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domingo, 22 de enero de 2012

ESPAÑA: Víctimas del Fraga franquista. Por D.Barcala, G. Malaina, E. Herrera

Los allegados de los que sufrieron las decisiones del fundador del PP durante la dictadura revisan su biografí
D. BARCALA / G. MALAINA / E. HERRERA

La biografía de Manuel Fraga no está completa sin el relato del sufrimiento que provocó su participación política durante la dictadura. Los allegados de Julián Grimau, fusilado por orden de un Consejo de Ministros del que formó parte; de Enrique Ruano, cuyo asesinato a manos de la Policía fue disfrazado por Fraga en la prensa como un suicidio; y las familias de los trabajadores de Vitoria, muertos por disparos de la Policía siendo Fraga ministro de Gobernación, recuerdan el pasado oscuro del fundador del PP.

Enrique Ruano

Los agentes de la Brigada Político Social buscaron por toda la casa de Enrique Ruano cualquier documento que disfrazara su muerte como un suicidio. "Encontraron en el bolsillo de una americana una carta que iba a enviar a su psiquiatra", recuerda la hermana del joven estudiante asesinado, Margot Ruano, de 61 años. Cuando la misiva llegó al Ministerio de Información, dirigido entonces (enero de 1969) por Manuel Fraga, comenzó una de las estrategias más sombrías de la biografía del político gallego. El documento que Enrique iba a enviar a su psiquiatra, Carlos Castilla del Pino, fue manipulada por los hombres de Fraga en un diario personal que supuestamente desvelaba las tentaciones suicidas de Ruano. El diario ABC publicó las frases textuales que Enrique relataba a su psiquiatra y acompañó la filtración de una columna titulada: "Víctima sí, ¿pero de quién?", en la que critican la supuesta utilización por parte de la izquierda de la muerte "de un pobre muchacho tocado de una clara y típica psicopatía". "Fraga lastró la memoria de mi hermano influyendo en la prensa de la época para justificar un asesinato calificándolo como un suicidio", recuerda Margot.
"No se es demócrata sin ser antifranquista", critica un excompañero de Julián Grimau Enrique Ruano fue disparado en un hombro y cayó desde un séptimo piso durante un interrogatorio. Los médicos que le hicieron la autopsia ocultaron el rastro de la bala en la clavícula. Cuatro médicos reconocieron en 1996 en la Audiencia Nacional haber manipulado la autopsia por presiones del Gobierno. La Audiencia absolvió a los tres policías que interrogaron a Ruano por no poder identificar al autor. "No pudimos hacer nada más. La impunidad fue absoluta, pero el hecho de que la Audiencia reconociera que mi hermano fue disparado ya es más de lo que consiguieron otras familias. Fue un asesinato político", añade Margot. "Fraga tiene las manos manchadas de franquismo", resume la hermana de Ruano, asesinado a los 21 años.
"Fraga llamó a mi casa, mientras trataba de arrastrar por el lodo a mi hermano, para dar el pésame. Tenía 18 años, pero sabía qué estaba pasando. Me dijo que le pasara a mi padre pero me negué. Bastante tenía mi padre como para escuchar a este miserable", recuerda Margot justo 43 años después. Quien sí consiguió hablar con su padre fue el presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz-Jarabo, que le espetó la siguiente amenaza por si trataba de hurgar en el Anatómico Forense: "Ya ha muerto un estudiante, no sería bueno que murieran más".

Trabajadores de Vitoria

El 3 de marzo de 1976, la Policía asesinó a cinco personas en una huelga en Vitoria: Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda. "¡Buen servicio! () Aquí ha habido una masacre... Pero, de verdad, una masacre ", dejó grabado un mando policial. La Justicia nunca sentó en el banquillo a los responsables de la "masacre", como Manuel Fraga, entonces ministro de Gobernación.
"No se es demócrata sin ser antifranquista", critica un excompañero de Julián Grimau José Luis Martínez Ocio, hermano de Pedro María, recuerda que él también acudió a la asamblea disuelta por la Policía franquista, pero media hora antes de su comienzo "la iglesia ya estaba llena". "Me fui a casa porque mi mujer estaba embarazada y estaba preocupada. A los diez minutos me llamaron. Ver a mi hermano muerto en el hospital de Santiago fue muy duro, pero fue peor tener que decírselo a mis padres". José Luis integra la Asociación de Víctimas del 3 de Marzo, que lleva años intentando recibir el reconocimiento del Estado como "víctimas del terrorismo". Martínez critica las alabanzas a Fraga de los dirigentes del PP y del PSOE. "¿Qué pensaríamos si un nazi fuera al presidente de honor del partido del Gobierno alemán?", se pregunta.
A su lado asiente Eva Barroso, hermana de Romualdo, otra de las víctimas. Se siente dolida por los elogios a Fraga como los que le ha dedicado el exsecretario general del PCE Santiago Carrillo. "Recuerdo que, tras la legalización del PCE, Carrillo vino a Vitoria a dar un mitin y, entonces, se presentó ante la gente junto a mis padres. Lo digo por la utilización de las víctimas".

Julián Grimau

"Rebelión militar continuada". Ese fue el delito que llevó al paredón a Julián Grimau, dirigente del PCE, en la madrugada del 20 de abril de 1963 a sus 52 años. Un día antes, se reunió durante horas el Consejo de Ministros presidido por Franco. El dictador quiso compartir con sus ministros, entre ellos Fraga, que ocupaba la cartera de Información y Turismo, la responsabilidad de la condena a muerte de Grimau. Según se ha podido comprobar después, todos votaron a favor.
Víctor Díaz-Cardiel, histórico militante del PCE, conoció a Grimau en París en 1960. "Teníamos una relación como de padre a hijo, porque nos llevábamos bastantes años", recuerda. El mismo día de su detención Grimau había estado reunido con él y otros compañeros, entre los que se encontraba el escritor de la Generación del 27 Valentín Andrés Álvarez. "Le acompañé hasta la calle Ibiza [en Madrid] y él tiró hacia su casa, primero, y me dijo que luego iba a reunirse con dos contactos que le iban a facilitar papel y una máquina para hacer octavillas. En el autobús lo detuvieron y ya no lo volví a ver", recuerda.
"Me enteré de su muerte por la radio y me sumí en un llanto enorme. Era un año clave, la dictadura tenía miedo. El fusilamiento de Grimau quería amedrentarnos, pero no lo consiguió", sentencia Díaz-Cardiel. "No se puede considerar un demócrata a alguien que no ha sido antifranquista", destaca el militante comunista al respecto de los honores recibidos por Fraga durante toda la semana.

Publico.es

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