viernes, 10 de agosto de 2018

Carta abierta, sobre Nicaragua, a D. Juan Luis Cebrián

“Cuando en nuestras posesiones se cuestiona la quinta libertad (la libertad de saquear y explotar) los Estados Unidos suelen recurrir a la subversión, al terror o a la agresión directa para restaurarla”
(Noam Chomsky).
                                                                                                          9 de agosto de 2018

Estimado amigo:

            Hemos leído con especial atención su artículo “Noticias de América” en El País (6 agosto 2018). Deseamos expresar públicamente nuestra opinión, muy distinta por cierto, a la que Vd. vierte sobre la crisis actual de Nicaragua.

            Crisis que no puede entenderse sin haber seguido el recorrido de sus últimos 40 años. Nicaragua se reviste de dignidad con el triunfo de la revolución sandinista, que inició en el 1927 César Augusto Sandino, continuaron luego Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge y fue abrazada y sostenida en todo tiempo por la población nica, hasta lograr el triunfo en 1979.

             Quien conozca medianamente ese recorrido, jamás olvidará estas cosas elementales:

1. Que el objetivo de esa lucha fue alcanzar la soberanía nacional.
2. Que el enemigo a batir fue la política imperialista de Estados Unidos.
3. Que en esa lucha, el precio a pagar fue la vida de más de 50.000 nicas, cruelmente combatidas y aniquiladas por el imperio USA.
4. Que, alcanzada la victoria en julio de 1979, los sandinistas, con Daniel Ortega, elegido primer presidente, renunciaron a la venganza - primera revolución en la historia donde no había represalias, paredón ni fusilamientos - aplicándose por primera vez, según escribe Gunter Grass, el perdón del Evangelio.
5. Que pese a tanto daño, sufrimiento y ruina por una parte y tanta humanidad, generosidad y grandeza ética por otra, el presidente Reagan siguió con su furia imperialista creando y armando a la Contra. Sus palabras: “Luchar contra el sandinismo es luchar por la humanidad y los que tal hacen son paladines de la libertad”.

            Los sandinistas, tras 10 años de guerra auspiciada y financiada por los EEUU, perdieron el poder en las urnas en 1990. Muchos de ellos lloraron seguramente por haber ido perdiendo calidad y aplicación de los principios y valores del sandinismo.

            Gobernar democráticamente demuestra que hay pluralidad y libertad y que la política no siempre –aún la más revolucionaria como la sandinista- se mantiene pura y coherente.

            Fueron pasando los años y Nicaragua fue avanzando en sus altibajos de soberanía, progreso social y derechos humanos. Pero sin que nunca, el imperio gringo renunciase a poner bajo su poderío lo que había perdido.
             Ha sido esa la dinámica constante de la Política USA hacia los países de nuestra América Latina -La Patria Grande- , como lo acreditan sucesivamente las más de un centenar de  intervenciones para invadir, destituir, eliminar líderes populares, sembrar el terror, recuperar su hegemonía.

            El presidente Daniel Ortega, con fallos, abusos y contradicciones, con pactos neoliberales, que algunos analistas han interpretado como contrarios al sandinismo, ha ido manteniendo, no obstante, un crecimiento económico y unas mejoras sociales que conferían a Nicaragua una estabilidad superior a la de otros países de la zona, sin sospechar atisbos de levantamiento popular.
           
Pero, Daniel acrecentaba en su política exterior una línea inequívocamente antiimperialista yanqui: sus relaciones de colaboración con Rusia, China, Irán, Cuba, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, etc., que alcanzaba repercusión internacional en la ONU, con la excepcional presencia en ella de su Ministro Miguel D´Escoto.

            Todo eso no pasaba inadvertido a los guardianes del Destino Manifiesto, que les faltó tiempo para dictar sentencia contra Ortega por haber pisado las líneas rojas, entregando a China nada menos que la gran obra del canal interoceánico.

            Nosotros –los abajo firmantes- , no miramos a otra parte, para esquivar la espiral ético-emocional producida por la represión de estos meses en Nicaragua. Pero tampoco desviamos nuestra mirada para dejar de percibir que esa explosión de indignación y radical repudio de Ortega, no ha brotado espontáneamente en el quehacer y sentir cotidianos de los ciudadanos nicas.

             La violencia ha sido innegable, pero ha sido presentada por los medios como una orden del presidente, Daniel Ortega, acusándolo por todos sus oponentes y en particular la derecha nicaragüense de asesino, dictador, sandinista renegado, peor que Somoza.

            Se escondían así dos preguntas clave: (1) la de averiguar cuáles han sido las factores que han provocado este ciclo de violencia y muerte, y (2) conocer cuáles han sido los medios y conexiones ideológicas y económicas externas con que han contado cada una de las dos partes enfrentadas.

            Y han sido los medios de comunicación quienes, calculadamente han dirigido su ferocidad contra un presidente Ortega, crecientemente demonizado Contra él, todo valía Y para encauzar la crisis y darle solución se contaba con la ayuda de entidades muy diversas, casi todas ellas ligadas a EEUU, a la OEA, y a otros organismos desde tiempo preparados y bien financiados por USA.

            La historia real de Nicaragua está escrita, muy recientemente por cierto, con la sangre de miles y miles de nicas, que defendieron su dignidad y libertad incluso con la muerte antes que seguir viviendo como esclavos.

            Y la historia continúa. Estamos por la soberanía, justicia y libertad de Nicaragua, que ante todo debe construirse entre los mismos nicaragüenses, oteando siempre al enemigo mayor que intenta dividirlos para erigirse él como amo.

            Somos solidarios con la vida de todos y cada uno de los nicas, pero la historia nos enseña que hay imperios que no aceptan esa soberanía, justicia y libertad. Imperios que se solapan bajo 3 el disfraz de ser campeones en defender la dignidad de todos los humanos, su libertad y derechos, cuando su política real canta todo lo contrario.

            Sr. Juan Luis Cebrián: al leer su artículo, muchos más lectores de los que Vd piensa, descubrirán que está desinformado y es ignorante de la realidad histórica de Nicaragua, al afirmar en su artículo, sin fundamento real que Daniel Ortega es “,… un matarife traidor a la utopía revolucionaria que en su día lideró, y auténtica reencarnación del Somoza derrocado por el Frente Sandinista”. [1]

            Decir eso, así tan a la ligera, en un diario como El País, es un descrédito mayúsculo para el Diario y, principalmente, para Vd. pues no hace sino repetir tópicos, que circulan hoy y mañana desaparecen.

             Para construir esa Sociedad Nueva que todos afirmamos querer construir, hay que dejar a un lado los apriorismos y tratar de ser veraces, buscando en cada momento la verdad frente a la mentira.

            Su responsabilidad, de cara a la gente que lee El País, es muy grande: Vd., tan sólo en una docena de líneas, se ventila pontificalmente un tema que merece riguroso análisis ante el enredo creado por los medios. Vd. asume acríticamente en eco escrito lo que los magnates de la prensa divulgan y dictan creer. ¿Con qué consecuencias?


[1] NOTICIAS DE AMERICA, EL PAIS, Juan Luis Cebrián, 6 de agosto de 2018


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