Por Carlos Fonseca Terán.
Es curioso. Los mismos que se atreven a acusarnos de haber cambiado el rojo y negro por el rosado chicha, participan en la campaña contra el rojo y negro, que consiste en destruir banderas y profanar monumentos a nuestros héroes y mártires. Los mismos que piden la intervención norteamericana en nuestros asuntos internos y a la vez se atreven a invocar a Sandino, que expulsó a las tropas interventoras norteamericanas de nuestro territorio. Nosotros, los sandinistas, jamás renunciaremos a nuestra bandera, que por eso está presente en todos nuestros actos, y por qué no decirlo, también en las instituciones públicas, pero por una razón muy sencilla, y es que la bandera roja y negra no es la bandera de un partido, sino el principal símbolo de la Revolución Sandinista, gracias a la cual en Nicaragua se redujo el analfabetismo del 54% al 12%, y después del 35% al 5%, en la segunda etapa de la Revolución; hay salud y educación gratuitas para el pueblo; las universidades reciben un 6% del presupuesto general de la República; se hizo la reforma agraria que benefició a centenares de miles de familias campesinas y que ha tenido su continuidad en las titulaciones de propiedades, Bono Productivo Alimentario y acceso al crédito para pequeños productores; se beneficia a decenas de miles de mujeres emprendedoras con el programa Usura Cero; se ha ampliado en beneficios y cobertura el acceso a la seguridad social; se ha aumentado el salario mínimo en diez años el triple de lo que se aumentó en diecisiete años de neoliberalismo; se ha mantenido el mismo precio del transporte público urbano en diez años por el subsidio estatal; se ha reducido drásticamente la pobreza y la desigualdad social; se han construido espacios de recreación para las familias nicaragüenses; se ha avanzado a pasos agigantados en la reivindicación de los derechos de la mujer; hay libertad de expresión y elecciones libres, les guste o no a los que las pierden; sólo para mencionar algunos de los grandes logros obtenidos por nuestro proceso revolucionario, ya sea en su primera o en su segunda etapa.

Pero es importante decir, para los que no conocen la historia y para los que fingen no conocerla, que la bandera roja y negra no la creó el FSLN, sino el propio General Augusto C. Sandino, que según sus propias palabras significa “libertad o muerte” (ver “El pensamiento vivo”, Editorial Nueva Nicaragua, 1984, tomo I, pág. 98). Sandino es de todos los nicaragüenses y por eso, también lo es la bandera roja y negra, que como he dicho ya, más que la bandera del FSLN es la bandera de la Revolución Sandinista, cuyo triunfo es una efemérides de la patria, y esa fue una de las cosas que no pudieron ser borradas por la derecha en el poder. Entonces, se preguntarán muchos, ¿por qué es también la bandera de un partido? Buena pregunta. Es también la bandera de un partido, porque no se trata de un partido más, sino del que hizo suyo el programa de Sandino para liberar a Nicaragua no sólo de la intervención y el saqueo del imperialismo yanqui, sino de la explotación, la opresión y la pobreza, y fue por eso que Somoza por órdenes de la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua, mandó a asesinarlo, pues era una amenaza para los que seguían teniendo el poder político y económico en nuestro país, al servicio de los intereses imperiales, contra los cuales quería seguir luchando Sandino en el terreno político, una vez expulsadas las tropas interventoras.

La desgracia de quienes nos adversan y que en su campaña contra el rojo y negro, pretenden apropiarse – ellos sí – del azul y blanco de la patria, es que el azul y blanco también es nuestro y por eso, ondea con orgullo junto al rojo y negro en todos nuestros actos y manifestaciones; ese rojo y negro que no podrán borrar ni de nuestros monumentos ni de nuestra historia, pero tampoco podrán arrebatarnos el azul y blanco que es tan nuestro como el rojo y negro, que si no lo sienten suyo como nicaragüenses que son, es porque tampoco sienten suyo ese azul y blanco que jamás podrá ser usado para destruir el rojo y negro que lo dignifica.
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