Europa es una coctelera racial que se ha gestado en milenios de migraciones del sur al norte y viceversa, de este a oeste y viceversa, hasta dar como resultado la Europa que hoy conocemos. Para aportar algo de luz al tema, científicos de diversas universidades han colaborado para confeccionar el mayor mapa genético de Europa. Para ello observaron 500.000 marcadores genéticos de un total de 3.200 individuos (centrándose en individuos cuyos abuelos procedían del mismo país) por medio de un complejo análisis informatizado con el objetivo de conocer el origen de los ciudadanos europeos, así como comprobar la separación genética entre ellos.
Los científicos estudiaron puntos genéticos conocidos como polimorfismos del nucleótido simple (o SNPs que son una variación en la secuencia del ADN que afecta a un único nucleótido del genoma). Los SNPs forman hasta el 90% de todas las variaciones genómicas humanas y no cambian mucho de una generación a otra, por lo que es sencillo seguir su evolución en estudios de poblaciones. Estudiando los SNPs presentes en cada población se pueden hacer grupos, establecer relaciones de descendencia, hasta llegar finalmente a encontrar los ancestros que dieron origen a la población humana. Una vez vertidos los datos obtenidos en gráficos, los científicos descubrieron quelos individuos con estructuras genéticas similares se agrupaban cerca unos de otros, de manera que su distribución hizo visibles las principales características genéticas y geográficas de Europa. La distribución de los haplogrupos ancestrales refuerzan la teoría del origen de los humanos modernos en el África subsahariana y permiten trazar en forma aproximada las migraciones humanas prehistóricas a partir de África y la sucesiva colonización del resto del mundo.
La segunda barrera, que a su vez sirve de punto de inflexión en el eje norte-sur, son los Alpes. La dificultad que suponía en el pasado vadear las escarpadas cimas alpinas segregó a los italianos de los demás europeos. Aunque el caso no es tan extremo como el finlandés, sí se puede observar cierta distancia genética entre una buena parte de los habitantes del sur de Italia y el resto. Se especula que durante el imperio romano llegó gente a Roma de todas las provincias del Imperio, ya sea esclavos, mercenarios o mismos soldados romanos nativos, de ahí su gran heterogeneidad genética, especialmente al sur de Roma. De hecho resulta especialmente destacable la diferencia genética que se observa entre los italianos sureños y los del norte.
Análisis detallado del mapa genético europeo
Si analizamos el mapa genético de Europa, por vía paterna (halogrupos del cromosoma Y), de forma más exhaustiva podemos dividir a la población europea en seis grandes grupos, siempre desde el punto de vista genético.
Europa Occidental (color rojo)
Predomio del halogrupo R1b, ese halogrupo se encuentra presente en la mayoría de los irlandeses, galeses, escoceses, franceses, belgas, españoles, portugueses, ingleses del oeste, holandeses del sur, austríacos del oeste, italianos del norte (valle del Po) y alemanes del sur. Actualmente también es frecuente entre los habitantes de América y Oceanía, debido a la emigración.
En realidad el R1b es el haplogrupo más común en Europa occidental, llegando a más del 80% de la población en Irlanda, las tierras altas escocesas, en el oeste de Gales, la franja atlántica de Francia y el País Vasco. Se asocia tradicionalmente con el hombre de Cromagnon, quienes fueron los primeros humanos modernos en entrar a Europa; de tal manera que los europeos de las costas del Atlántico con mayor frecuencia de R1b, conservarían el linaje de los primeros pobladores de Europa.
Europa Septentrional (color verde agua)
Predominio del halogrupo I1 (nórdico o germánico), este halogrupo se encuentra presente en la mayoría de los noruegos, suecos, daneses, finlandeses, islandeses, alemanes del norte, ingleses del este y holandeses.
Típico de los pueblos escandinavos como Noruega, Suecia, Dinamarca y oeste de Finlandia; moderadamente en Rusia, países bálticos y en todo Europa oriental. Se encuentra principalmente en Escandinavia, el norte de Alemania, Holanda y la región oriental de Inglaterra. Asociado con el origen étnico nórdico, que se encuentra en todos los lugares invadidos por las antiguas tribus germánicas y los vikingos.
Generalmente se asocia a este halogrupo con los rasgos genéticos que propician el pelo rubio y los ojos azules, sin duda la similitud entre la dispersión porcentual del halogrupo I1 y la población con pelo rubio es innegable, como puede apreciarse en el siguiente mapa.
Europa del Este (color amarillo)
Predominio del halogrupo R1a (eslavo). Sobre la base de datos arqueológicos, lingüísticos y genéticos, es posible decir que los nómadas pastores que vivían en las estepas del norte de Rusia y el bosque-estepa hace 5.000 años son los portadores originarios de este linaje.
Es mayoritario en Europa del Este, especialmente entre los eslavos del norte, predominante en polacos, ucranianos, rusos, bielorrusos, y en menor medida en eslovacos, checos, austriacos del este, húngaros y croatas.
Europa Báltica o del Nordeste (color violeta o lila)
Predominio o fuerte presencia del halogrupo N3 (urálico, finés, siberiano) que se encuentra en la mayoría de los finlandeses, estonios, rusos del norte y en gran parte de los letones y los lituanos. Se considera que está relacionado con la expansión de las lenguas urálicas y se encuentra disperso principalmente en lo que fue la parte norte del territorio de la Unión Soviética, en Finlandia y en menor proporción en el Extremo Oriente.
Balcanes (color azul)
Predominio del halogrupo I2a (dinárico o eslavo del sur) es mayoritario en las poblaciones de habla eslava de la península de los Balcanes (serbios, croatas) y también tiene presencia entre los búlgaros y rumanos.
Mediterráneo oriental (color verde)
Predominiodel halogrupo J1 y J2. El J1 es muy frecuente en la península arábiga, en el Cáucaso, Mesopotamia, Turquía, Israel y en semitas de África del norte (Argelia, Túnez, Egipto…). La expansión del Islam ha jugado un papel importante en la introducción de J1 en el Norte de África, y en menor medida en el sur de España y Portugal. Por otra parte es un legado del Imperio Romano la fuerte presencia en el sur de Italia de gente procedente de Grecia, Anatolia (actual Turquía) y del norte de África.
En cuanto al haplogrupo J2 está relacionado con los antiguos etruscos, griegos, fenicios, asirios y babilonios. En Europa, alcanza su mayor frecuencia en Grecia (especialmente en Creta, Peloponeso y Tracia), en el sur y el centro de Italia, el sur de Francia y el sur de España. Los antiguos griegos y fenicios fueron los principales impulsores de la expansión J2 en todo el oeste y el sur del Mediterráneo. Los fenicios, judios, griegos y romanos, contribuyeron a la presencia de J2 en la Península Ibérica, especialmente en el sur.
En el sur de Italia, Grecia, Serbia, Albania y en Turquía, hay también, una importante presencia del halogrupo E1b (norteafricano, color tierra) que es mayoritario en Egipto, Tunez, Libia y otros países del Magreb. De hecho se trata del haplogrupo más característico de toda África y representa la última gran migración de África a Europa. En el continente europeo tiene la mayor concentración en el noroeste de Grecia, Albania y Kosovo, alrededor de los Balcanes, el resto de Grecia y Turquía occidental.
En muy característico entre los bereberes del Norte de África occidental. En algunas partes de Marruecos alcanza picos del 80% de población. Este haplogrupo también representación en la Península Ibérica (principalmente la parte occidental), Italia y Francia.
¿Cómo es la composición genética de los españoles?
España está genéticamente muy relacionada con el resto de los pueblos de la Europa más occidental (Irlanda, Gales, Bretaña francesa y Portugal) mucho más que con ningún otro pueblo. Los análisis genéticos apuntan a una fuerte ascendencia paleolítica entre la población de la Península Ibérica. El haplogrupo R1b del cromosoma Y alcanza frecuencias del 60% en la mayor parte de la Península Ibérica, llegando a alcanzar hasta el 90% en el País Vasco y Navarra. Esto muestra un vínculo ancestral entre la Península Ibérica y el resto de Europa Occidental, y en particular con la Europa Atlántica, con la que comparte altas frecuencias de estos haplogrupos. Irlanda, Gales, Francia y la región norte de Portugal son los lugares más similares genéticamente a España. El español es un pueblo muy homogéneo desde el punto de vista genético (mucho más que el italiano, por ejemplo) y más relacionado genéticamente con otros pueblos atlánticos como portugueses, franceses, irlandeses y escoceses que con pueblos mediterráneos.Incluso hay quien sugiere que las poblaciones primigenias del norte de la Península Ibérica y el sur de Francia colonizaron el resto de Europa Occidental al final de las últimas glaciaciones.
Un estudio elaborado por la Universidad de Oxford, sugiere que parte de la población británica desciende directamente de un grupo de pescadores ibéricos que viajó por mar hasta las Islas Británicas hace aproximadamente 6.000 años. El equipo de investigadores liderado por el profesor Sykes llegó a esta inesperada conclusión mediante el análisis de material genético de habitantes de la costa cantábrica española y comprobaron que el ADN de ambos grupos era prácticamente idéntico, especialmente en la costa occidental de las islas. Esta oleada migratoria se convirtiría en la base de la población británica y la huella genética más común en los británicos llevaría por tanto la marca de aquellos pobladores (haplogrupo R1b), a continuación, las invasiones escandinavas matizaron la composición genética de la región oriental del Gran Bretaña, y en mucha menor medida la de los habitantes de Gales o Irlanda.
Lo que la ciencia nos demuestra y deja claro es que la composición genética de los antiguos pobladores de la Península Ibérica era muy similar a la que se encuentra en la moderna España, lo que sugiere una fuerte continuidad genética a largo plazo desde la época prerromana. Por España pasaron muchos pueblos, pero muchos dejaron poca o ninguna huella genética, parece ser el caso de árabes y cartagineses/fenicios o romanos. Los que realmente nos dejaron huella fueron los antiguos Celtas e Iberos. Los íberos formaban parte de los habitantes originales de Europa occidental y eran similares a las poblaciones celtas del primer milenio antes de Cristo de Irlanda, Gran Bretaña y Francia. Posteriormente, los celtas cruzaron los Pirineos en dos grandes migraciones: en el IX y el VII siglo a. C. Los celtas se establecieron en su mayor parte al norte del río Duero y el río Ebro, donde se mezclaron con los íberos para conformar el grupo llamado celtíbero.
El haplogrupo predominante en el 70% de los españoles es el R1b, conservamos así el linaje de los primeros pobladores del continente además de una importante herencia celtíbera. Ni los fenicios/cartagineses, ni los griegos, ni los godos, ni los romanos, ni los árabes modificaron sustancialmente la composición genética de esa población primigenia, la aportación de estos pueblos fue mucho más fuerte a nivel cultural que a nivel genético. Eso se debe a muchas razones diversas, entre otras, que estas poblaciones invasoras nunca fueron relevantes numéricamente respecto del resto de la población, algunas de ellas (griegos y fenicios) se dedicaban a construir colonias costeras para el comercio, no a invadir a los nativos. Por otra parte el Estrecho de Gibraltar nunca fue cruzado por una migración importante desde Norafrica a Europa o desde Europa a Norafrica. Eventos demográficos incluyendo el Neolítico, contactos mediterráneos (desde el segundo milenio A.C al periodo romano), y las expansiones islámicas parecen haber tenido poco impacto genético sobre los intercambios norte-sur.
Si nos centramos en el impacto genético de los ocho siglos de al-Ándalus en la genética de la población actual observamos como hay una determinada relación genética entre la Península Ibérica y el Norte de África como resultado principalmente de este período histórico. Igualmente esa contribución no resulta especialmente elevada en términos relativos teniendo en cuenta esos ocho siglos. Esa contribución se observa principalmente en la región occidental de la península, dato que concuerda perfectamente con los registros históricos. Tras la revuelta de los moriscos en el siglo XVI, la mayoría de ellos fueron deportados de sus lugares de origen en Granada y llevados al exilio al noroeste. Quinientos años después, el genoma de los españoles lo muestra: hay más descendientes de moriscos en la plaza de Salamanca que en Granada. En concreto la mayoría de estudios estiman en torno a un 10% de la población actual tiene características genéticas propias de los habitantes del norte de África, porcentaje muy similar al encontrado en el norte de Italia o en Francia. Por contra en otros lugares de Europa esa aportación genética resulta bastante más notoria, son los casos de Grecia, Serbia, Albania o el sur de Italia (cerca del 25%). En la misma Península Ibérica, el haplogrupo E tiene en Portugal, principalmente en la zona sur mayor peso en el global de la población que en España.
Curiosamente Portugal presenta globalmente mayor similitud genética respecto a Italia que España. Hay quien sugiere que tras la expulsión de judíos y musulmanes en época de los Reyes Católicos, provenir de una familia de cristianos viejos o ser descendiente de musulmanes o judíos suponía obtener un certificado de ciudadanía de primera. En esa época gran cantidad de judíos y moriscos expulsados de España se refugiaron en Portugal provocando desde entonces una leve “fractura” genética entre España y Portugal. La mayor presencia en Portugal de los haplogrupos E1b (norte de África) y J (mediterráneo oriental) que en España parece confirmar ese hecho (haplogrupos representados en el mapa superior por los colores tierra y verde respectivamente). Por otra parte hay que resaltar que los franceses del Sur (Occitania) también presentan mayor similitud genética con los españoles que los portugueses. En concreto la población originaria del eje Burdeos-Toulouse-Montpellier.
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