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lunes, 23 de enero de 2012

Nicaragua aprueba una nueva ley de medicina natural contra el monopolio de las mafias farmacéuticas.Por José P. Pamies

En un mundo en el que la tendencia es precisamente la contraria, la acabar con la medicina natural y terapias no controladas por el negocio de las farmacéuticas y de la medicina oficial, es una decisión sin precedentes y revolucionaria la del gobierno de Nicaragua, que ha dictado la Ley de medicina natural, terapias complementarias y productos naturales en Nicaragua para que, todo lo contrario, puedan convivir en igualdad de condiciones con la medicina denominada “oficial”.

Si bien en Suiza y gracias a un referéndum vinculante convocado por la propia Sociedad, pueden escoger algunas de las terapias naturales aún prohibidas en la mayoría de países de la Unión Europea, lo de Nicaragua va a significar a medio y largo plazo, tener experiencias convalidadas por los servicios públicos de salud, de la efectividad de todas estas terapias no agresivas y de pocos efectos secundarios.

No solamente se trata de que todas los diferentes conocimientos se podrán aplicar en el sistema de sanidad público de Nicaragua buscando la medicina total, holística o integrativa. Incluso chamanes y curanderos, si demuestran su efectividad podrán ser reconocidos oficialmente para trabajar legalmente.

También supondrá un paso adelante en la lucha contra la política de las multinacionales farmacéuticas de patentar los medicamentos, especialmente sus ingredientes tradicionales naturales, y prohibir todo lo que no esté registrado como producto médico "oficial", además de tratar de fomentar el uso de los recursos naturales propios de Nicaragua, desarrollando la investigación médica a la par que se continúan las tradiciones propias de los diferentes territorios, para combatir la dependencia de las multinacionales monopolísticas del sector médico y farmacéutico.

La nueva ley es un logro que habrá que apoyar para que se consolide en el país centroamericano, y para evitar los futuros y seguros boicots de las mafias farmacéuticas y de sus lacayos, entre otros la mayoría de los actuales gobiernos del mundo, muy propia de un gobierno, el del sandinista Daniel Ortega, que no solo defiende la libertad y soberanía política de su pueblo, sino también su soberanía alimentaria y, por supuesto, médica.

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