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miércoles, 30 de mayo de 2018

NICARAGUA. DE LA CRISIS ACTUAL A LA TERCERA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN SANDINISTA.

Por Carlos Fonseca Terán.

El hecho de que las reformas a la seguridad social en Nicaragua, que afectaban principalmente a los sectores pudientes, fueran el detonante de la actual crisis que vive el país, se debe a que producto de la resistencia de la empresa privada, el gobierno sandinista no tuvo más remedio que intentar la aplicación de las reformas rompiendo con la política de consenso que había regido las decisiones gubernamentales en política económica desde el regreso del FSLN al poder en 2007 y que incluía a la empresa privada y a los trabajadores, siendo estos últimos, en esta ocasión, el único sector que se pudo tomar en cuenta.
El objetivo de las reformas era dar respuesta inmediata al déficit financiero del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), sin tenerse que aplicar la receta fondomonetarista del aumento en la edad de jubilación y en la cantidad de semanas trabajadas para acceder a las pensiones correspondientes. Tal déficit financiero es producto, principalmente, del aumento exponencial de beneficios a los asegurados por una parte, y en la cantidad de éstos por la otra.
La inevitable ruptura – aún en caso de que se asumiera como temporal o coyuntural – de la alianza tripartita entre gobierno, trabajadores y empresarios a raíz de la reforma implicaba la necesidad de un alto nivel de participación popular y de la militancia sandinista en la definición de la misma, acompañada de toda una ofensiva política de las estructuras del FSLN, todo ello en aras de que la vinculación entre autoridades y pueblo en general se correspondiera con el impacto que la ruptura en cuestión pudiera tener en la dinámica política del país, asegurándose por tanto que a nivel popular hubiera suficiente información de lo que estaba sucediendo, pero al no aplicarse dichas medidas políticas, las reformas se implementaron en un contexto de desinformación general altamente propicio para que una ofensiva propagandística de la derecha a nivel mediático y en las redes sociales, hiciera posible que sectores anteriormente no identificados con la oposición (sobre todo estudiantes universitarios), pero en gran parte influenciados por los ejes políticos de la derecha, asumieran que las reformas eran perjudiciales para los trabajadores y los jubilados, lo que se convirtió en una bandera suficientemente atractiva para movilizar contra la reforma a quienes hasta ese momento habían estado políticamente inactivos, incluyéndose entre ellos a quienes ya eran antisandinistas por razones ideológicas.
Efectivamente, las reformas contemplaban no sólo un aumento sustantivo (del 19% al 22.5%) en el aporte de los empleadores al seguro social, sino también un aumento en el aporte de los trabajadores, aunque mucho menor (del 6.25% al 7%), y establecían el aporte del 5% de los jubilados, cuya cuota iba a seguir siendo la menor. Esto último fue el tema más polémico y que más se prestó a la manipulación mediática, debiendo aclararse aquí que una gran parte de esos jubilados llegaron a serlo sin tener la cantidad de semanas requeridas, por lo que reciben una pensión reducida que sin embargo, no existía antes de que el sandinismo regresara al poder; por el contrario, esta política fue establecida por el gobierno sandinista para beneficiar a las decenas de miles de personas que por haber sido despedidas en la época del neoliberalismo, no habían podido trabajar el suficiente tiempo para su jubilación normal.
Hubo otra medida que, unida a la mayor cuota en el aumento de las cotizaciones de los empleadores, hizo que estas reformas fueran muy perjudiciales para los sectores adomodados de la sociedad. Dicha medida fue la eliminación del techo en el ingreso, de C$ 82,953.22 (U$ 2,764.11) para la definición del monto a cotizar, de modo que quienes ganan sueldos superiores a esta cantidad (que en Nicaragua es un ingreso altísimo) no aportan cotizaciones más altas, pero reciben pensiones en correspondencia con su ingreso, o sea que las mismas son superiores a lo que correspondería por sus cotizaciones, lo que es aprovechado por los empresarios para reportar altos sueldos inexistentes y recibir así pensiones de lujo al jubilarse, sin que el monto de las mismas se corresponda con sus aportes a la seguridad social, lo cual con estas reformas ya no iba a seguir siendo el gran negocio que es, o al menos las cotizaciones de estos empresarios fraudulentos al INSS iban a ser mucho mayores.
La ruptura por parte de la empresa privada, de la alianza tripartita entre gobierno, trabajadores y empresarios, implicó un tipo de confrontación distinto al que resultaba de las acciones políticas anteriores de la oposición. En este caso se presentaron las condiciones propicias para que se pusiera en marcha el formato postmoderno previamente elaborado, de derrocamiento de gobiernos no afines, diseñado e implementado por Estados Unidos y sus aliados occidentales, y que en Nicaragua no había podido ser aplicado, pero cuyos ejecutores ya estaban entrenados y listos a hacerlo en la primera oportunidad que se presentara. De hecho, lo acababan de intentar con el incendio forestal de Indio Maíz, y antes lo habían intentado en múltiples ocasiones.
El formato al que nos referimos es un nuevo tipo de guerra, conocida como “guerra de quinta generación”. Se considera guerra de primera generación, la que se planteaba entre ejércitos al servicio de Estados, por disputas territoriales, y su clave táctica es la capacidad de movilización de tropas. Su modelo típico son las guerras napoleónicas de inicios del siglo XIX, pudiéndose incluir también las guerras de independencia sudamericanas, de la misma época. De segunda generación, son guerras entre ejércitos convencionales pertenecientes a potencias industriales, en disputa por territorios periféricos a ser dominados, y se caracteriza por aplicar los avances de la revolución industrial en general, apareciendo las primeras armas automáticas y la aviación, y siendo así su clave táctica el poder de fuego, y su ejemplo típico la primera guerra mundial, a inicios del siglo XX, pudiendo ser incluida la guerra civil española, un poco después. De tercera generación, son similares a la segunda, pero por contradicciones político-ideológicas con fuertes elementos geopolíticos, y en las que es fundamental la rapidez de las operaciones (la guerra relámpago nazi en Europa Occidental, o la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes), siendo por tanto su clave táctica, el margen posible de maniobra, y su ejemplo típico la segunda guerra mundial, a mediados del siglo XX, pudiendo tenerse como otro ejemplo de esta modalidad, la guerra de Corea (una de las más típicamente convencionales), por la misma época. De cuarta generación, es una guerra no convencional – aunque no la única de este tipo, pudiendo haber guerras no convencionales en el caso de todas las demás generaciones de guerras (incluyéndose en este tipo de guerras, la guerra irregular, entre fuerzas irregulares y ejércitos regulares), pero esta y la quinta se caracterizan por el hecho de que no pueden tener forma convencional, a diferencia de las anteriores –, y es usada por las potencias industriales contra países donde gobiernan fuerzas no afines a sus intereses hegemónicos, siendo un ejemplo típico la segunda guerra de Estados Unidos contra Viet Nam, y se incluye la llamada guerra de baja intensidad o guerra sucia, que no se enmarca en los parámetros jurídicos tradicionales, como la guerra de agresión de Estados Unidos contra Nicaragua en los años ochenta.
Las guerras de quinta generación se basan en el uso de técnicas sofisticadas de manipulación mental, bien calculadas y basadas en el uso de proyecciones hechas por computadoras, y su eje central es la guerra psicológica, que se vale del uso de los medios de comunicación y la aplicación de la cuarta y la quinta revolución industrial (ambas vinculadas al salto tecnológico en la cibernética y los sistemas informáticos) a través de las redes sociales. Estas guerras se caracterizan en algunos casos por su organización a cargo de empresas transnacionales que utilizan a poderosos Estados industriales y postindustriales como fachada institucional (la segunda guerra de Afganistán, las dos guerras de Irak, la “primavera árabe” – guerras de Libia y Siria –), pudiendo presentarse situaciones en que este tipo de guerra no haya podido ser llevada por sus promotores, de su fase preliminar (guarimbas venezolanas) a la fase de guerra civil (Libia, Siria), habiendo también casos en que esta modalidad bélica está motivada por intereses exclusivamente geopolíticos, como sería el caso de los autodenominados “autoconvocados” en Nicaragua, donde al igual que en Venezuela, sus promotores no han podido hacerla pasar de su fase preliminar, que no es propiamente una guerra; así como se dan casos en que los intentos bélicos no han podido instaurar siquiera esa etapa preliminar, como sucede con la frustración de la operación subversiva diseñada por Estados Unidos contra Cuba, conocida como Proyecto ZunZuneo.
Las guerras de quinta generación tienen entre sus características, sobre todo en su fase preliminar – la que como hemos dicho, no es todavía una guerra propiamente dicha –, el no tener frentes definidos ni despliegue de tropas militarmente movilizadas para el enfrentamiento bélico, y sus reglas incluso desde el punto de vista técnico, son extremadamente difusas, funcionando en esta fase preliminar como una gigantesca manipulación mental diseñada por expertos, mediante la que prácticamente se puede hipnotizar a grandes cantidades de personas altamente desinformadas que previamente son sumergidas en una verdadera indigencia espiritual, cegadas luego por emociones que les han sido implantadas como chips virtuales y mediante las que se les hace actuar como una especie de zombies, sin despegar sus ojos de las pantallas donde la mentira se convierte en verdad y donde la estupidez se adueña de sus voluntades.
Para la creación del caos como elemento fundamental en la aplicación de esta nueva disciplina del arte militar, diseñada – no podría ser de otra manera – en los laboratorios del Pentágono, se presenta luego el involucramiento inducido de la delincuencia para que quede montado el escenario completo de las expresiones psicológico-cibernéticas de esta guerra, en la que obviamente, hay muertos como en todas, incluso desde su fase preliminar; los que son usados por los orquestadores de este tipo de guerra como armas más letales aún que aquellas con las que previamente se usaron contra ellos.
Volviendo a nuestro tema central, al ser derogadas las reformas a la seguridad social como muestra de buena voluntad del gobierno para frenar la desestabilización del país ya iniciada el momento de la derogación, los que se oponían quedaron sin bandera reivindicativa alguna, y el tema pasó a ser el derrocamiento del gobierno sandinista, lo que en un ambiente de creciente efervescencia y confrontación, puso en movimiento a todo el antisadinismo, que había permanecido oculto e inactivo hasta ese momento.
La derogación de las reformas fue una decisión audaz y estratégicamente demoledora para los llamados “autoconvocados”, como se autodenominaron desde un inicio los que se han estado movilizando en contra del gobierno sandinista, ya que quedaron desprovistos de demandas concretas de tipo social, debiendo volver a su formato político de poco interés para la gran mayoría de la población, de reclamar el respeto a la institucionalidad democrático-burguesa bajo cuyas reglas del juego el sandinismo ha sido capaz como ninguna otra fuerza de izquierda en la historia, de derrotar a sus adversarios políticos, a favor de cuyos intereses han sido diseñadas esas mismas reglas. Esto es lo que hace recurrir al derrocamiento del gobierno como objetivo explícito, lo que permite a la derecha movilizar al antisandinismo en circunstancias propicias, pero por otro lado priva aún más a la oposición de la posibilidad de contar con la fachada social que hizo posible la legitimación inicial de las acciones desestabilizadoras y la integración a éstas de un segmento de la población sin opción política definida, ni a favor ni en contra de ninguna fuerza, pero que de esta manera la derecha logró poner en contra del sandinismo.
Por otra parte, la deriva de las protestas hacia temas políticos hace que en las mismas adquiera cierto protagonismo lo más débil de la derecha, que son sus partidos, los que lejos de fortalecerse con esto, ahuyentan a una buena parte de la gente que inicialmente se sumó a las acciones antigubernamentales, en las que cada vez es más protagónica la presencia de la burguesía, la clase media alta y el lumpenproletariado, presentándose siempre una fuerte participación de la clase media en general, así como de estudiantes universitarios.
El modus operandi en general ha sido en primer lugar, la combinación de un rostro amable con uno grotesco y de carácter intimidante; en el primer caso, a través de manifestaciones pacíficas muy visiblemente encabezadas por la burguesía, que con su entusiasta participación en dichas actividades demuestra tener claro que no hay tal represión policial ni paramilitar contra ese tipo de actividades, a las que llegan incluso acompañados de sus hijos menores. Acto seguido ocupa su lugar el lumpenproletariado, que asume la parte violenta con el ataque y la quema de locales vinculados al sandinismo, pasando por el derribo de árboles de la vida, actividad esta última en la que participan por igual los sectores medios y la parte desclasada de los sectores populares, en general más vulnerable a la guerra psicológica, y cuyas expresiones socialmente marginales incluyen al elemento lumpen, que además de ponerse al servicio del mejor postor, tiene la tendencia natural a desafiar a la autoridad, que es asumida por este sector como el enemigo, debido a su modus vivendi delictivo.
El sandinismo organizado por su parte, ha dado contundentes demostraciones de fuerza y de que mantiene intacta su capacidad de convocatoria, pero frente a la violencia ha asumido una prudente posición defensiva, debido a que su principal objetivo inmediato es desactivar la violencia generalizada, contrario al de la oposición, lo cual es aprovechado por ésta para llevar a cabo provocaciones de todo tipo, principalmente ataques a grupos de sandinistas, que cuando se defienden son presentados como fuerzas paramilitares o turbas usadas por “el régimen” para reprimir a los “manifestantes pacíficos”; imagen que se refuerza cuando debido a la gravedad de un enfrentamiento, la Policía hace acto de presencia, lo cual dicha institución está evitando al máximo, permaneciendo la mayor parte del tiempo acuartelada, para evitar situaciones que sean manipulables por los fabricantes de noticias falsas.
Si los sandinistas atacados se defienden son turbas orteguistas y paramilitares, y si son asesinados se convierten en mártires de la oposición, ya que una característica bastante macabra de este fenómeno es el empeño permanente de los activistas antigubernamentales, en crear situaciones que provoquen muertes, dado que cada nuevo fallecido es asumido por ellos como un mártir más, víctima de la represión gubernamental, incluyendo a los muertos del bando sandinista, pues el manejo de esto es el eje central de la guerra psicológica y es, digámoslo así, el anzuelo para tomar el control emocional de la opinión pública. Incluso, la derecha incluye entre los muertos a personas fallecidas en situaciones ajenas a la crisis, incluyendo muertos por infarto en sus casas e incluso, a personas fallecidas en accidentes de tránsito y cadáveres no reclamados en la morgue, que siempre hay.
Contrario a lo que se presenta mediáticamente, en Nicaragua no ha habido en esta crisis ninguna masacre estudiantil, sino múltiples enfrentamientos, casi siempre provocados por los grupos antigubernamentales, en los que suele haber armas mortales, de guerra y artesanales, lo cual trae como consecuencia que haya muertos en ambos bandos, lo cual es entendible sobre todo si se toma en cuenta la presencia en el bando antisandinista, de armas de guerra usadas contra la Policía, que ya ha tenido varias bajas mortales en este conflicto, las que también son incluidas por la oposición entre “sus” muertos.
Las provocaciones han llegado a tal extremo, y el sandinismo ha sido en tal medida disciplinadamente prudente, que los manifestantes profanan monumentos a héroes y mártires sandinistas caídos en la guerra de liberación contra la dictadura somocista, quitando el rojo y negro de dichos monumentos e incluso, de sus tumbas, ante lo cual la reacción del sandinismo ha sido restaurar los colores originales cuando los del bando contrario se han retirado.
Producto de la desaparición de la excusa inicial de las protestas (la oposición a las reformas del INSS) y de la resultante reducción de reivindicaciones a temas de carácter político, a los grupos antigubernamentales se les hace cada vez más complicado sumar gente a la desestabilización a través de los objetivos planteados, que al no ser reivindicaciones concretas y menos aún de tipo social, ni siquiera pueden ser usados formalmente, debiendo limitarse su discurso al tema de los muertos y a tener como desgastante carta de presentación el derrocamiento del gobierno, pero sin decir concretamente por qué, además del supuesto genocidio.
Esto hace un notorio contraste con las reivindicaciones del sandinismo cuando era oposición, entre las que estaban por ejemplo, el derecho de los campesinos a las tierras que les fueron entregadas por la reforma agraria en los años ochenta y por tanto, su legalización y el acceso al crédito; el derecho al empleo versus las políticas neoliberales, que mandaron al desempelo a una gran parte de la población económicamente activa; la gratuidad de la salud y la educación; el 6% para las universidades; etc. Además, las fuerzas movilizadas tenían un liderazgo bien definido, tanto en el ámbito social como en el político, de modo que con sólo reunirse el Comandante Daniel Ortega con el Presidente de turno, se podía llegar a acuerdos con respecto a reivindicaciones concretas, todas de carácter social; acuerdos que se correspondían con la correlación de fuerzas creada durante la jornada de protesta correspondiente; a diferencia de lo que ocurre ahora, cuando además de no haber reivindicaciones concretas, no hay un liderazgo visible con la capacidad de hacer posible la desmovilización de las fuerzas opositoras, además de la manifiesta resistencia por parte de los representantes opositores en el diálogo, a llamar al levantamiento de los tranques, a cambio de la decisión gubernamental del acuartelamiento policial, que sí se llevó a cabo.
La invisibilidad del liderazgo no implica que no haya una convocatoria centralizada real de los “autoconvocados”, pero la imagen de autoconvocatoria es el sello legitimador de las acciones antigubernamentales, a lo cual obedece dicha invisibilidad. Esto queda en evidencia por el nivel de coordinación y el sentido de estrategia con que se desarrollan los acontecimientos. Existen suficientes elementos informativos para afirmar que los “autoconvocados” en realidad son convocados por la estación CIA radicada en la embajada norteamericana en Managua, algunos de cuyos agentes forman parte de las caras visibles de las acciones contrarrevolucionarias; esto sin mencionar el abierto financiamento de la USAID (organización fachada de la CIA, como todo el mundo sabe) a los ONGs integrantes de la llamada sociedad civil que, se ha dedicado a atacar de manera permanente y sistemática al gobierno sandinista a lo largo de los diez años que tiene el sandinismo de haber vuelto al poder.
A pesar de la visible parcialidad a favor de la oposición por parte del mediador, la Iglesia Católica, al ser instaurado el diálogo la Conferencia Episcopal planteó sensatamente, la inconveniencia de que estuvieran presentes los medios de comunicación, argumentando con gran sentido común, que es imposible dialogar con la presencia de más de cien periodistas, lo cual es sumamente correcto, ya que si el diálogo es público, se convierte en un maratón de discursos ante el público en vez de planteamientos dirigidos a la contraparte, y en dichos discursos las partes expresan sus puntos de vista sin llegar a nada, como en efecto ha ocurrido, lo que ha llevado a los obispos a suspender temporalmente la plenaria del diálogo para la formación de una comisión mixta que busque el consenso.
A estas alturas, ya las pérdidas económicas del país por la crisis superan con creces el déficit del INSS y hay una desaceleración de dos puntos porcentuales en el crecimiento económico. El riesgo país se ha disparado, con la consiguiente pérdida de posibles inversionistas. Los tranques, particularmente perjudiciales para la economía, han pasado a ser el instrumento principal de la oposición para presionar al gobierno, lo cual la desgasta ante la población en general, cuya irritación creciente por los graves inconvenientes que estos métodos implican hacen de éstos un verdadero boomerang para sus promotores. Evidentemente, los tranques no son pacíficos, ya que violentan derechos elementales, tales como la libre movilidad de las personas, lo que causa muerte de enfermos, falta de atención a mujeres embarazadas, y un largo etcétera. Por los tranques se pierden empleos, quiebran los pequeños negocios y la economía se ve dramáticamente afectada, lo que impacta en los sectores más empobrecidos de la población.
Quienes promueven los tranques son personas que no se ven afectados por ellos, debido a que tienen suficiente tierra, ganado, grandes empresas, provisión para meses en las bodegas de sus mansiones, dinero en los bancos de Nicaragua y el extranjero, adonde huyen en el momento que quieran; y quienes los hacen tampoco se ven afectados, debido a que son en algunos casos estudiantes mantenidos por sus familias, sin familia propia que mantener y en otros casos, pandilleros que se suman a dichas acciones porque siempre han visto a la autoridad como el enemigo. O sea, los tranques afectan a los trabajadores y a la clase media baja, no a quienes los promueven, que son los ricos y los que viven de los fondos que les entrega la USAID, como tampoco afectan a quienes los hacen, o sea a personas que no trabajan.
Las fuerzas de la oposición desestabilizadora en la mesa de diálogo se niegan a desmovilizar los tranques, argumentando que no son orientados ni controlados por nadie, sino que son expresión espontánea del pueblo. Si fuera el pueblo el que estuviera en los tranques, sus exigencias serían salario, empleo, salud y educación, crédito para los pequeños productores. Pero sería absurdo, porque nunca ha habido tantos aumentos salariales como bajo este gobierno, el empleo más bien se está reduciendo con los tranques, el pueblo tiene salud y educación gracias al Frente, y sólo con el Frente en el poder han tenido crédito los pequeños productores, mientras los grandes, que promueven los tranques, lo han tenido siempre.
¿Qué piden entonces con los tranques? Los empresarios, no pagar el INSS. Los partidos de la derecha disfrazados de sociedad civil, la renuncia del Presidente o de lo contrario, amenazan con derrocarlo para gobernar ellos como ya lo hicieron entre 1990 y 2006, cuando lanzaron a decenas de miles al desempleo, privatizaron la salud y la educación, negaron el crédito a los pequeños productores, negaron el 6% a las universidades.
¿Qué más piden? Elecciones libres, pero para ellos sólo lo son cuando las ganan. Para mejorar nuestro sistema electoral, hace ya algún tiempo el gobierno sandinista asumió el compromiso de hacer reformas electorales recomendadas por la OEA (todas ellas, por cierto, solicitadas por los que piden "elecciones libres"). Piden libertad de expresión, pero la tienen en tan algo grado que a través de sus medios llaman a la violencia y al derrocamiento del gobierno, y es a través de esos medios que dicen no tener libertad de expresión.
Luego, como siempre ocurre, en medio de todo aparecen a nivel internacional, algunos círculos intelectuales de esa misma izquierda de caviar que se ilusionó con la “primavera árabe”, a la cual incluso bautizó como tal, presentando las acciones promovidas por la derecha en Nicaragua como si fueran una levantamiento popular en contra de políticas de tipo neoliberal impulsadas por el sandinismo, lo cual es en sí mismo un absurdo que queda en evidencia cuando las expresiones gremiales organizadas de la empresa privada y la burguesía como tal, han asumido un beligerante liderazgo de clase en lo que se quiere presentar como una protesta social en defensa de los derechos de los trabajadores y el pueblo, pero con el curioso respaldo de los sectores más reaccionarios entre los círculos políticos dominantes de Estados Unidos, representados en este caso por Ileana Ross-Lethinen, Marco Rubio, Ted Cruz, Mike Pence y compañía limitada.
Es de esperarse que la crisis evolucione de manera favorable a la recuperación de la estabilidad perdida, a pesar del empeño en sentido contrario, de los grupos radicales de la derecha, cuyo propósito es el derrocamiento del gobierno sandinista. La proverbial capacidad organizativa y de convocatoria del sandinismo terminará imponiéndose ante la dispersión orgánica de las fuerzas desestabilizadoras. El sandinismo organizado tiene la suficiente capacidad de análisis para asumir la necesidad de pasar a una especie de tercera etapa de la Revolución Sandinista, en la que se consolide y profundice el modelo político de protagonismo ciudadano en el ejercicio directo del poder, frente a una clase política de derecha incapaz de levantar cabeza, junto a la consolidación y profundización del modelo económico basado en el ejercicio directo de la propiedad por los trabajadores, frente a una clase empresarial enfrentada a un gobierno defensor de los intereses de los trabajadores, pero con el cual pudo convivir sin que sus intereses fueran afectados en lo fundamental.
Esto requiere la transformación del FSLN en una vanguardia revolucionaria de nuevo tipo, como sujeto político que no sustituya a las clases populares en el ejercicio del poder político y a la vez, conductor del proceso revolucionario mediante la acción política de sus estructuras en todos los ámbitos de la vida social, y desde una necesariamente nueva institucionalidad a través de la cual ejerzan directamente el poder político los ciudadanos en su conjunto como sujeto social protagónico, surgido de las clases populares y cualitativamente superior al sujeto individual pasivo que es el ciudadano de la democracia burguesa, todo ello con la convicción de que esta es la única manera de evitar en el futuro situaciones como la que aún estamos viviendo, dado que la conciencia social cuya formación es indispensable para ello, nace del poder de clase ejercido en lo económico y en lo político, debido al carácter clasista del mismo.
La Revolución Cubana fue el inicio de una nueva era revolucionaria en el hemisferio occidental, que puso desde entonces a América Latina a la cabeza de la lucha revolucioanria a nivel mundial. Veinte años después de la Revolución Cubana, la Revolución Sandinista fue la punta de lanza para el derrumbe de las dictaduras militares en América Latina. Veinte años después de la Revolución Sandinista, la Revolución Bolivariana inauguró la época de los gobiernos de izquierda y nuevas revoluciones triunfantes en América Latina. Ahora, veinte años después de la Revolución Bolivariana, una nueva ola revolucionaria en América Latina sólo podrá ser producto de la profundización de los nuevos procesos revolucionarios en marcha, que pasa por la creación de ese ciudadano protagónico como nuevo sujeto social en lo político y de ese trabajador-propietario como nuevo sujeto económico en lo social, de donde surja una clase media popular mayoritaria que sea la base social fundamental de un nuevo proceso revolucionario de carácter continental y posteriormente, mundial, con rumbo a un socialismo autogestionario y protagónico de cuya instauración depende nada menos que el futuro de la humanidad, cuyos días están contados mientras prevalezca ese sistema depredador de la naturaleza y de la dignidad humana que es el capitalismo.

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viernes, 25 de mayo de 2018

LLAMADO A LA MILITANCIA SANDINISTA DE NICARAGUA Y EL MUNDO

La Militancia Sandinista les hace este formal llamado:
1- Primeramente, a la Disciplina como uno de los principios básicos de Nuestro FSLN, sin la cual no se hubieran alcanzado las conquistas de hoy.
2- A la Paciencia, ya que confiados en Dios quien iluminará las mentes que estarán en el Diálogo Nacional, confiamos en la sabia dirección de Nuestro Comandante en jefe Daniel Ortega, quien nos orienta a conservar la calma, a no caer en provocaciones y continuar promulgando y fortaleciendo los mecanismos mediante los cuales logremos nuestro objetivo, La Paz.
3- A la cordura, No podemos estar botando el trabajo de nuestro Comandante Daniel y compañera Rosario, cuando ellos están luchando por que reine la paz en nuestra nación , están trabajando con cabeza fría, algunos de nosotros nos dejamos guiar por nuestras emociones y contestamos o escribimos de la misma forma que los que así mismos se hacen llamar “pacifistas”, con esas acciones no hacemos la diferencia, por lo cual es necesario mantenernos bajo las orientaciones de nuestra dirección Nacional, Queremos la Paz, sigamos la Paz, y no devolvamos mal por mal, antes hagamos el bien a quienes nos hacen mal.
4- Reiteramos el llamado a no caer en las provocaciones, no podemos caer en la vulgaridad, o el mismo odio, el amor puede más que el odio, ya está comprobado, por consiguiente, Militantes, Simpatizantes, pueblo en general, calma mucha calma, paciencia mucha paciencia, la población entera de Nicaragua y el Mundo, ya se dio cuenta quien en realidad aquí, quiere la Paz, la no violencia, por ello no podemos botar ese maravilloso trabajo que hemos venido consolidando.
5- A la unidad, como una gran familia que somos todos los nicaragüenses, sangre india, sangre sabia, No podemos dejar que estos tiempos nos dividan, nuestra familia, nuestros hogares, nuestras comunidades, hay cosas más importantes por que Luchar, la pobreza, el analfabetismo, la salud, la educación, el amor, etc, todos y todas juntos podemos avanzar como un solo puño, como una sola Nación,
Compañeros, hermanos, amigos, Todos debemos contribuir a la paz de nuestro país, por ello, continuemos fortaleciendo esos vínculos de paz y amor, de cariño entre nosotros mismos, no podemos, no debemos dejar que el León piense que todos son de su misma Calaña, debemos hacer la diferencia, marcar la diferencia, y eso solo es posible sino caemos en provocaciones e irracionales muestras de odio.
Compañeros con el amor, con la paz, con la solidaridad, con trabajo arduo ganaremos, y nuestros hijos e hijas serán los herederos de esta patria Libre y sin temores.
HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.


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jueves, 24 de mayo de 2018

Impresiones tras la tercera sesión del diálogo nacional en Nicaragua


Desde hace aproximadamente 8 años y hasta hace un mes, la economía nicaragüense venía presentando un crecimiento económico promedio de 5.2% anual, acompañado de generación de empleo, atracción de inversiones, crecimiento de las exportaciones y estabilidad financiera. El impulso era tan fuerte que Nicaragua era una de las tres economías con mayor crecimiento en toda América Latina, a pesar de lo cual la CEPAL advertía que el esfuerzo seguía sin ser suficiente para acabar con la pobreza. En la situación que teníamos hasta hace un mes, Nicaragua necesitaba crecer a un ritmo todavía mayor para erradicar la pobreza en un horizonte temporal aceptable para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. Esta meta hoy ya no tiene sentido.

En la sesión del diálogo nacional celebrada el pasado lunes 21 de mayo, el presidente del Banco Central de Nicaragua, Ovidio Reyes, intervino para exponer el impacto económico que nos ha dejado la crisis en la que estamos inmersos. Acostumbrado a la naturaleza fría de las cifras, Ovidio no supo transmitir adecuadamente las implicaciones de los números presentados durante la sesión. Los estudiantes y representantes de la sociedad civil quisieron hacer ver en ello que el Gobierno estaba anteponiendo el “desarrollo” del país a las vidas de los estudiantes, trabajadores, policías, funcionarios…. En suma, a las vidas de los nicaragüenses que han sido sesgadas desde el 19 de abril en esta crisis que ya es multidimensional.

Cuando el pasado 21 de mayo, el estudiante Lesther Alemán dijo que las vidas estaban por encima de la economía, se olvida que la misma vida es economía, y política. Que la vida no es posible en abstracto, en el mundo de las ideas, sino que se sujeta sobre lo material. Para que la vida sea posible en la economía de mercado hegemónica, el trabajo, el comercio o el transporte son condiciones necesarias.

La posición de Lesther Alemán y compañía en el diálogo pretende deslumbrar a los nicaragüenses con un idealismo romántico que podríamos juzgar pueril. En realidad, están jugando con la ignorancia del pueblo. Grave error. El pueblo nicaragüense no precisa de estudios universitarios para entender que el tranque impide al trabajador llegar a su trabajo. Para el trabajador informal (más del 60% de la población económicamente activa en Nicaragua) un día sin salario es un día sin tener que comer. El pueblo es mayor de edad y el recuerdo de la pobreza es demasiado reciente como para no tenerlo presente. De hecho, para el 30% de la población sigue siendo una realidad diaria, como muy bien sabemos.

El estudiante Víctor Cuadra tenía razón cuando dijo que hay una gran diferencia entre la calidad moral de los golpistas y la de los representantes del Gobierno. La diferencia es que para los golpistas no todas las vidas valen lo mismo, siendo las vidas de los excluidos y su bienestar tema fuera de foco. En nombre de su objetivo, no les importa sumir a una parte de la población en la más extrema pobreza. Agradecemos mucho a los que han insistido en televisar el diálogo, pues ello nos está permitiendo conocer la calidad moral de la clase de calaña con la que estamos tratando.

Sí, tal como aseveró Sandra Ramos – defensora de los derechos de las personas trabajadoras – las mujeres pobres en Nicaragua son explotadas. A su misma derecha se encontraba Michael Healy, y a su siniestra José Adán Aguerri y compañía. Todos ellos pueden dar buena cuenta de la apropiación indebida del empresariado sobre los usufructos del trabajo de los hombres y especialmente de las mujeres, así como de la desigualdad inherente a este sistema capitalista en el que vivimos inmersos. Pero entre el presente y lo que se nos avecina hay diferencias, pues no es lo mismo ser explotada en tu país, inserta en redes de apoyo familiares y comunitarias, que ser explotada en el extranjero como exiliada económica y lejos de tu familia.

Sandra Ramos puede dar fe de que en ningún momento de la historia de este país las trabajadoras y trabajadores de zona franca han podido hacer valer sus derechos como en la actualidad, a pesar de las grandes deficiencias que todos conocemos. Ella, que siempre ha defendido con mucha honestidad y de corazón los derechos de las personas trabajadoras de la zona franca, hoy se sienta con los capitalistas y se presta a participar en el golpe de Estado apoyando los tranques que provocarán el cierre de las empresas en distintos sectores económicos, llevando al desempleo a estas personas y boicoteando los pocos avances que se habían logrado. Otra muestra del radicalismo de los golpistas.

La estrategia de debilitamiento económico que se ha puesto en marcha tendrá un impacto profundo sobre el país si sigue siendo implementada. Todos lo sabemos, aunque para la mayoría vislumbrar su alcance todavía no es posible. Por el momento, vamos a perder más de cincuenta y cinco mil empleos y la estimación del crecimiento del PIB se ha reducido del 5% al 3.5%.
Como sabemos, la violencia genera más violencia. Siendo el desempleo una expresión de la violencia económica, podemos prever que el incremento en el mismo producirá mayores niveles de pobreza y de inseguridad ciudadana. Según el Foro Económico Mundial, en el 2017 Nicaragua presentaba un índice de seguridad del 5.44, superior al que presentaba Francia (5.43), Reino Unido (5.34) o EEUU (5.23). En términos de seguridad, en Nicaragua vivíamos a la par de algunas de las naciones líderes de la civilización occidental. Con los acontecimientos vividos desde abril, tras el inicio del golpe de Estado, este indicador va a reflejar una caída por encima del 20%. Para hacernos una idea, en México el índice de seguridad el año pasado fue del 4.16, y en Honduras (9 años después del golpe de Estado) fue del 3.45.

Los impactos de largo plazo de los golpes de Estado en Honduras y Venezuela, nos permiten anticipar nuestro futuro, tanto si el Gobierno cede como si se mantiene firme. Ninguno de los dos escenarios es una salida deseable, pero una vez iniciado el golpe, estamos seguros de que los responsables están dispuestos a llevarlo hasta el final, cueste lo que cueste. Únicamente el rechazo y el repudio de los nicaragüenses podrán evitar este destino dramático.

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Nicaragua: paz y autodeterminación

Ante los hechos acaecidos en Nicaragua durante las últimas semanas, expresamos nuestra solidaridad con el Pueblo de Sandino que a lo largo de sus históricas luchas ha ido conquistando su derecho a la autodeterminación, la justicia y el desarrollo. Coincidimos con los anhelos de la mayoría de la población nicaragüense de vivir en paz y armonía.
Respaldamos el proceso de Diálogo Nacional convocado para la búsqueda de soluciones a las diferentes temáticas que las y los nicaragüenses han planteado y hacemos votos por la pronta solución a dichos temas.
Comprendemos el rol estratégico que juega el proyecto del Pueblo Nicaragüense en nuestra región asediada por el crimen organizado en complicidad con algunos estados de la región; razón por la cual rechazamos la desinformación y manipulación de las información realizada por las corporaciones y medios al servicio de los intereses contrarios al Pueblo Nicaragüense y la actuación del intervencionismo norteamericano que desde la aprobación de la llamada Nica Act ha recrudecido sus acciones contra Nicaragua.
Existe un amplio expediente, desde finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, de acciones intervencionistas de Estados Unidos contra Nicaragua que el Pueblo de Sandino ha logrado rechazar y que también sabrá hacerlo en esta oportunidad.
Asimismo rechazamos cualquier acción violenta que ponga en riesgo la vida y seguridad de las y los nicaragüenses, por parte de cualquiera actor involucrado en la situación político social que atraviesa Nicaragua por lo cual instamos a realizar todos los esfuerzos posibles para garantizar el respeto pleno a la dignidad y derechos de todas y todos los comprometidos en la solución pacífica del conflicto, independientemente de su posición política.
ALBA Movimientos
22 de mayo de 2018.


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martes, 22 de mayo de 2018

NICARAGUA. CONSTRUCTORES DEL FUTURO, HEREDEROS DE LA PAZ.

Por Carlos Fonseca Terán.
Si hay algo que reivindicar en toda esta jornada de defensa de la paz frente a la desestabilización y la guerra psicológica es esa organización política revolucionaria, orgullo del sandinismo, llamada Juventud Sandinista 19 de Julio, vilipendiada a más no poder por los enemigos de la paz y la justicia social, lo cual no es casual, porque si algo le preocupa a los enemigos de la Revolución Sandinista es la capacidad de ésta para reproducirse y prolongarse en el tiempo; si algo ha incomodado siempre al antisandinismo es el rostro siempre joven y alegre de nuestra Revolución.
Se pretende presentar a la Juventud Sandinista como una turbulenta banda de fascinerosos utilizada para reprimir a la oposición cuando no se quiere exponer a la Policía. Es la caricaturización interesada de la combatividad de estos jóvenes que si hubieran nacido en los años ochenta, habrían sido combatientes en defensa de la Revolución, y antes habrían sido combatientes insurreccionales y guerrillleros. Ellos son verdaderos héroes de la paz.
Cuando los sandinistas somos atacados y nos defendemos, o cuando simplemente hay confrontación entre las fuerzas del sandinismo y las de la derecha – la que estamos evitando al máximo, contrario a nuestros adversarios –, se nos quiere presentar como si fuéramos grupos paramilitares represivos, mientras se presenta a la oposición como una fuerza angelical de buenos y pacíficos muchachos agredidos por nosotros, las turbas, y se menciona siempre a la Juventud Sandinista. Por cierto, eso de las turbas para referirse al sandinismo defendiendo las calles para la causa revolucionaria comenzó en los ochenta, cuando quienes estaban en los principales cargos de dirección del FSLN y del gobierno sandinista eran los mismos que hoy nos llaman turbas y que dirigen tras bastidores la orgía de violencia contrarrevolucionaria que se ha desatado en el país.
Ellos pueden poner tranques, cobrar peajes, asaltar, atacar y quemar casas con personas adentro, saquear, agredir, matar gente con francotiradores o disparando a mansalva y luego exhibiendo con descaro en una marcha “pacífica” el arma con que dispararon, derribar árboles de la vida dejando sin luz ni agua a los barrios aledaños o tirándolos encima de personas y luego brincar sobre el árbol sabiendo que hay alguien debajo; y mientras, nosotros aguantando y resistiendo, porque somos los defensores de la paz. Pero según ellos, somos turbas, fuerzas paramilitares, policía genocida, etc. Y en medio de todo, a la que señalan como responsable de muertes y daños es a la Juventud Sandinista.
Un ejemplo típico de esto es el tranque puesto recientemente por las personas que se encuentran atrincheradas en la UNA, violando los acuerdos del diálogo, para impedir el paso de los sandinistas que se dirigían a sus casas, provenientes de la actividad “Canto a Sandino por la paz”, quienes salieron de los vehículos que los transportaban para quitar los obstáculos en la vía pública, y fueron agredidos a pedradas y morterazos por los que están en la UNA, entablándose un enfrentamiento en el que los provocadores llevaron la peor parte, pero hubo lesionados de ambos lados. Luego llegó la Policía a restablecer el libre tránsito, y acto seguido, los que ya sabemos armaron la alaraca de que la Policía y las “turbas orteguistas de la Juventud Sandinista” estaban atacando la UNA, lo que fue desmentido por la Policía Nacional y por múltiples videos tomados en el lugar al momento de los hechos. Sin embargo, anda circulando una grabación que de ser cierta, es en sí misma una grave acusación a cierto funcionario de la CIDH que llegó después, no a investigar, sino a respaldar a los activistas de la derecha y alentarlos a que siguieran adelante, algo inaudito para un organismo al que se ha llamado para colaborar en la investigación de las muertes ocurridas a lo largo de todo este calvario por el que la derecha está haciendo pasar al pueblo nicaragüense.
La Juventud Sandinista 19 de julio fue fundada en 1979 y su primer Coordinador Nacional fue Fanor Herrera, hombre ejemplar, militante y combatiente de larga trayectoria, quien me antecedió como Secretario Político Departamental del FSLN en León y es actualmente Delegado de Gobernación en dicho departamento. La primera gran tarea de la Juventud Sandinista fue la Cruzada Nacional de Alfabetización en 1980, en la que decenas de miles de jóvenes integrados en el Ejército Popular de Alfabetización (EPA), fuimos a alfabetizar hasta el último rincón del territorio nacional, reduciendo el analfabetismo del 54% al 12%. Esto tuvo su réplica con métodos distintos, pero igualmente siendo la Juventud Sandinista su protagonista, luego del regreso al poder del sandinismo en 2007, esta vez con el Programa “Yo sí puedo”, diseñado en Cuba, reduciéndose esta vez el analfabetismo del 35% al que había vuelto a subir con el neoliberalismo, a un 3%.
En los años ochenta la Juventud Sandinista, además de sus tareas políticas como organización juvenil del FSLN, garantizó la organización y movilización de grandes contingentes de jóvenes a los cortes de café y algodón en los Batallones Estudiantiles de la Producción (BEP), y a las jornadas de vacunación a través de las Brigadas de Salud, con las que se logró erradicar la poliomielitis, terrible enfermedad que azotaba a los niños pobres en Nicaragua. De igual manera, se organizó el Movimiento Cultural “Leonel Rugama” y el Movimiento Deportivo “Bosco Monge”, para promover la cultura y el deporte entre los jóvenes nicaragüenses.
También en esa época la Juventud Sandinista fue decisiva en la defensa armada de la Revolución, en la que participamos prácticamente la totalidad de los militantes y afiliados de la organización juvenil, que jugó un papel determinante para el éxito en la organización de las Milicias Populares Sandinistas y los Batallones de Infantería de Reserva del Ejército Popular Sandinista, que sostuvieron el peso principal de la guerra durante la primera mitad de ésta, hasta la promulgación de la Ley del Servicio Militar Patriótico, que dio lugar a la formación de los Batallones de Lucha Irregular (BLI), cuyos integrantes fueron conocidos como “los cachorros”. La Juventud Sandinista organizó entonces contingentes de jóvenes voluntarios movilizados por decisión propia al Servicio Militar Patriótico.
En los años noventa la Juventud Sandinista fue parte también de las diferentes jornadas de lucha popular que emprendió el sandinismo en defensa de las conquistas revolucionarias, amenazadas por las políticas neoliberales promovidas por la derecha en el poder. En los primeros años de esa década tuve el honor de ser Vice-Coordinador Nacional de nuestra organización juvenil.
Desde que regresó el sandinismo al poder en 2007, la Juventud Sandinista ha sido protagonista también de esta segunda etapa de la Revolución, garantizando la implementación de los programas sociales impulsados por el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, tales como el Bono Productivo Alimentario, Usura Cero, Plan Techo, Paquete Solidario, entre otros.
A través del Movimiento Cultural “Leonel Rugama” y el Movimiento Deportivo “Alexis Argüello” la Juventud Sandinista retoma lo iniciado en los ochenta en cuanto a impulsar la cultura y el deporte entre la juventud nicaragüense. Leonel Rugama fue el joven poeta guerrillero que siendo atacado por un batallón de la Guardia Nacional hizo célebre la frase “que se rinda tu madre”, que ahora la derecha, carente de patrimonio moral, pretende arrrebatarnos. A través del Movimiento Ambientalista “Guardabarranco”, la Juventud Sandinista es protagonista de las tareas revolucionarias encaminadas a la preservación del medio ambiente, como la reforestación de la reserva “Indio Maíz” después del incendio, mientras los jóvenes acomodados que se decían defensores de la reserva sólo protestaban, pero se negaban luego a ir al lugar para recuperar el área devorada por el fuego, que fue de algo menos del 1% de la reserva. Durante los primeros años de esta segunda etapa de la Revolución, los jóvenes del Movimiento “Constructores del Futuro”, también perteneciente a la Juventud Sandinista, se destacaron construyendo casas, construyendo y reparando escuelas, en lo que fue el inicio de la construcción de la patria nueva, que no se detendrá ante el terrorismo autoconvocado ni ante nada, porque como dijo Fidel, “no hay fuerza en el mundo capaz de vencer la fuerza de la verdad y las ideas”, y en esta lucha que es también – y sobre todo – de las ideas, en defensa de la Patria, la Revolución y la Paz, también la Juventud Sandinista está asumiendo un papel protagónico que será cada vez más decisivo en la medida en que como vanguardia revolucionaria retomemos la formación política e ideológica que tanto hemos descuidado, y prioricemos en esta urgente tarea a las nuevas generaciones de revolucionarios, cuya vanguardia política organizada es la Juventud Sandinista 19 de Julio.


EEUU contra Nicaragua: desinformación y Guerra No Convencional

La maquinaria para derrocar al presidente de Nicaragua trabaja a marchas forzadas. Busca concretar esta oportunidad que se gestó desde hace varios meses. Más allá de las responsabilidades, errores y titubeos del mandatario Daniel Ortega, lo que vive el país centroamericano es una operación coordinada desde Estadios Unidos con base en el manual TC-1801 de Guerra No Convencional y el JP-3-13 de desinformación
La Habana, Cuba. Con un saldo de unos 30 muertos y varias decenas de heridos, los recientes disturbios en Nicaragua y la correspondiente campaña desinformativa demuestran una vez más la forma en que Estados Unidos impulsa sus planes subversivos en la región.
A partir de la reforma al sistema de seguridad social decretada por el gobierno, comenzaron algunas protestas de la ciudadanía que llegaron a niveles nunca vistos en muchos años en la nación centroamericana, y que de inmediato fueron aprovechados por la derecha nicaragüense y sus patrocinadores en el exterior para desestabilizar al país.
Bandas delictivas atacaron ambulancias, comercios, autos, instituciones oficiales, viviendas familiares y espacios públicos, lo que creó pánico y provocó una cadena de hechos desestabilizadores en esa nación, una de las menos violentas de la zona.
A pesar de que las autoridades de Managua decidieron echar atrás estas medidas, las manifestaciones continuaron, pero con un nivel de coordinación que reveló una posible “asistencia” externa.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, condenó el 24 de abril lo que denominó “la violencia política repugnante” empleada por la policía, mientras los principales medios de prensa estadunidenses aseguraban que los manifestantes exigían la renuncia del presidente Daniel Ortega.
Las declaraciones de Sanders tuvieron lugar un día después de que el Departamento de Estado ordenara abandonar el país al personal diplomático no imprescindible y sus familiares en Managua.
Con esta medida, la administración del presidente Donald Trump pretende magnificar la gravedad de la situación en Managua y otras ciudades de ese país, y presionar a sus aliados y socios para que adopten medidas similares con el fin de aislar al Gobierno de Ortega.
A juicio del diario The Miami Herald, la evacuación de la mayor parte del personal de la sede estadunidense –algo que la Casa Blanca no hizo ni siquiera durante la guerra de la década de 1980– es una señal de que Washington considera que la situación allí es “peligrosamente inestable”.
De forma casi simultánea, sectores de la ultraderecha en el Congreso estadunidense, en particular representantes de Florida, reactivaron sus planes contra Ortega y revitalizaron el proyecto de ley Nica Act.
Dicho proyecto condiciona cualquier financiamiento estadunidense al gobierno nicaragüense a la implementación de “reformas democráticas” en correspondencia con los intereses hegemónicos de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, legisladores pidieron al Departamento de Estado, a la Casa Blanca, al Congreso y a los países aliados “que se mantengan en absoluta solidaridad” con los nicaragüenses y contra las autoridades locales.
A través de las redes sociales, sitios digitales “alternativos” vinculados a las protestas y medios de prensa de la derecha local, los organizadores de este operativo destinado a subvertir el orden interno en Nicaragua, hacen un esfuerzo supremo por exacerbar el descontento popular con el fin de elevar los disturbios a niveles tales que las fuerzas del orden se vean obligadas a contraatacar con mayor intensidad.
Un operativo según los manuales
Expertos señalan que en este operativo contra el gobierno de Ortega aparece el trabajo sucio mancomunado de los asesores de la Casa Blanca, funcionarios del Departamento de Estado, los servicios de inteligencia y las entidades subordinadas al Pentágono, entre otros factores.

El empleo de las recetas más importantes de los manuales de campaña de las Fuerzas Armadas estadunidenses, en particular la Circular de Entrenamiento TC-1801 Guerra No Convencional (GNC) publicada en 2010, volvió a salir a la palestra.
En casos como Nicaragua, Estados Unidos emplea múltiples entidades federales en sus misiones de subversión, desde las agencias de espionaje hasta especialistas en manipulación de los medios informativos, tal y como establecen algunos documentos oficiales.
Al respecto la TC-1801 define la GNC como el conjunto de actividades dirigidas a posibilitar el desarrollo de un movimiento de resistencia o la insurgencia, para coaccionar, alterar o derrocar a un gobierno, o a tomar el poder mediante el empleo de una fuerza de guerrilla, auxiliar y clandestina, en un territorio enemigo.
Los esfuerzos de Estados Unidos con la GNC están dirigidos a explotar las vulnerabilidades sicológicas, económicas, militares y políticas de un país adversario, para desarrollar y sostener las fuerzas de la resistencia y cumplir sus propósitos estratégicos.
El texto asegura además que “el objetivo es lograr un enfoque integral y el éxito a largo plazo, pues en varios momentos de un conflicto resulta necesaria la integración de las instituciones multinacionales e intergubernamentales”.
La experiencia en otras naciones latinoamericanas y caribeñas demuestra el papel desestabilizador de organismos como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), entidad gubernamental subordinada al Departamento de Estado, que sirve de fachada de los servicios de espionaje.
Las operaciones de información
Las llamadas Operaciones de Información (OI) de las Fuerzas Armadas estadunidenses forman parte del dispositivo de tergiversación de la verdad desplegado en apoyo a actividades subversivas como las que se llevan a cabo contra Nicaragua y otras naciones que no son del agrado de Washington.

Según el manual JP-3-13, aprobado en noviembre de 2012, que regula esa actividad, las OI tienen como fin el empleo coordinado de la propaganda y otros métodos similares.
Su objetivo es “influir, corromper y usurpar el proceso de toma de decisiones del adversario”, todo mediante el uso de rumores, mentiras, acusaciones con argumentos falsos que de forma inmediata invaden los titulares de los principales medios de prensa.
También el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés) constituye un elemento clave en estas funciones, en “una alianza poco conocida” –según The Washington Post– entre esa entidad y la jefatura de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE), unidades élite del Pentágono, factor importante en la GNC. Esta cooperación interagencias tiene como objetivo manipular la información, una de las principales armas de la subversión.
Actualmente Venezuela y Siria son algunas de las naciones víctimas de este ensayo mediático en el cual desempeñan un papel de primer orden los grandes medios de comunicación masiva del mundo, controlados en más del 90 por ciento por los principales centros de poder hegemónico.
Los especialistas estadunidenses, al igual que en otros países occidentales, utilizan además cuentas falsas en las redes sociales, así como clubes de supuestos seguidores de determinadas “causas justas”, que se suman a las campañas contra los países que son blanco de agresiones como esta.
Lo que hoy sucede en Nicaragua y Venezuela puede acontecer mañana en cualquier otra nación “hostil” hacia Estados Unidos y para eso los principales estrategas y asesores presidenciales –ahora reforzados con varios halcones de política exterior y seguridad nacional– esperan la más mínima oportunidad o asomo de descontento.
De todas formas, si no se presentan tales circunstancias las fabrican con el fin de facilitar las operaciones subversivas y si es posible, derrocar a los gobiernos correspondientes.
La meta principal de todas estas actividades en Nicaragua, al igual que otras similares en Cuba, Venezuela, Bolivia y demás naciones del área, es contribuir al logro de los objetivos estratégicos de la política exterior de Washington, acercarse en la medida de lo posible a su política de “cambio de régimen” cuando sea necesario y transformar las percepciones negativas de la población hacia Estados Unidos y su política exterior.


Roberto García Hernández
Prensa Latina


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sábado, 19 de mayo de 2018

Nicaragua: Acuerdo nacional o guerra general

Por Augusto Zamora.

No es otra la cuestión que se juega en el diálogo recién abierto, cuestión que –posiblemente- algunos no tengan del todo claro y otros –creemos que una minoría ínfima- sí, con el deseo de que fracase y haya guerra. Al finalizar la primera jornada se escucharon voces por esta vía, voces exaltadas que decían de no volver a la mesa de diálogo y romperlo todo, demostrando con esa actitud una extrema irresponsabilidad y un escaso amor por esa Nicaragua que dicen defender.
Nadie destruye lo que ama, nadie, al menos, en su sano juicio. Criamos y cuidamos de nuestros hijos preservándolos del peligro y todo deseamos, menos verlos enterrados en espirales de violencia que destruyan su vida y futuro. Amar es construir, crear entornos para ser felices nosotros y nuestros seres queridos, felices dentro de lo que podemos serlo en este mundo desigual y atribulado. Es, por eso, difícil de entender que se hable de amor a la patria al tiempo que se la aboca, desde posiciones extremas, al conflicto, la intolerancia, la ruina económica y la destrucción.
La mesa se llama de diálogo nacional, pero, realmente, es un foro de negociación con la Iglesia Católica de mediadora. Es un punto que debe especificarse. Dialogar, según el diccionario de la lengua, es una “plática entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”. Negociar es “tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro”. Al diálogo nacional no se ha ido a platicar, sino a negociar una salida a la crisis.
Pues bien, “negociar supone ceder”, como escribió el Grupo de Contadora en la carta de remisión del último proyecto de Acta para la Paz y la Cooperación en Centroamérica, en 1986. La Declaración de Manila sobre Solución Pacífica de Controversias, por su parte, señala que, para que haya una adecuada negociación, las partes deben comportarse “de buena fe y con espíritu de cooperación”, de forma que sea posible “alcanzar un acuerdo pronto y equitativo de sus diferencias”.
De eso se trata. De alcanzar un acuerdo pronto y equitativo por el bien del país, de todos y cada uno de sus habitantes. Llegar a acuerdos implica, para quien quiera alcanzarlos, abandonar peticiones extremas, descalificaciones e insultos. Implica entender que un acuerdo es un punto de equilibrio entre los intereses de una parte y los intereses de la otra, no la prevalencia de los puntos de vista de una sobre otra. A eso no se le llama negociación, sino imposición. Exigir del otro todo a cambio de nada es negar cualquier posibilidad de arreglo pacífico. Es invitar, sin decirlo, al enfrentamiento total.
Es, en este punto, donde el mediador debe cumplir su papel de mediar. Mediar: “interponerse entre dos o más que contienden, procurando reconciliarlos y unirlos en amistad”, define el diccionario de la lengua. El mediador, por tanto, tiene como primera misión aproximar a las partes sin tomar partido por ninguna de ellas. Debe, además, delimitar el alcance y objeto de la controversia, pues identificar los puntos de desacuerdo es paso previo esencial para buscar un acuerdo y posibilitar el arreglo.
Tampoco ayuda plantear escenarios de buenos y malos, héroes y villanos. Eso vale en una película de Hollywood, no en un foro donde se decide el futuro de un país. Cada quien es libre de guardar odios, fobias y amores; pero dicho foro no es un rincón donde resolver reyertas, sino sitio para encontrar soluciones a la crisis terminal de Nicaragua. Crisis cuya única alternativa es la paz, pues la guerra no es alternativa. Es el suicidio.
Nicaragua posee una economía en extremo frágil. Francia puede aguantar un mes de huelgas (las ha habido), pero su nivel de riqueza le permite afrontar el daño. Nicaragua no puede. Las reservas internacionales del país equivalen al presupuesto anual del Real Madrid, Barcelona F. C. y Manchester United.




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