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viernes, 18 de julio de 2014

NICARAGUA: «Solo Tomás y Carlos lo entendieron». Por Carlos Escorcia Polanco


Por Carlos Escorcia Polanco.



Aquella luminosa mañana del 19 de Julio de 1979, cuando se derrumba la genocida guardia somocista del dictador Anastasio Somoza Debayle, el pueblo de Nicaragua dió inicio al “momento más glorioso de nuestra historia”, cuando Nicaragua fue libre por primera vez, desde la época de los indios.


“Solo Tomás y Carlos lo entendieron” sentenció poéticamente un empresario radial posteriormente metido a político. Levantamientos y rebeliones hubieron muchas, todas valientes y heroicas, merecedoras de todo nuestro respeto. Pero todas fracasaron. Solamente el Frente Sandinista como la vanguardia histórica del pueblo nicaragüense, logró forjar la más amplia coalición de nuestra historia que logró el triunfo.



Solo Tomas y Carlos lograron descifrar las ansias libertarias del pueblo nicaraguense, solo Tomas y Carlos lograron interpretar  y traducir la ira popular, en indignacion popular, en lucha organizada que finalmente logro alcanzar el triunfo sobre la tirania somocista.




Atrás quedaron 45 años de explotación, felonía, humillaciones, saqueos, torturas, asesinatos, violaciones y muerte del pueblo nicaragüense. Como lo dijera ese mismo viejo locutor nicaragüense, cuando hablaba el lenguaje de su pueblo, “en el pecho de cada combatiente resucitó Sandino.”
Ningún miembro de mi generación, la generación que derrocó a la tiranía somocista, había conocido jamás en su vida ningún otro gobierno que el gobierno somocista. La noticia del derrocamiento de la tiranía le dio la vuelta al mundo y causó un profundo impacto en todo el planeta.



Hubo conmoción en Washington. Con rostro sombrío, Warren Christopher, el flemático abogado de Los Angeles que desde la Casa Blanca monitoreaba el desarrollo de los acontecimientos, a la cabeza del “Comité Christopher”, le dió la mala noticia al presidente demócrata Jimmy Carter.



Carter odiaba a Somoza, pero quería salvar el somocismo. Carter mismo deseaba la salida de Somoza, pero era el principal defensor de la tesis de un “somocismo sin Somoza”. Tanto el comité Christopher como el asesor presidencial Robert Pastor mantenían estrecho contacto con el embajador estadounidense en Managua Larry Pezullo y con el enviado presidencial William Bowdler, quien desplegaba no tanto su diplomacia sino su poder imperial negociando con un grupo de muchachos que eran los comandantes Sandinistas.



El gobierno de Estados Unidos, con experiencia de generaciones en quitar y poner gobiernos se encontró con que los negociadores Sandinistas, pese a su juventud manejaban con maestría el arte de la negociación. La Casa Blanca logró persuadir al gobierno privisional en el exilio y huéspedes de la administración del presidente costarricense Rodrigo Carazo Odio, de aceptar un gobierno de transición.



Según dicho acuerdo, firmado por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de Nicaragua y por el embajador especial Bowdler, Somoza renunciaría a la presidencia de la república ante el congreso somocista reunido en “cámaras unidas”, depositaría de manera interina la presidencia en manos del vice-presidente somocista Francisco Urcuyo Maliaños, este luego entregaría la banda presidencial, también de manera provisional al arzobispo de Managua, monseñor Obando quien a su vez, la entregaría a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, dominada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.



Se declararía un cese al fuego tanto de parte de la Guardia Nacional somocista como del Frente Sandinista de Liberación Nacional. El ejército somocista se rendiría, se daría una oportunidad a que los altos oficiales y ministros de Somoza abandonaran el país y escaparían procesamiento judicial. El acuerdo exigía la renuncia de Somoza, de su hijo el “Chigüin”, su medio hermano “papa Chepe” y del estado mayor de la Guardia Nacional y su salida inmediata del país.



El gobierno de Estados Unidos le ofreció a Somoza, a cambio de su renuncia y salida del país, otorgarle asilo político, a el, a su hijo, a su hermano y a su entorno inmediato. Los detalles fueron aprobados por el “comité de crisis” como también era conocido en la Casa Blanca el Comité Christopher, creado especialmente por el presidente Jimmy Carter para lidiar con la crisis nicaragüense.



La Agencia Central de Inteligencia, CIA ,no logró persuadir a Somoza dos semanas antes de su caída, que había perdido la guerra contra el Frente Sandinista y que era tiempo de abandonar el país antes que el dictador fuera capturado por las fuerzas Sandinistas. Somoza se resistía a salir, negándose a aceptar la realidad que la misma CIA le presentaba diariamente.



Mientras mas prolongara Somoza su propia agonía, mayor el apoyo del pueblo para el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Estados Unidos temía perder el control de los acontecimientos si la Guardia Nacional se desmoronaba totalmente como en efecto sucedió.



Un preocupado Jimmy Carter, en plena ofensiva final de la insurrección Sandinista, se tomó la molestia de levantar el teléfono y llamar personalmente al presidente de Costa Rica, don Rodrigo Carazo Odio, quien hospedaba la Casa Presidencial de San José a la Junta de Gobierno Sandinista en el exilio y un tanto perplejo ante la terquedad de Somoza, le preguntó a Carazo que podía hacer con Somoza.



Lo que sigue a continuación es mi propia reconstrucción de un diálogo telefónico que me fue relatado personalmente por el anciano ex-presidente de Costa Rica don Rodrigo Carazo Odio en el restaurante “Cholo’s Caffee” de Los Angeles, California, en Septiembre de 2005, unos 5 años antes de su fallecimiento:
Presidente Carter: “Señor presidente Carazo, cual es el problema que usted tiene con el presidente Somoza”.



Presidente Carazo: “Señor Carter, yo no se, solo se que este carajo agarro bronca conmigo.”
Presidente Carter: “Dígame señor Carazo, que hacemos con su vecino Somoza”?
Presidente Carazo: “Este problema es de Estados Unidos, ustedes lo crearon, ustedes lo pusieron, ustedes sáquenlo.”
“Esa fue la ocasión en que llegaron helicópteros del ejército de Estados Unidos a Liberia, Costa Rica”? interrumpí al presidente Carazo con mi pregunta. “Exactamente, eso fue, nosotros le dimos permiso a Estados Unidos que estacionaran una limitada fuerza rápida para secuestrar a Somoza.”
Yo no podía dar crédito a lo que mis oídos escuchaban de un calificado testigo privilegiado de la historia como el doctor Carazo: “Carter envio a los ‘navy seals’ a que sacaran a Somoza de Montelimar, redujeron a la guardia presidencial, sin disparar un solo tiro, como en las películas y lo trasladaron en helicóptero al bunker en donde el hijo de Somoza dirigía la guerra.”
Continué interrogando al presidente Carazo para que me revelara más detalles, pero no logré que me dijera nada mas. Horas después Somoza presentaba su renuncia ante el congreso somocista reunido en cámaras unidas en el hotel intercontinental al pie de la loma de Tiscapa.



Según documentos desclasificados, revelados por el investigador estadounidense Gary Webb, autor del libro “Alianzas Oscuras” [Dark Alliance], el periodista narra como Anastasio Somoza Debayle fue “evacuado” de Nicaragua en un avión piloteado por Barry Seal, soplón de la DEA, sabijondo de la CIA y aviador de los carteles de Medellín.



Seal, aterrizó en la base militar de Homestead, Florida, de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en donde recibió asilo político, como parte del acuerdo negociado entre Somoza y la Casa Blanca de Carter. Barry Seal era también el dueño de un avión apodado “la vieja gorda” el cual en 1984 aterrizó en el aeropuerto Los Brasiles en las afueras de Managua, en un montaje de la CIA para incriminar al gobierno Sandinista en el tráfico de drogas.



El derribamiento de dicho avión el 5 de Octubre de 1986 en Zelaya Sur por “flecheros” del EPS, puso al descubierto el historial del “avioncito” y de su infame piloto Barry Seal, el hombre que rescató a Somoza, [al estilo Chuck Norris], de la justicia revolucionaria sandinista.



Luego de la salida de Somoza, el nuevo presidente Francisco Urcuyo Malianos, sabiendo que a excepción del Bunker y algunas zonas estratégicas de Managua, como Telcor, el canal 6 de televisión, radiodifusora nacional y el aeropuerto, todo el país estaba tomado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional y con un comandante Bravo aislado en El Naranjo, departamento de Rivas, desconoce el acuerdo y sorpresivamente le pide al Frente Sandinista que deponga las armas.



La dirección nacional conjunto del Frente Sandinista de Liberación Nacional, ante semejante ridícula burla, igualmente desconoce el acuerdo por haber sido roto primero por el somocismo moribundo, le comunica a Estados Unidos que el acuerdo ha perdido toda vigencia y sucede lo que tanto temia la administración Carter, un triunfo completo de las fuerzas Sandinistas y la derrota total de la Guardia Nacional. Esto es exactamente lo que sucedió.



Tanto Urcuyo como el nuevo director de la Guardia Nacional, el general Federico Mejía huyen de Nicaragua la tarde del 18 de Julio, dejando abandonada a una desmoralizada tropa somocista. Horas después la Guardia Nacional se desploma la madrugada del 19 de Julio de 1979.



Mientras Somoza ahogaba en wisky la amargura de su derrota, consolado en los brazos de su amante Dinorah Sampson, el pueblo celebraba y bailaba en las calles de Managua, ese momento sublime libre por primera vez en los últimos 500 años.



A partir de ese momento Nicaragua no solamente se levantaba de las cenizas de la guerra, sino que en el más grande proceso de unidad nacional jamás visto en nuestra historia, el pueblo de Nicaragua inicia el sendero de una nueva experiencia, la fundación de una nueva nación en donde reinará la justicia.



Una vez dado el primer paso, el pueblo de Nicaragua no ha dejado de andar jamás. Muchos se quedaron en el camino, pero el pueblo, ese pueblo pobre, ese pueblo humilde, jamás traicionó a su vanguardia, el Frente Sandinista de Liberación Nacional encabezado por el presidente Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo.



En estos 35 años de sacrificios, de luchas y de actos heroicos, con avances y retrocesos, se perfila la fundación de una nueva nación y se cumple al pie de la letra la profecía de Sandino: “Por el carácter que toma la lucha, los débiles, los cobardes y los pusilánimes nos abandonan; solo los obreros y campesinos irán hasta el final, solo su fuerza organizada lograra el triunfo.”
[Carlos Escorcia Polanco es analista político nicaragüense, afincado en Los Angeles, California]

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