Por Carlos Fonseca Terán
¿Quieren hacer una revolución? Exijan la expropiación de los explotadores en vez de defenderlos; proclamen el derecho de los trabajadores a ser propietarios, y promuevan un modelo político en que el poder sea ejercido directamente por el pueblo a través de asambleas territoriales y sectoriales de ciudadanos, desde el barrio y la comunidad hasta el nivel nacional.
¿Quieren hacer una revolución? Apoyen en vez de atacar a los campesinos y pobladores en extrema pobreza que se toman las tierras de los terratenientes explotadores.
¿Quieren hacer una revolución? Demanden más recursos para los programas sociales en vez de denigrarlos; más crédito para los pequeños productores en vez de apoyar a los banqueros que se los niegan; más tierras a los campesinos en vez de apoyar a los terratenientes que se las quitan y los explotan; financiamiento para la formación de empresas propiedad de trabajadores que estén en el desempleo o que decidan dejar de ser asalariados.
¿Quieren hacer una revolución? Pidan al Estado colocar sus recursos en instituciones crediticias de carácter social y no en la banca privada.
¿Quieren hacer una revolución? Propongan nuevos sistemas de evaluación y admisión en las universidades públicas, que tomen en cuenta la disparidad que aún existe entre colegios públicos y privados en la calidad en la enseñanza, e incluyan programas de nivelación.
¿Quieren hacer una revolución? Defiendan el derecho de la sociedad a ejercer control sobre los medios de comunicación para impedir que éstos hagan de la mentira un negocio y para que no sigan envileciendo el alma de niños y adultos transmitiendo a cualquier hora del día, imágenes agresivas a la sensibilidad humana.
¿Quieren hacer una revolución? Dejen de ser monaguillos políticos y promuevan la eliminación de los privilegios que el Estado (en contradicción con su carácter laico) otorga a la Iglesia Católica con exenciones de impuestos y demás beneficios.
El problema sería que esa revolución, la única y verdadera nueva revolución que podría hacerse en Nicaragua, no la apoyarían ni el gobierno norteamericano, ni la "sociedad civil" que éste financia, ni los empresarios, banqueros y terratenientes, ni la Iglesia Católica, ni los políticos de la derecha.
¿Quién la haría entonces si fuera necesaria? Los únicos que siempre la hemos hecho: LOS SANDINISTAS a la vanguardia del pueblo nicaragüense, y de hecho ya hay condiciones para ir avanzando en algunas de estas cosas, hacia la tercera etapa de la única revolución que hay en Nicaragua, que es Revolución Sandinista.
¿Quieren hacer una revolución? Vénganse para acá y hagámosla juntos, desde las filas de la única fuerza política revolucionaria que hay y habrá en este país: EL FRENTE SANDINISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
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