D.C., Centro-Oeste de EE.UU., Ciudad de
Panamá, Minneapolis y St. Louis.
1987- El Departamento de Defensa
admitió la investigación y el desarrollo de agentes biológicos en 127
laboratorios y universidades alrededor de EE UU.
1990- Aplicación en Los Ángeles a más
de 1500 bebes negros e hispanos, de seis meses de edad, de una vacuna
“experimental” del sarampión, no autorizada por la CDC.
1994- Se descubrió, mediante una
técnica llamada “rastreador de genes”, por parte del Dr. Garth Nicolson,
científico del Centro del Cáncer MD Anderson de Houston, que los
soldados la Tormenta del Desierto fueron infectados con una cadena
alterada de Micoplasma Incognitus, una bacteria normalmente utilizada en
la producción de armas biológicas, la cual contiene un 40 por ciento de
la proteína del virus del SIDA. Luego, en 1996, se admitiría que cerca
de 20 000 soldados fueron afectados.
1995- El Gobierno americano admitió que
había ofrecido a los criminales de guerra y científicos japoneses
sueldos e inmunidad de prosecución a cambio de los datos de sus
investigaciones sobre guerra biológica.
1995- El Dr. Garth Nicolson reveló
evidencia de que los agentes biológicos usados durante la Guerra del
Golfo habían sido manufacturados en Houston, (Texas) y Boca Ratón,
(Florida) y probados en prisioneros en el Departamento Correccional de
Texas.
1996- El Departamento de Defensa
admitió que soldados de la Tormenta de Desierto fueron expuestos a
agentes químicos, lo que condujo a que 88 miembros del Congreso firmaran
una carta, un año después, exigiendo una investigación sobre el uso de
armas biológicas la Guerra del Golfo.
Cuba ha sido la principal víctima del
terrorismo y, particularmente de la guerra biológica. La CIA, empleando
elementos contrarrevolucionarios radicados en Estados Unidos, para
introducir material biológico con agentes fitopatógenos, enfermedades
cuadragenarias, insumos químicos o cualquier otro tipo de material que
atente contra la vida y la salud de las personas y los recursos
naturales como plantas alimenticias.
He aquí un breve recuento de estas atrocidades:
La Operación Mangosta de la CIA había
concebido en su tarea número 33, luego del fracaso de Playa Girón, el
uso criminal de la guerra biológica contra Cuba, estrenada con la
introducción del virus patógeno New Castle.
Años después, en 1978, la CIA introdujo en la Isla la epifitia Roya de la Caña, afectando las áreas cañeras del país.
La CIA también introdujo la Fiebre
Porcina Africana, aparecida inicialmente en 1971 y que obligó a
sacrificar más de 700 cerdos, y que reapareció entre 1979 y 1980. En el
caso del Moho Azul del tabaco, introducido a Cuba dentro de la tela de
tapado de los cultivos importados de Estados Unidos, destruyendo más del
85% de las plantaciones de esa planta. La consecuencia fue que Cuba no
pudo exportar uno de sus principales reglones.
La acción más condenable de la guerra
biológica contra Cuba fue la introducción del virus del Dengue
Hemorrágico en 1981, ocasionando la muerte a 158 cubanos, de ellos 61
niños. Ese mismo año, la CIA introdujo el virus de la Conjuntivitis
Hemorrágica y, poco después, la Seudodermatosis Nodular Bovina, cuyo
agente etiológico fue aislado en el laboratorio de Camp Ferry, en New
York.
Cuba también fue agredida con la
epifitia exótica Sigatoca Negra, con afectación en la masa ganadera y,
en 1994, la CIA introdujo la exótica Hemorragia Viral del conejo. Dos
años después, en 1996, nuevamente la Agencia la Varroasis y el Thrips
Palmi, afectando a la actividad de obtención de miel de abeja, en el
primer caso, y a las producciones de frijol, la papa, pimiento y otros
cultivos, en el segundo caso.
Baste señalar que en la década de los
90 del pasado siglo, la CIA promovió 25 agresiones, de ellas 12 contra
plantas y cultivos, mientras 9 afectaron a animales productivos y 4 a la
población, representando cuantiosos daños materiales, muertes y
penosas secuelas físicas y sicológicas en el pueblo cubano. Mucho luto
hubo en los hogares cubanos y aún se recuerda a las víctimas, niños en
su gran mayoría.
Es de destacar la eficaz respuesta de
las autoridades cubanas a estas agresiones biológicas perpetradas desde
1961 contra plantas (48 %), animales (36 %) y seres humanos (16 %).
Aún hoy, de manera particular, albergo
mis dudas sobre el origen de los brotes de cólera, dengue y tuberculosis
en Cuba, los que están siendo neutralizados por las autoridades
sanitarias cubanas, luego de haber aparecido varios focos de estas
enfermedades en el 2012. Yo, sinceramente, pienso que estos brotes
obedecen a una acción de guerra biológica, cuyos hechos deben ser
profundamente investigados.
- ¿En las investigaciones para
bioterrorismo está incluida la generación de cáncer? Científicamente,
¿cómo se puede generar un cáncer?
Mientras que el Pentágono utiliza la
guerra biológica contra las fuerzas vivas del enemigo, la CIA ejecuta
principalmente acciones selectivas contra personas o acciones secretas
para provocar el caos económico de naciones a las que en muchos casos
los EE UU no les han declarado la guerra. Esto, no obstante, reafirma
una verdad: el Pentágono realiza las investigaciones de guerra biológica
y ejecuta algunas, mientras la CIA se dedica a la ejecución de planes
bioterroristas específicamente. Este criminal accionar de la CIA fue
puesto al descubierto por la Asociación para el Disenso Responsable, la
que estimó que, ya en 1987, seis millones de personas habían sido
asesinadas como resultado de las operaciones encubiertas de la CIA. Hoy,
a mediados de 2013, esa cifra ha crecido enormemente.
Varios laboratorios de la CIA y del
Departamento de Defensa de los Estados Unidos dedican desde hace décadas
cuantiosos recursos al bioterrorismo y, particularmente, en la búsqueda
de inoculación de enfermedades como el cáncer, así como otros tipos de
virus o bacterias, capaces de infligir daño masivo sobre personas
específicas, fuerzas militares y ciudadanos comunes, violando las
prohibiciones establecidas por las Naciones Unidas. La guerra biológica o
bacteriológica, concebida como un arma de alta efectividad, se
implementa mediante el diseño de bombas y otros tipos de agentes de
esparcimiento de las enfermedades. De esos laboratorios han salido el
napalm, el agente naranja, la cepa del ántrax, la gripe AH1N1, la gripe
porcina, así como otros virus letales como el VIH y el ébola.
En el caso particular del cáncer se
conoce que, desde 1975, se ha empleado el Fuerte Detrick como
instalación donde radica una sección especial dentro del Departamento
Virus del Centro para la Investigación de Guerra Biológica, conocida
como “Instalaciones Fredrick para la Investigación del Cáncer”, bajo
supervisión del Departamento de Defensa, de la CIA y del Instituto
Nacional del Cáncer. Las investigaciones ultra secretas están
encaminadas a desarrollar un programa especial de virus del cáncer,
sumamente agresivo y letal, para el que existe inmunidad y fue
identificado como Virus Humano de la célula T de Leucemia (HTLV).
La insistencia de estos laboratorios de
lograr los mecanismos para elaborar artificialmente células malignas o
cancerígenas, sumamente invasivas y capaces de propagarse en el
organismo desarrollando una metástasis incontenible, se ha mantenido a
lo largo de más de cuatro décadas.
De acuerdo con estos proyectos, las
enfermedades cancerígenas serían capaces de inhibir cualquier defensa
ante su ataque al organismo humano, diseminándose a través de la sangre o
de la linfa, luego de ser inoculadas en el mismo mediante diversas
vías.
La alteración del material genético de
las células humanas que provoca el cáncer por vía artificial en estos
laboratorios, son la premisa básica de esta arma desarrollada con la
venía del gobierno norteamericano. Para ello se elaboran células madres o
stem cells, mediante mutaciones monitoreadas y preconcebidas,
convirtiéndolas en un fenotipo maligno más heterogéneo de rápido
desarrollo.
Otro elemento sobre el desarrollo de la
guerra biológica por parte del gobierno norteamericano, particularmente
relacionado con el cáncer, lo es el testimonio grabado del Dr. Maurice
Hilleman, prestigioso investigador en vacunas de los Laboratorios Merck,
donde admite que sus laboratorios produjeron vacunas contaminadas con
leucemia y virus de cáncer en la década de los setenta, las que fueron
administradas deliberadamente a ciudadanos soviéticos. Este hecho
macabro salió a la luz gracias al Dr. Len Horowitz, investigador de la
guerra biológica de la CIA, quien lo plasmó en su documental In Lies We
Trust: The CIA, Hollywood, and Bioterrorism, estrenado el año 2007.
La CIA ha perfeccionado sus métodos
para asesinar, particularmente induciendo el cáncer en determinadas
personas. Ha dejado atrás, por citar un ejemplo, el método empleado
contra Jack Leon Ruby, mafioso que asesinó al presunto homicida del
presidente John F. Kennedy, y quien muriera en prisión, supuestamente
por un cáncer, el 3 de enero de 1967. En realidad, Ruby murió a causa de
una intoxicación con Talio, la que le produjo un deterioro acelerado de
su salud y su muerte en poco tiempo.
Las administraciones norteamericanas
han cuidado celosamente sus programas súper secretos de guerra
biológica, al extremo de que, según un informe elaborado por el escritor
Steve Quayle para Free Press International, en marzo del 2006, sugirió
que cerca de 40 microbiólogos murieron sospechosamente entre el 2002 y
ese año. En todos los casos, no se han encontrado culpables de las
muertes, sospechosos suicidios o accidentes llenos de interrogantes.
- Usted dice que EEUU realiza
investigaciones para desarrollar leucemia. ¿Por qué leucemia? ¿Por qué
sería inoculado ese cáncer mediante un virus? ¿Y cómo se inocula o se
“siembra” el cáncer?
Evidentemente, lo reafirmo. Empero hay
que aclarar que tanto el cáncer como, particularmente la leucemia, no
pueden ser inoculados ni ser contagiados, según se ha confirmado
científicamente. Eso no descarta que existan realmente posibilidades de
inducirlo en personas específicas mediante radiaciones o en aquellas que
sufran, como paso previo, un ataque a su sistema inmunológico. Son, en
realidad, dos momentos de un mismo ataque: una fase destinada a socavar
su sistema inmune que permita asimilar a células madres cancerígenas
altamente invasivas y capaces de generar una rápida metástasis.
Los cuadros de stress permanente que
sufren ciertas personas con altas responsabilidades, las
particularidades del sistema inmunológico de cada cual, así como los
padecimientos de ciertas enfermedades provenientes de distintos virus,
pueden crear las condiciones para que las células madres o stem cells
cancerígenas sean aceptadas por el organismo y no combatidas por dicho
sistema. Es cierto que la mayoría de los científicos descartan la
inducción del cáncer, pero me pregunto: ¿conocen ellos realmente la
actividad secreta de los laboratorios del Instalaciones Fredrick para la
Investigación del Cáncer? ¿Ha llegado la comunidad científica a conocer
al detalle las alteraciones del material genético que se realizan en el
más absoluto secreto en Fort Detrick? Creo que muchos se sorprenderían
del alcance logrado en esos laboratorios con la investigación
relacionada con ciertos virus oncogénicos o químicos cancerígenos.
Las formas de inducción más efectivas y
menos detectables, podrían ser, siguiendo esta hipótesis, mediante la
ingesta de alimentos o por vía aérea, logrando un mayor resultado
mediante la repetición planificada de dicho proceso. El efecto deseado,
repito, depende del nivel previo de debilitamiento del sistema
inmunológico, de las peculiaridades de cada organismo y de la
repetividad de la acción agresiva.
- ¿Cree que el cáncer del Comandante
está relacionado con los casos de cáncer de otros dirigentes
revolucionarios latinoamericanos?
El presidente Hugo Chávez destapó, en
diciembre de 2011, la Caja de Pandora al exponer su sospecha sobre el
inusual padecimiento de cáncer por parte de varios mandatarios y
personalidades progresistas latinoamericanos en los últimos tiempos,
entre los que se destacan su propia persona, la presidenta argentina
Cristina Fernández, el mandatario paraguayo Fernando Lugo, la presidenta
brasileña Dilma Rousseff, el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula
da Silva, Fernando Lugo, entre otros. En esa ocasión dijo: “Es muy
difícil explicar a estas alturas ya con la ley de las probabilidades,
por ejemplo, lo que nos ha estado aconteciendo a algunos de nosotros
(líderes) en América Latina”.
Ciertamente estos dirigentes padecieron
diferentes tipos de cáncer, unos menos agresivos que otros y con
diferentes respuestas inmunológicas. Sin embargo, este hecho no fue
casual.
La obsesión mostrada por la CIA por
eliminar físicamente a dos de los más notables líderes latinoamericanos,
Fidel y Chávez, levanta suspicacias sobre las causas reales que
originaron el deceso físico del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez
Frías.
Fidel, conocedor hasta la médula de la
actividad de la CIA al ser sobreviviente de más de 638 planes diversos
de atentado, alertó a Chávez en su momento, al decirle: “Chávez, ten
cuidado… mira, cuidado esta gente ha desarrollado tecnologías… cuidado
con lo que te dan de comer. Cuidado con una pequeña aguja y te inyectan
no sé qué”.
No he sido solo yo quien mantiene un
fuerte recelo sobre el cáncer. Otros también han cuestionado a la CIA
como victimario. También el periódico inglés The Guardian se ha hecho
eco de esta hipótesis y desenterró otras muertes provocadas por cánceres
repentinos, como la del músico Bob Marley. Otros medios de Irán y otras
naciones han aumentado sus cuestionamientos tras la aciaga muerte
física del líder bolivariano.
En estos últimos días de pleno dolor, el presidente ejecutivo Nicolás Maduro declaró: “Nosotros
no tenemos ninguna duda y llegará el momento indicado de que se pueda
conformar una junta médica que confirme que él (Chávez) fue atacado.
Buscaron el punto para dañar la salud de nuestro comandante. Tendrá que
ser investigado por una comisión especial. Ya tenemos pistas y llegará
el momento de realizar estas investigaciones.”
- Si el Presidente fue asesinado al
generarle cáncer, ¿será posible demostrarlo? Es decir, con base en la
información que usted maneja, ¿es posible determinar si el cáncer fue
provocado?
No me cabe la menor de las dudas que la
mano que asesinó al Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías apunta a
la CIA y a Fort Detrick, donde radica el Comando Médico del Ejército
de los Estados Unidos, particularmente a los científicos del Centro
nacional del Cáncer, del Comando de material e investigación médica del
ejército (USAMRMC), del Instituto de investigaciones médicas en
enfermedades infecciosas del Ejército (USAMRIID), del Instituto Nacional
del Cáncer-Frederick1 y del Campus de Biodefensa Nacional
Interagencias.
Para demostrar esta aseveración se
requiere un serio estudio de las muestras guardadas por los más
eminentes científicos no comprometidos con estos programas o esperar, al
menos, que alguno de los involucrados, si no es asesinado previamente,
saque a la luz la verdad. Es realmente una cuestión de tiempo.
Sin embargo, la verdad está por encima
de todo y quienes conocemos de cerca a la CIA, siempre mantendremos una
duda razonable, una sospecha permanente.
Tras este doloroso episodio solo
podemos sacar una lección: es deber de los revolucionarios cuidar
permanentemente a sus dirigentes, al mismo tiempo que estos deben saber
que siempre hay que estar atentos y vigilantes, pues su vida no les
pertenece solo a ellos sino es parte del valioso tesoro político de sus
pueblos.
Esbozo de una entrevista concedida a Vanessa Antonieta, para El Correo del Orinoco
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