Voy a ser muy
sincero. Pese a lo polémico del título, y quizás también del contenido
de mis reflexiones, espero que quién me tiene que comprender me
comprenda. Entiendáse como violencia la resistencia revolucionaria, las
huelgas generales, la desobediencia civil y unos ideales justos,
críticos y firmes. Luego está el brazo armado del capital, que se llama
fascismo y contra el cual es necesaria una violencia más física.
¿Cómo he llegado a esta conclusión?
Cuando comencé a
interesarme por la política, a los 14 años, imaginaba una utópica
España progresista, con una bandera tricolor y con partidos del estilo
del PSOE, moderados. Por que al fin y al cabo, lo demás es extrema
izquierda, y las ideas del PSOE son las únicas compatibles al
capitalismo que yo tanto adoraba, comprado por el consumismo y alienado
por la televisión. Mi sueño era una república laica y que mezclase el
progresismo con un conservadurismo light.
Cuando comenzó
la crisis económica, decidí ver dos documentales que me habían
recomendado ver: Inside Job y Fahrenheit 911. El primero no lo
comprendí, y el segundo me hizo cambiar mi punto de vista hacia los
medios de comunicación. Muchos estaréis preguntandoos qué diantres tiene
que ver el famoso documental de Michael Moore con los medios de
comunicación. Es tan simple como que me percaté de que la prensa solía
mentir, pues no es lógico que tantas obviedades tuvieran que salir a la
luz por medio de un documental. Esto me animó a leer un libro clave en
mi transformación ideológica y que, por cierto, recomiendo a todos:
Desinformación, de Pascual Serrano. Realiza un recorrido por las
noticias más importantes del 2009, a la vez que analiza su contexto.
Gracias a esta obra maestra comprendí lo engañada que estaba la
ciudadanía, además de aprender cosas básicas sobre Irak, Cuba, la Unión
Europea etc. Como es lógico, al abrir los ojos dí unos cuantos pasos a
la izquierda, y me volví casi tan crítico con el PSOE como con el PP.
Cuando comenzó
la acampada en la Puerta del Sol, descubrí que, por mucho que la
manipuladora prensa nos haya vendido la idea de que ''somos egoístas por
naturaleza'', aquello no era si no una burda y dolorosa mentira. En
aquel momento, ya tenía bastantes conocimientos históricos y políticos
que me permitían ser el más sabio de entre todos mis conocidos, modestia
aparte. Había cambiado, como ya he dicho, a El País por Público y
Rebelión, a Keynes por Marx y a Zapatero por Julio Anguita. Cuba,
Venezuela o la URSS ya no eran para mí los monstruos que me habían
pintado en el colegio. Asumí que estaba alienado y que debía, por placer
y por deber, informarme seriamente de la realidad social, económica y
política actúal.
En seguida, y
aquí viene una de las claves de mi reflexión, comprendí que debía estar
al tanto de quiénes mandaban en el mundo y cómo lo hacían. Había un
reducido sector social que no estaba dispuesto a permitir al pueblo
acceder al poder. Descubrí, junto con muchos, a Goldman Sachs, a Emilio
Botín, a la Comisión Trilateral, al lobby sionista o al Club Bilderberg.
Los tentaculos de la plutocracia -ahora lo llamo plutocracia, pero
anteriormente hubiese dicho ''los ricos''- se alargan hasta cualquier
minimo detalle de nuestra realidad cotidiana. Educación, información,
instituciones ,gran parte de los políticos, guerras, opinión pública...
todo estaba en mi contra. Todo está en contra de lo democrático. ¿Qué
hacer para cambiar las cosas?
Deduje que unas
cuantas manifestaciones y otras tantas acampadas no afectarían en
absoluto a la plutocracia ni cambiarían el regímen en el que vivimos.
Entonces me acordé de los momentos claves de la Historia: Rusia en 1917,
España en 1936, Francia en 1789, Cuba en 1959... Para destruir al
capitalismo, para acabar con las injusticias, es necesaria la violencia,
simplemente porque las fuerzas del capital, los poderosos, no se van a
dejar derrocar con fácilidad, tal y como pudo verse en los cuatro
ejemplos citados. Por ahora se limitan a enviar a la policía, pero no
tanto en modo de represión si no como para mantener el orden que ellos
mismos han establecido. Lo vemos tanto en Barcelona como en Egipto,
pasando por cualquier lugar del sodomizado mundo. Lo que pasaría si
surgiesen movimientos anticapitalistas y revolucionarios, ya lo sabemos:
echen un ojo a la Europa de los años 20 y 30.
Es muy honrado y
bonito ser pacifista, querer que todos vivamos en paz. Pero no se puede
ser pacifista durante una guerra al menos que se tenga intención de
perderla. Ya apuntaban algunos filósofos y políticos hace casi dos
siglos de que la Historia de la Humanidad es la Historia de la lucha de
clases. Eso a lo que han decidido llamar conflicto social (materializado
por huelgas y movimientos obreros) no es si no una guerra de clases,
una infinita batalla. Recojamos las ilustradoras palabras del
multimillonario David Rockefeller:
''Esto es una lucha de clases y nosotros vamos ganándola''
Si al señor
Rockefeller y a sus respectivos compinches les espera una respuesta que
consista en manifestaciones pacíficas y en partidos políticos
socioliberales, no sería de extrañar que se echasen a reir mientras
brindan con champán. La respuesta de los trabajadores, incluída la
alienada clase media, debe ser homologable a los ataques que sufrimos.
Es de pura
lógica que la única solución para destruir al capitalismo es la
violencia. Otra cosa es lo acobardados que estemos, precisamente por los
medios que, comprados por la plutocracia, nos manipulan día tras día.
Siguenos en twitter:
https://twitter.com/DifusionRebelde
No hay comentarios:
Publicar un comentario