Por Carlos Zelaya Herrera
Tegucigalpa, Honduras.- El acuerdo de Cartagena de Indias, que desde el 28 de mayo pasado permite la articulación y unidad del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), en manos del golpismo enraizado en el aparato estatal esta adquiriendo la siniestra forma de una soga que empieza a tensarse alrededor del cuello del pueblo hondureño.
El Acuerdo de Cartagena de Indias contempla cuatro puntos: Cese a la persecución del ex Presidente Manuel Zelaya Rosales (2006-2010), de sus partidarios y su retorno seguro al país; garantías para llamar a un proceso constituyente; respeto a los derechos humanos e investigar posibles violaciones, y garantías para que los zelayistas participen en la vida política y en los comicios de 2014 como partido político.
Tegucigalpa, Honduras.- El acuerdo de Cartagena de Indias, que desde el 28 de mayo pasado permite la articulación y unidad del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), en manos del golpismo enraizado en el aparato estatal esta adquiriendo la siniestra forma de una soga que empieza a tensarse alrededor del cuello del pueblo hondureño.
El Acuerdo de Cartagena de Indias contempla cuatro puntos: Cese a la persecución del ex Presidente Manuel Zelaya Rosales (2006-2010), de sus partidarios y su retorno seguro al país; garantías para llamar a un proceso constituyente; respeto a los derechos humanos e investigar posibles violaciones, y garantías para que los zelayistas participen en la vida política y en los comicios de 2014 como partido político.
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