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martes, 1 de junio de 2010

Doña Vilma y CIA NO se equivoquen. Por Tomás Borge

Por Tomás Borge.

Doña Vilma Núñez, Henry Ruiz, Víctor Tirado López y, ahora, el más talentoso de todos ellos, Julio López, han reunido sus voces en el diario “ La Prensa ” junto a las de los diputados José Pallais –con una voz cada vez más obesa– Eduardo Montealegre, distintos voceros del gobierno norteamericano, y de otros e iguales territorios ideológicos, para hacer la afirmación más inconcebible en la historia de la lógica nacional: Daniel Ortega es igual y, más aún, peor que Somoza.

Uno de ellos –Víctor Tirado– fue más allá: “Somoza, a diferencia de Daniel Ortega, respetaba el estado de derecho”. Por más esfuerzos que hago no logro asimilar las razones que tuvo este arrepentido comandante, de origen mexicano, para venir a combatir el régimen respetuoso del estado de derecho de Anastasio Somoza.

La señora Núñez, por su parte, regurgita: “NUNCA (El subrayado es mío) había en Nicaragua los niveles de persecución que existen en la actualidad; estamos ahorita con el peor gobierno de todo el recorrido” e irrespetando su condición de presidenta de la Comisión de Derechos Humanos agrega, con palabras sulfurosas, la recomendación de derrocar al gobierno.

Si para esta señora el gobierno actual es peor que el de Somoza le recordamos que durante el Somocismo fueron asesinados cerca de doscientos mil nicaragüenses. No hay una sola familia nicaragüense–incluyendo la de Somoza– que no haya sido herida en su corazón, por la muerte violenta de un ser querido.
A Orlando Flores lo despellejaron vivo, con una cuchilla de afeitar, en Pancasán. Sobre las heridas las pusieron sal y vinagre, mientras reían con salvaje placer; familias enteras fueron exterminadas; el número de torturados revienta cualquier cálculo matemático. Si pudiéramos contar los años de cárcel de los adversarios de Somoza, llegaríamos a una cifra tan alta como años tiene el cristianismo o más.

Doña Vilma consciente con cuanto dice ahora, acerca de su visión del somocismo, fue nombrada Magistrada del Tribunal de Apelaciones de León en 1969, escogida por Fernando Agüero, reafirmada por el congreso de aquella época y ratificado en su cargo por la firma, de puño y letra, de Anastasio Somoza Debayle.

Doña Vilma tiene el mérito de haber sido la primera mujer seleccionada para esa función tan importante y, seguro, fue distinguida por Agüero y aceptada por Somoza, debido a su talento, a su excelente desempeño jurista y a su lealtad con el partido conservador. Tal clasificación, por desgracia para su historial político, ocurrió en la misma fecha en que fue ultrajada en su dignidad de mujer la comandante Doris Tijerino, cuando murió heroicamente Julio Buitrago, fue asesinado David Tejada y las montañas de Nicaragua fueron recorridas por el espeluznante escalofrío de varias masacres a campesinos.

No tengo información de que la señora Vilma dijera una sola palabra por aquellas gravísimas desfloraciones a los Derechos Humanos. Lo más seguro sin embargo, es que tan siniestras barbaridades hirieron los sentimientos de aquella honorable magistrada y que su elevada investidura no le daba para tanto, como para protestar con el agudo tono de ahora.

Las grotescas entrevistas publicadas por “ La Prensa ”, a lo mejor tienen la aberrada intención de sorprender a las presentes generaciones, las cuales no vivieron la satánica ignominia del somocismo. Quienes absuelven a Somoza –o minimizan su terror– y afirman con inaudito cinismo que el actual gobierno sin torturados, sin presos, sin voces silenciadas, es peor que el de Somoza, reflejan mala fe, odio, una intención retorcida y ambiciosa, así como una tristísima frustración. Entre el gobierno de Daniel y el de Somoza existe la diferencia evidente que hay entre la claridad y las tinieblas.

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