El combate a ese mal se erige en
uno de los principales frentes de batalla de las autoridades, enfocadas
en proveer de una vida digna a todas las familias del país, luego de los
resultados negativos dejados por un período de administraciones
neoliberales.
Tras su retorno al poder en 2007,
el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) impulsó iniciativas
dirigidas no solo a disminuir los elevados niveles de pobreza, sino a
contribuir en ámbitos como el empoderamiento de la mujer y la
restitución de otros derechos.
Las autoridades concibieron programas
emblemáticos como Hambre Cero, que promueve desde hace años la
producción local de alimentos, al poner aves de corral y otros animales,
como pies de cría, en manos de los beneficiarios, lo cual tributa al
autoabastecimiento de las familias y la venta de excedentes.
En 2015 Hambre Cero recibió un nuevo
empuje tras confirmarse, por parte de las máximas autoridades del país,
un notable incremento de los bonos productivos alimentarios.
La coordinadora del Consejo de
Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo, dijo hace pocos meses que
este año se entregarán 10 mil 268 bonos productivos alimentarios por
encima de los previstos, para totalizar 22 mil 116, casi el doble de los
planificados inicialmente. Anunció, asimismo, la ampliación de este
programa para 2016, cuando el Gobierno que preside Daniel Ortega
concederá 50 mil bonos.
Proyectos como este le han valido a
Nicaragua el reconocimiento de la Organización de Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura (FAO), que alaba continuamente las
iniciativas promovidas en la nación para combatir el hambre y la
pobreza.
Sería lógico pensar que existe una
relación directa entre los grandes avances de este país en la reducción
del hambre y la ejecución de los programas de protección social y de
apoyo a la economía familiar impulsados por el Ejecutivo, aseveró la
representante de la FAO aquí, Verónica Guerrero.
A juicio de Guerrero, esta nación de
Centroamérica asumió un modelo enfocado en la restitución de los
derechos de los hombres y las mujeres para satisfacer sus necesidades
básicas, para lo que combinó acciones productivas y sociales.
La FAO reconoce el impacto de programas
como Hambre Cero o Bono Productivo Alimentario, pero también otros como
el plan especial de producción de granos básicos Crisol, el cual
beneficia a pequeños productores, quienes pueden asegurar las siembras
mediante créditos y asistencia técnica.
También resalta el programa de
alimentación escolar, el cual -en opinión de Guerrero- resulta uno de
los de mayor impacto, porque garantiza que “los niños puedan mantenerse
en el sistema educativo y de esta forma romper con el ciclo de la
pobreza”.
De hecho, el país logró antes de la fecha
establecida (2015) el cumplimiento del inciso inicial de la primera de
las ocho metas trazadas por los Objetivos de Desarrollo del Milenio:
reducir a la mitad la proporción de personas que sufren hambre.
Además de la continuidad en este año de
las iniciativas ya mencionadas, el gobierno de Nicaragua proyecta
beneficiar a unas 100 mil mujeres más en 2016 con la ampliación del
programa Usura Cero, que concede préstamos con bajas tasas de interés,
fundamentalmente a madres solteras y jefas de hogar.
La coordinadora del Consejo de
Comunicación y Ciudadanía refirió que “100 mil nuevas protagonistas
recibirán créditos en 2016 en enlazamientos productivos entre Usura Cero
y los diferentes programas de reconocimiento” de las capacidades de las
féminas.
El programa, otro de los más
paradigmáticos y que apunta al sector femenino, ofrece microcréditos con
bajas tasas de interés y facilidades de pago para que ellas establezcan
o amplíen pequeños negocios productivos y de servicio, al tiempo que
provee de asistencia técnica a las socias.
También prosiguió el Plan Techo,
iniciativa con una alta valoración popular según sondeos, que prevé
beneficiar a más de 121 mil hogares de escaso nivel adquisitivo en 2015
con el otorgamiento de materiales para mejorar las cubiertas de sus
casas.
UN MEJOR NIVEL DE VIDA
El Gobierno de Nicaragua, impulsor de
estas y otras iniciativas, recibió precisamente este año la confirmación
del buen rumbo derivado de su política social, enfocada en los más
humildes, y del modelo de país trazado desde 2007.
Se trata de la Encuesta de Medición de
Nivel de Vida 2014, difundida por el Instituto Nacional de Información
de Desarrollo y fruto de una pesquisa que comprendió siete mil 570
hogares de esta capital, las zonas del Pacífico, central y la Costa
Caribe.
La investigación divulgada en octubre
arrojó luz sobre los significativos avances de este país en la lucha
contra la pobreza, al señalar que la de nivel general decreció de 42,5 a
29,6 por ciento entre 2009 y 2014, en tanto la extrema descendió del
14,6 al 8,3 por ciento.
De acuerdo con el sondeo, asesorado por
el Banco Mundial, el 70 por ciento de los nicaragüenses clasifica
actualmente en la categoría de no pobre.
Políticos, intelectuales y estudiosos
coinciden en que tales resultados son consecuencia de las políticas
sociales y económicas aplicadas por el Frente Sandinista desde el
Gobierno y centradas en la familia como protagonista.
No asombra, entonces, que la mayoría de
los nicaragüenses respalde la gestión de Daniel Ortega -una realidad
reflejada en múltiples estudios de opinión-, y valore como conveniente
que el mandatario sea otra vez candidato a la Presidencia en 2016 y
continúe al frente del país.
https://twitter.com/DifusionRebelde
No hay comentarios:
Publicar un comentario