Al
cabo de varios meses de agresiones contra Siria y del gasto de miles de
millones de dólares, el balance de las operaciones no es malo en el
plano mediático pero sí resulta mediocre en el plano militar. Peor aún,
el compromiso de los chinos, los rusos y los iraníes a favor de la
seguridad de Siria y del derecho internacional indica que el costo de
una guerra acabaría hundiendo las economías de quien se deje arrastrar a
ella. Quienes pretendan hacer creer que una implicación militar directa
de sus países en la región no sería más que una simple «intervención»
son totalmente inconscientes o responden a una agenda verdaderamente
irracional.
Por Général Amin Hoteit
Ya
está confirmado que la llamada «crisis siria», que desde el principio
interpretamos como una guerra mundial contra Siria [1], se ha convertido
en un problema universal qua ha divido el mundo en dos bandos: de un
lado está el bando occidental, que ha planificado, financiado y
dirigido, al menos hasta el momento, la agresión emprendida por
mercenarios árabes y regionales [2]; del otro lado se encuentra el bando
contrario, que se ha visto obligado a unirse para defender sus propios
objetivos estratégicos.
Este
último bando ha formado un grupo internacional que estima que el éxito
de los planes de Occidente en Siria dejaría a toda la región bajo el
control de un neocolonialismo que pondría fin a toda aspiración de
libertad e independencia. El conflicto se define por lo tanto
claramente, entre un agresor a las órdenes de Estados Unidos y un
defensor que se organiza para distribuir y coordinar los papeles de cada
uno de los miembros de su organización estratégica, en función de su
capacidad y su eficacia para responder a la agresión.
I.
Mientras más tiempo pasa, más evidentes se hacen los elementos que
caracterizan esta confrontación. Al cabo de un poco más de 15 meses
podemos resumir esos elementos de la siguiente manera:
1.
Las capacidades defensivas de los defensores son superiores a las
capacidades de ataque de los agresores. En efecto, si se tiene en cuenta
el potencial de cada uno de los bandos, puede verse que el éxito del
campo agresor resulta imposible en cuanto a la obtención de sus
objetivos en Siria y el rediseño de la región conforme a los intereses
de Estados Unidos y del sionismo. Por consiguiente, cuando el bando
agresor se obstina en repetir constantemente que «El presidente sirio
tiene que irse», que «tiene que ceder el poder a un gobierno civil de
transición», que «tiene que haber una transición pacífica del poder», no
hace más que poner de relieve el ridículo y la ironía de la situación
al comportarse como vencedor cuando en realidad está vencido y su
agresión no le ha reportado hasta el presente otra cosa que sus propios
crímenes, que han costado la vida a sirios inocentes. ¿A menos que ese
bando considere el crimen como una victoria?
2.
La desintegración y retroceso del sistema de los agresores, mientras
que la cohesión del sistema de los defensores se ve cada vez más sólida
en la medida en que cada uno de sus miembros estima que la cuestión
siria le afecta directamente; lo cual explica sus posiciones cada vez
más firmes contra todo ataque o intervención extranjera contra Siria y
bajo cualquier pretexto que implique el uso de la fuerza,
particularmente mediante la adopción de una resolución en virtud del
Capítulo VII. Estados Unidos está quizás a punto de darse cuenta de ese
estado de cosas, sobre todo después de la última toma de posición de
Rusia. Los únicos que se mantienen sordos y ciegos ante lo evidente y
que siguen negándose a entender son los «beduinos rechonchos del
petróleo». Es por ello que, con el secretario general (que para más
desgracia se llama «Al-Arabi») de la Liga Petrolera supuestamente
interesada por la «Causa árabe», siguen insistiendo en exigir que se
aplique a la «cuestión siria» el famoso Capítulo VII. Sin embargo, en el
caso que nos ocupa, la puerta del Consejo de Seguridad de la ONU parece
definitivamente cerrada a sus llamados en ese sentido.
3.
Además de lo anterior, es importante anotar que cada uno de los bandos
está reuniendo y exhibiendo sus fuerzas para precipitar el momento
decisivo y ponerle fin de manera favorable [a sus propios intereses]. En
efecto:
*El
bando de los agresores, como ya hemos señalado anteriormente [3], ha
organizado maniobras militares de gran envergadura en Jordania, bajo la
denominación «Eager Lion» (León ávido), después de haber reclutado al
conjunto de fuerzas que pudieran desempeñar un papel en su futura
intervención militar en Siria. También ha sido especialmente generoso al
proporcionar a su supuesta «oposición siria» todo tipo de armas y
tecnologías para garantizar a los terroristas mercenarios a su servicio
los medios necesarios para que cometan sus crímenes. Ha dado a los
observadores internacionales la misión de recoger información de
inteligencia útil y de realizar la investigación que pudiera favorecer
su futura intervención militar. Ha decidido estrangular a los medios de
prensa sirios para crear las condiciones favorables para su propia
operación militar, de la que además sugiere la proximidad, con o sin
resolución del Consejo de Seguridad. Para terminar, vemos también cómo
se ponen marcha maniobras israelíes tendientes, según se afirma, a
transmitir el mensaje de un ataque contra los bastiones del Hezbollah.
*El
bando de los defensores, después haber resistido los golpes desde el
comienzo de la agresión y luego de dejar a Siria el tiempo necesario
para la realización de sus reformas, también se pone a reunir y exhibir
sus fuerzas para fortalecer su defensa y confirmar sus logros. Así
llegó, a raíz del éxito de las elecciones legislativas sirias, la
decisión firme y definitiva de combatir el terrorismo sin darle tregua,
decisión seguida del «sorpresivo ensayo» de misiles balísticos
intercontinentales rusos [4], que sembró la confusión en las filas del
bando contrario ya que este comprendió perfectamente la seriedad del
nuevo mensaje militar, que quiere decir que las decisiones políticas ya
anunciadas por Moscú, tanto dentro como fuera del Consejo de Seguridad
de la ONU, se basan en un poderío militar real enteramente dispuesto a
intervenir en caso de agresión. No tardó en perfilarse un proyecto de
maniobras militares comunes entre varios países miembros de esta
organización defensiva. En cuanto al plan de estrangulamiento de los
medios de información sirios [5], se trata de un proyecto que fracasó
incluso antes de concretarse porque se tomaron medidas adaptadas a las
circunstancias y capaces de proteger el derecho de Siria a dar a conocer
su verdad.
II.
En esas condiciones, la interrogante que se plantea tiene que ver con
el devenir de esta crisis mundial que aparece a la luz de la llamada
crisis siria: ¿Está el mundo a las puertas de una confrontación militar
global o se trata únicamente de demostraciones de fuerza destinadas
únicamente a servir como cartas de triunfo en el marco de futuras
negociaciones?
En
materia de guerra resulta razonablemente imposible lanzar un ataque
antes de garantizar dos elementos fundamentales: el primero es la
posibilidad de alcanzar el resultado deseado llevando al adversario a
une especie de derrumbe o hacia alguna forma de depresión o de
confusión; el segundo tiene que ver con la capacidad de transformar una
victoria militar en una victoria política capaz de consolidar, conservar
y explotar la victoria. En ciertos casos, existe también un tercer
elemento a tener en cuenta: es el volumen de bajas y daños potenciales
que el atacante puede asumir como resultado de la confrontación. Si
aplicamos al bando de los agresores estas reglas inmutables, podemos
comprobar que:
1.
En materia de guerra convencional, las fuerzas esenciales de este bando
(la OTAN) acaban de pasar por 2 décadas muy difíciles que han agotado
sus economías, al extremo de que no pueden permitirse otra guerra más,
mientras que el bando contrario dispone de capacidades militares
defensivas extremadamente difíciles de superar por sus adversarios, lo
cual nos lleva a descartar la posibilidad de una intervención militar,
justificada o no a través de una resolución del Consejo de Seguridad de
la ONU.
2.
En cuanto a la guerrilla y las operaciones terroristas que actualmente
se desarrollan, alimentadas y dirigidas por el bando de los agresores
que estimulan la escalada de la violencia y su extensión a todo el
territorio sirio, especialmente a las grandes ciudades (Damasco y
Alepo), el bombardeo mediático y las posibilidades de los agresores
están por debajo del nivel que se necesitaría para que lograsen
concretar sus proyectos. En cambio, lo que sí está claro –incluso en
este momento– es que la próxima etapa de la lucha contra ese terrorismo
será diferente a las anteriores, sobre todo porque después de la
formación del nuevo gobierno resultante de las elecciones parlamentarias
libres ya no será posible seguir imponiendo líneas rojas infranqueables
a las fuerzas militares sirias ni impedirles que hagan lo que hay que
hacer. El terrorismo mediático y los políticos del bando agresor, que se
hallan tras las masacres, ya no podrán proseguir sus campañas de
mentiras y atribuir al Estado sirio la responsabilidad de los crímenes
que ellos mismos cometen. Ya no podrá tolerarse que la misión de
observadores internacionales sirva de instrumento al recrudecimiento de
las operaciones criminales, sobre todo teniendo en cuenta que dicha
misión ya ha sido puesta en tela de juicio debido a sus deficiencias,
voluntarias o no, en cuanto a comunicar la verdad.
3.
En cuanto al resto, basta con recordar que Israel no tiene
posibilidades de crear una organización defensiva destinada a proteger
su frente interno. Israel está impaciente por atacar Irán, además de
todas las amenazas que no deja de alimentar contra el programa nuclear
de ese país. Basta el simple recuerdo de ese factor para entender que el
bando de los agresores es incapaz de enfrentar la posible reacción que
su agresión desataría.
III.
Por lo tanto, podemos deducir que la guerra militar contra Siria es muy
poco probable; que el agresor no podrá alcanzar sus objetivos mediante
la guerra terrorista y que, por el contrario, esta se traducirá para él
en pérdidas que lo desgastarán, incluso si eso puede llevar cierto
tiempo. Llegados a este punto del análisis, podemos retomar la pregunta
planteada anteriormente: ¿Por qué esta concentración de fuerzas?
La
respuesta, en nuestra opinión, reside en el hecho que el bando agresor,
ya consciente de su fracaso, sabe que la única salida que le queda pasa
por una solución negociada y pacífica, pero también sabe que quien se
sienta a la mesa de negociaciones no recibe más que una parte
proporcional de lo que ha logrado ganarse en el terreno y según las
cartas que tenga en la mano. Es por ello que el bando de los agresores
trata de reunir un máximo de fuerzas, para que su derrota parezca menos
importante, ahora que su victoria en Siria ha pasado al plano de la mera
ficción y en un momento en que Rusia ha lanzado sus invitaciones a
negociar en un lenguaje muy comprensible para todo aquel que conozca el
procedimiento: bajo la forma de un misil que pone fin a las dudas,
disipa los delirios y abre el camino a la paz.
El
presidente Bachar al-Assad habrá ofrendado así a su padre, en ocasión
del 10º aniversario de su fallecimiento, el equilibro estratégico por el
que tanto luchó en el pasado y con el que siempre soñó.
Nota:
[1] «La contrarrevolución en Medio Oriente», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 15 de mayo de 2011.
[2] «La guerra de la triple alianza contra un Estado soberano», por James Petras, Red Voltaire, 31 de marzo de 2012.
[3]
«Syrie: Manœuvres militaires en Jordanie...simple message ou signes
avant- coureurs d’une opération militaire conjointe de 19 pays» (Siria:
maniobras militares en Jordania... simples mensajes o signos
pronosticadores de una operación militar conjunta), artículo en francés,
por el general Amin Hoteit, mondialisation.ca, 23 de mayo de 2012.
[4] «Disparos rusos de advertencia», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de junio de 2012.
[5]
«La OTAN prepara la mayor operación de intoxicación de la Historia»,
por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda/Red Voltaire, 10 de junio de
2012.
* Fuente Tayyar (Líbano)
Articulo
traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción del
árabe al francés de Mouna Alno-Nakhal (Biologiste) para
Mondialisation.ca.
Red Voltaire
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