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domingo, 5 de enero de 2014

movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) a Israel cobra velocidad en todo el mundo.

Aljazeera
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

En la cima de su poderío económico y militar (particularmente nuclear), Israel se siente inusitadamente vulnerable pero, irónicamente, en este caso la amenaza procede de un movimiento no violento anclado en el derecho internacional y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. El pasado mes de junio el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu clasificó al movimiento global dirigido por palestinos de boicot, desinversión y sanciones a Israel (BDS) de “amenaza estratégica” para el régimen de ocupación, colonización y apartheid de Israel al decidir asignar al ministro de Asuntos Estratégicos toda la responsabilidad de la lucha contra este movimiento. 

Este cambio espectacular es un reflejo del fracaso de la bien engrasada campaña israelí “Marca Israel” dirigida por el ministerio de Exteriores desde que en 2005 se lanzó la campaña de BDS y que considera que la cultura es una herramienta de propaganda y cuya lógica es utilizar a los artistas y escritores israelíes para mostrar al mundo “la cara más hermosa de Israel”.


El hecho de que muchas personas de conciencia de todo el mundo se hayan dado cuenta de que se puede acabar con la impunidad de Israel únicamente por medio de la resistencia popular interna unida a una presión y exigencia de responsabilidad continuas y consecuentes moralmente ha dado un gran impulso a las campañas de BDS. El brutal e ilegal bloqueo de Israel a Gaza, la constante construcción de ilegales colonias y de un muro de separación en la ocupada Cisjordania, su “estrategia de judaización” de Jerusalén, Galilea, el valle del Jordán y del Naqab (Negev) tal como señalan varios informes oficiales de las Naciones Unidas, su adopción de nuevas leyes racistas y su negación de los derechos de los refugiados palestinos, todo ello ha alejado a muchos de quienes entonces apoyaban a Israel.

Los éxitos de la campaña de BDS en estos dos últimos años pueden ser el factor que ha puesto nervioso al régimen israelí. El apoyo del Congreso Nacional Africano al movimiento en diciembre de 2012, el apoyo al BDS y la cancelación de espectáculos por parte de artistas y grupos de música de fama internacional, la decisión de uno de los científicos más importantes del mundo, Stephen Hawking, de respetar el boicot y cancelar su participación en una conferencia en la Universidad Hebrea y la reciente avalancha de resoluciones de boicot de asociaciones académicas estadounidenses han contribuido a que se considere que el movimiento de BDS está alcanzando su momento sudafricano.

Pero la valoración de Israel por parte de la opinión pública mundial se está deteriorando últimamente debido a dos factores fundamentales: el poder moral del movimiento de BDS, incluido su crucial componente anticolonial israelí y el giro de Israel hacia la extrema derecha. Según una encuesta realizada por la BBC en 2013, Israel comparte con Corea del Norte el puesto de tercer país peor considerado del mundo en opinión de amplias mayorías europeas y de otras partes.

¿Qué es el BDS?

El llamamiento de BDS fue lanzado el 9 de julio de 2005 por una alianza de más de 170 partidos, sindicatos, redes de refugiados, ONG y asociaciones de base palestinas que pedían a las organizaciones de la sociedad civil internacional y a las personas de conciencia “imponer un amplio boicot e implementar iniciativas de desinversión contra Israel similares a las aplicadas a Sudáfrica durante la era del apartheid”.

En concreto, la campaña de BDS pide el fin de la ocupación israelí de los territorios palestinos y demás territorios árabes ocupados desde 1967 (incluido el desmantelamiento del Muro y de las colonias), el fin del sistema israelí de discriminación racial de los ciudadanos palestinos y que se respete el derecho inherente de los refugiados palestinos a retornar a los hogares de los que son originarios, un derecho sancionado por las Naciones Unidas.
Estos tres derechos básicos corresponden a los tres principales componentes del pueblo palestino: los palestinos y palestinas de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental (el 38% del pueblo palestino, según estadísticas de 2011), de los territorios de 1948 que viven bajo el apartheid israelí (el 12%) y del exilio (el 50%). Más de dos terceras partes del pueblo palestino son personas refugiadas o desplazadas internas.

Poder blando en funcionamiento

Figuras de la talla e influencia pública de Desmond Tutu, Roger Waters, Naomi Klein, Alice Walker, Judith Butler, John Berger, Ken Loach, Angela Davis, Arundhati Roy, Marcel Khalife y Aijaz Ahmed han llegado a la conclusión de que, al igual que ocurrió en la lucha contra la Sudáfrica del apartheid, la campaña BDS es fundamental para obligara Israel a cumplir sus obligaciones según el derecho internacional.

Al pedir a las personas de conciencia del mundo que ayuden a acabar con el sistema de opresión de Israel basado en tres facetas el movimiento de BDS no está pidiendo nada heroico, sino cumplir con la profunda obligación moral de no ser cómplices de la opresión. Dados los miles de millones de dólares que los Estados occidentales, especialmente Estados Unidos y Alemania, prodigan anualmente a Israel y el lucrativo comercio militar con Israel, los contribuyentes de estos países están subvencionando de hecho las violaciones por parte de Israel del derecho internacional en un momento en el que los programas sociales nacionales están sufriendo graves recortes, aumenta el paro y se está devastando el medio ambiente. Poner fin a la complicidad con los crímenes israelíes no solo es bueno para los palestinos, sino que sin lugar a dudas lo es también para el “99%” de personas de todo el mundo que luchan por la justicia social y económica, y en contra de la guerra perpetua.

Basándose en su ascendiente global, el movimiento de BDS (dirigido por la mayor coalición de la sociedad civil palestina, el Comité Nacional de BDS, BNC por sus siglas en inglés) se está extendiendo por todo el mundo y logrando victorias significativas.

Hace solo unos días la Asociación de Estudios Estadounidenses adoptó el boicot académico a Israel con el sorprendente apoyo de la mayoría de sus miembros. En abril la Asociación para Estudios Asiático-Estadounidenses se convirtió en el primer organismo académico de Estados Unidos que adoptaba el boicot académico a Israel. Aproximadamente al mismo tiempo la Federación de Estudiantes Belgas Francófonos (FEF, por sus siglas en francés), que representa a unos 100.000 miembros, adoptó el boicot a las instituciones académicas israelíes, al igual que el Sindicato de Profesores de Irlanda. En marzo de 2011 la Universidad de Johannesburgo cortó sus relaciones con la Universidad Ben Gurion debido a las violaciones de derechos humanos.

Los consejos de estudiantes de varias universidades de norteamérica, incluida la Universidad de California, Berkeley, adoptaron la desinversión de compañías que se benefician de la ocupación de Israel.

La lista sigue y sigue

Han dado su apoyo a la campaña de BDS los principales federaciones de sindicatos internacionales que cuentan con millones de miembros en Sudáfrica, Gran Bretaña, Irlanda, India, Brasil, Noruega, Canadá, Italia, Francia, Bélgica y Turquía, entre otros países.
Veolia, una empresa cómplice de la ocupación israelí, ha perdido contratos, o ha tenido que retirar su oferta, por valor de miles de millones de dólares, sobre todo en Suecia, Reino Unido, Irlanda y últimamente en Estados Unidos.

La mayor empresa de seguridad del mundo, G4S, está experimentando importantes fracasos simbólicos debido al activismo de las campañas de BDS en Noruega, Sudáfrica, el Parlamento Europeo, varias universidades británicas y otros lugares debido a su relación con las cárceles israelíes en las que se tortura a las presas y presos palestinos, incluidos menores, y con varios proyectos que violan el derecho internacional. Admitiendo el daño que las campañas de BDS han causado a su reputación, G4S ya ha prometido ir suprimiendo paulatinamente su vinculación con las violaciones por parte de Israel del derecho internacional.
La cadena de supermercados británica Co-op, la quinta mayor de Reino Unido, ha adoptado la política de boicotear a las compañías que operan en los territorios palestinos ocupados.

El año pasado la Iglesia Metodista Unida pidió el boicot a los productos de las colonias israelíes, lo mismo que la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos y la Iglesia Unida de Canadá. La Iglesia Menonita de Estados Unidos fue aún más lejos al decidir no invertir en ninguna compañía que estuviera implicada en la ocupación israelí.

El gobierno holandés ha “disuadido” públicamente a las empresas holandesas de hacer negocios con entidades israelíes en los territorios palestinos ocupados, lo que ha llevado a la principal empresa constructora holandesa, Royal Haskoning DHV, a retirarse de un proyecto de tratamiento de aguas residuales con el ayuntamiento israelí en el ocupado Jerusalén Este. En el mismo contexto, la compañía pública de aguas holandesa Vitens también ha puesto término a un contrato con la compañía nacional de aguas israelí Mekorot.

En esta misma línea el gobierno británico ha publicado unas directrices sobre los negocios con las ilegales colonias israelíes. Este paso sigue a la publicación de las directrices estadounidenses en contra de la financiación de proyectos y entidades israelíes en los territorios palestinos.

La compañía de ferrocarril controlada por el gobierno alemán Deutsche Bahn se retiró de un proyecto israelí que invadía territorio palestino y funcionarios de ministerio de Exteriores alemán informaron a representantes de la sociedad civil palestina que han aconsejado a todas las instituciones académicas que eviten establecer relaciones con Ariel, una colonia-facultad israelí en Cisjordania.

La violenta represión, la limpieza étnica y el bloqueo contra los palestinos de Israel están aumentando, pero el hecho de que el movimiento global de BDS esté ganando la batalla de los corazones y de las mentes por todo el mundo nos da la esperanza de que venceremos. Puede que estemos llegando a un punto de inflexión.

Omar Barghouti es un activista en favor de los derechos humanos independiente palestino y miembro fundador del movimiento de BDS. Es autor de Boycott, Divestment, Sanctions: The Global Struggle for Palestinian Rights (Haymarket: 2011).


Fuente de la edición en castellano: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178980 

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